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Atentados del 11 de septiembre, a distancia
Una lectura apresurada podría decir que de nada sirvió la invasión de Afganistán, porque regresamos en cierta medida al ‘punto de partida’.
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Sábado, 18 de Septiembre de 2021

Se produce una curiosa coincidencia histórica: las actividades de recordación de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Washington y New York, realizados por miembros de la red terrorista Al Qaeda, coinciden con el retiro ‘apresurado’ del gobierno norteamericano de Afganistán, país gobernado en ese momento por los Talibanes y que había sido invadido, por una coalición encabezada por Estados Unidos,  justamente para buscar castigar a los autores de dichos atentados.

Una lectura apresurada podría decir que de nada sirvió la invasión de Afganistán, porque regresamos en cierta medida al ‘punto de partida’, hoy día hay allí un control del gobierno por los Talibanes. Pero la situación es más compleja.

Cuando se producen los atentados del 11/9, Estados Unidos estaba situado como una especie de  potencia hegemónica global post guerra fría, y algunos analistas neoconservadores en USA consideraban que se estaba iniciando el siglo de hegemonía americana. Sin embargo, estos atentados terroristas mostraron el surgimiento de un nuevo tipo de guerra irregular frente a la cual ningún país, ni la primera potencia global de ese momento, podía considerarse ‘segura’; una guerra en la cual el uso de elementos no militares convertidos en armas letales –por ejemplo aviones de transporte de pasajeros, cuchillos para intimidar los pilotos, etc.-.

Este nuevo contexto generó justificaciones novedosas, formas y procedimientos para llevar a cabo la denominada ‘guerra contra el terrorismo global’ –los casos de Guantánamo o Abu Ghraib son claras violaciones de la normatividad internacional, justificadas en esa cruzada global-. Igualmente la posterior invasión a Irak con motivaciones  mentirosas sobre la existencia de armas de destrucción masiva –como se demostró su falsedad posteriormente-, que tenía como propósito derrocar a un gobernante considerado incómodo para USA –antes había sido su aliado-, con el discurso de ‘instaurar o implantar una democracia liberal’, lo cual llevó a la desestabilización regional y a lo que algunos consideran, estimular el surgimiento del grupo terrorista llamado Estado Islámico o ISIS.

Sin embargo, debe mencionarse que el objetivo de golpear a la red Al Qaeda se logró en buena medida y tuvo su momento culminante con la destrucción del grupo que protegía a Osama bin Laden, incluyendo la muerte de este jefe terrorista. Pero, si bien el derrocamiento del gobierno de los Talibanes en ese momento se logró rápidamente, Estados Unidos fracasó en su intento de ayudar a conformar otro tipo de gobierno, no sólo porque los que fueron sus aliados en esta tarea –líderes tribales o aliados que estaban en el exterior- resultaron ser incapaces de conducir la formación de otro tipo de gobierno, sino porque USA nunca valoró adecuadamente la influencia que tenían en sectores de la sociedad afgana los Talibanes y adicional y quizá lo más importante, la reiteración que en muchos momentos de la historia han tenido las potencias occidentales –Estados Unidos y Europa- de querer impone su modelo de Estado-Nación y la forma de organización política, la democracia liberal, que supone sociedades con instituciones esta
tales conformadas y sociedades compuesta de individuos libres e independientes como contraparte, en sociedades donde predominaban relaciones tribales o grupales y donde el modelo de Estado occidental no existe.

Esto se ha vivido en distintos momentos de la historia en África y Asia y posiblemente tiene que ver con la prepotencia de occidente, que considera su tarea en la construcción de sociedades y Estados es llevarles o mejor imponerles su concepción de las mismas. Esto probablemente es lo que está en la base de la retirada, para muchos vergonzosa de USA de Afganistán y el aparente retorno al punto de partida de veinte años atrás: un gobierno Talibán.


 

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