Algunos delitos pueden ser cometidos por necesidad, otros para obtener los medios de seguir satisfaciendo una adicción y otros más, porque la personalidad del delincuente no es normal. Es cuando nos referimos a un trastorno de personalidad antisocial, los cuales también llegan a ser conocidos como sociópatas o psicópatas. Con estos términos, probablemente nos viene a la mente enseguida los asesinos en serie que vemos en las noticias y programas de televisión, sin embargo, así como en muchos otros aspectos de la medicina, pueden existir diferentes niveles de sociopatía, aun cuando todos ellos reúnen las mismas características, cambiando solo las condiciones donde se desenvuelven o las oportunidades con las que cuentan para obtener sus beneficios.
El principal síntoma es la imposibilidad de ponerse en el lugar de los demás, de sentir lástima por sus víctimas, de arrepentirse de sus malas acciones y sobre todo de aprender con la experiencia, es decir que luego de ser castigados y llevados prisión, salen a seguir llevando la misma vida, como si nada hubiera pasado. El sociópata puede ser dulce si la ocasión lo amerita, de esta forma cautivará a una dama por medio de sus encantos con la finalidad de estafarla y sacarle provecho, pero si las condiciones cambian puede tornarse irritable y agresivo, hasta llegar a golpear y matar. Tienden a ubicarse donde exista mayor probabilidad de sacar ventaja de los demás y beneficio propio, por eso no es de extrañar que se dediquen a la política o congregaciones religiosas, robando el dinero destinado a los pobres o a los programas sociales humanitarios. No todos son personas sin empleos ni educación, qué va, sus encantos les puede llevar a ocupar puestos de importancia y graduarse en la Universidad. Tengamos por seguro que muchos sociópatas se convierten en médicos, abogados o políticos, llegando a ejercer tanto control afectivo en sus seguidores, que ese magnetismo hace que los defiendan a capa y espada, aun cuando todas las evidencias estén en su contra.
Dentro de los trastornos de personalidad, es el que cuenta con una especie de poder mágico para apoderarse de las emociones de los demás, pero solo en un principio, cuando a la larga empiezan a mostrar sus verdaderas intenciones, pueden llegar a ser peligrosos, es decir, cuando ya no necesitan a su presa.
Como ya lo hemos comentado, existen diferentes niveles de sociopatía, así que no todos son asesinos despiadados, y se pueden encontrar estafadores de poca monta, amigos que piden plata prestada o quienes engañan a sus novias con promesas de amor para obtener favores sexuales, todo esto sin el menor remordimiento, más bien, consideran que las personas están allí para darles ese tipo de uso, por lo tanto, piensan que no son culpables de sus acciones.
Si bien el diagnóstico se hace a los 18 años, no es raro ver conductas desadaptadas desde la niñez, dadas por maltrato a los animales, problemas en el colegio, fugas de la casa, etc., en muchas ocasiones con una historia de maltrato o abuso en la infancia, pero en otras, solamente por el hecho de nacer malos. Así que, lo más probable es que se debe tener la predisposición genética y la interacción con una infancia poco favorable.
No caer en sus trampas es complicado, generalmente son expertos en el arte de la manipulación, tendríamos que desconfiar de las personas excesivamente aduladoras y amables, por lo menos desde el momento en que nos proponen un negocio bueno y fácil. Después de todo, hay que recordar que el demonio tiene cara de ángel.