A finales de enero del presente, este diario publica en comunicado oficial la formalización de un acuerdo de intención de compra por parte del grupo empresarial Catalítico especializado en negocios de base tecnológica. Este diario, ha cumplido cabalmente su propósito y al que mi familia le guarda especial cariño y a mi particularmente me ayudó en tareas, me despertaba en la madrugada cuando lo tiraban a la puerta y a mantenerme vinculado con mi ciudad en épocas de estudio y desde hace unos años, me ha brindado la oportunidad de publicar esporádicamente opiniones en su página editorial. Ahora cambia de propietarios, generando una oleada de mensajes de gratitud y buenos deseos a todo el equipo que ha estado detrás del diario desde 1960.
Y, como el mismo comunicado en la pagina del grupo Catalítico señala: “en medio de un panorama mundial polarizado y saturado de desinformación, reconocemos más que nunca la necesidad de fortalecer el buen periodismo como pilar fundamental de una sociedad informada”. ¡Cuánta razón!
En las escuelas de arquitectura es bien conocida la reflexión en torno a la novela Notrê Dame de París (1831) de Victor Hugo, en donde el archidiácono de la catedral experimento espanto ante la aparición de la imprenta y exclama: “Esto matara aquello, (…) la imprenta matará la arquitectura”, ante el temor que las palabras divulgadas en la catedral fueran sustituidas por la palabra escrita en libros que la imprenta facilitaba. Por que la arquitectura, la pintura y la escultura eran los vehículos de expresión de la humanidad que debían explicarlo y contarlo todo, y la imprenta impuso un proceso cada vez mayor de sustitución de esas funciones.
Si bien, la imprenta no mató la arquitectura, ni internet ha acabado con los libros impresos y los diarios, la aparición de la imprenta y de internet si suponen un nuevo canal o medio para acceder a la información y nuevas formas de transmitir y acceder a ella, que a su vez suponen un cambio social cuya consecuencia visible ya es la trivialización de la cultura y disolución de valores morales, característicos del cambio de los tiempos.
Y en este cambio de tiempo, las ciudades mutan, deshaciéndose y rehaciéndose conforme las convulsiones de cada época, reconstruyendo los recintos para la humanidad con materiales de acarreo, demoliéndose y levantándose una vez más en un interminable telar de Penélope, de manera que cada asentamiento urbano se edifica sobre la huella superpuesta de las anteriores generaciones. Las obras construidas que dan forma a la ciudad, reflejan de manera particular los pensamientos de cada tiempo y son evidencia sólida de los valores y necesidades que motivaron su construcción. Así, la arquitectura y los medios de comunicación como el diario son los principales vehículos para leer y entender la ciudad.
De esta forma esperamos que, así como la arquitectura es fiel reflejo de la humanidad en cada época, esta nueva etapa del diario siga siendo reflejo de la verdad y sirva de faro en medio de las fake news, y que así como desde la arquitectura y el urbanismo buscamos mejorar y dar bienestar ante los desafíos urbanos para hacer de lo cotidiano algo excepcional y que de esta forma nuestro oficio sirva para redimir y hacer más intensa la vida, deseamos que la tradición construida hace 65 años por la familia de La Opinión, sea mantenida y multiplicada, y nos queda la gratitud hacia el equipo y los mejores deseos para estas nuevas eras.
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