Asco es lo que produce el contenido de los videos que un miembro de la campaña de Petro decidió filtrar a Semana. Los videos muestran cuatro hechos: el más espinoso, confesado por el jefe de debate petrista, la reconfirmación de la visita de miembros de esa campaña a extraditables y la oferta de no extraditarlos. Sigue pendiente establecer quienes más visitaron a los mafiosos, además de Piedad. Desde Samper y los dineros del Cartel de Cali, no tengo noticia de nada más grave y nauseabundo en materia electoral. Algo se habrá negociado con los narcos a cambio de no extraditarlos: apoyo político, quizás dinero.
Esas ofertas no son accidentales. Explican que Petro haya afirmado que «no se arrodillará a poderes extranjeros», que no extraditará sino después de que los narcos cuenten “la verdad” en Colombia, que atacara con ferocidad la extradición de Otoniel. Y con ese mismo propósito, el hermano del candidato hace ofertas a corruptos y parapolíticos, Petro ofrece «perdón social» a los delincuentes y «una JEP para el narcotráfico» con «beneficios jurídicos» para los mafiosos, y sostiene que “los paracos tendrán su segunda oportunidad”.
El conjunto de visitas, ofertas y alianzas con corruptos, parapolíticos, extraditables y paracos mostrarían una estrategia, la de aliarse con los bandidos para conseguir su apoyo para ganar las elecciones. No extraditarlos sería parte del pago. En los municipios de más narcocultivos y con mayor presencia de grupos armados ilegales ganó Petro en primera vuelta.
El segundo hecho es el pacto entre los integrantes de la cúpula petrista, con pleno conocimiento de Petro, presente en la mayoría de los videos, para desarrollar actividades contrarias a la ley, con distribución entre sus miembros de acciones y responsabilidades que se complementan para alcanzar el fin de ganar las elecciones.
Algo muy similar a un concierto para delinquir. Y digo que son actividades ilegales porque promover rumores y mentiras para descalificar a sus opositores como depravados, drogadictos, corruptos o narcotraficantes, es decir injuriarlos y calumniarlos, son delitos, y lo es también el hostigamiento, en el que incurre quien “promueva o instigue actos, conductas o comportamientos orientados a causarle daño físico o moral a una persona o grupo de personas por razón de su […] ideología política o filosófica”. Delito sería realizar esas conductas con el fin de alterar el normal desarrollo de certámenes democráticos. También lo sería aliarse con los narcos para recibir apoyo político y a cambio ofrecerles beneficios de llegar a la Presidencia. Y delito es la financiación ilegal, en la que habrían incurrido si no declararon los pagos que un empresario hizo a quien fuera jefe de comunicaciones de esa campaña.
Tercero, los videos muestran que para Petro y sus aliados todo vale y el fin justifica los medios. No debería sorprender. Es la misma lógica de la combinación de las formas de lucha, de acudir al terrorismo y el crimen, como cuando fue integrante del M-19. Y es resultado de aplicar la idea de amigo-enemigo de Carl Schmitt, teórico del nacionalsocialismo.
“El enemigo es simplemente el otro que está en contra de mi posición”, decía Schmitt y de “enemigos” habla el jefe de debate de Petro. No son contradictores, oponentes, competidores. Son enemigos a los que hay que deshumanizar y destruir por cualquier medio, con el sicariato moral, con la mentira, arrasando su reputación y su dignidad.
Finalmente, los videos muestran que, en cínica contradicción con lo que afirman como banderas, la política de Petro no es la del amor sino la del odio y el miedo, y su campaña no es la del cambio para mejorar sino la del retorno a las peores prácticas de la politiquería, la corrupción, la falsedad, el engaño, el pacto criminal.