Solo faltan seis semanas para que termine el periodo ordinario de sesiones del Congreso y hasta el momento no se ha dado primer debate a ninguno de los proyectos prioritarios de la agenda legislativa anunciada para este semestre. La reforma a la salud aún en cuidados intensivos en la Comisión VII de Cámara, esperando que la salve la mano del cirujano y nuevo Ministro Guillermo Alfonso Jaramillo, mientras las discusiones sobre las reformas pensional y laboral no arrancan formalmente. Por otra parte, la reforma política se hundió, la necesaria ley de sometimiento a la justicia no logra consensos en la Comisión Primera de Senado y los demás proyectos gubernamentales se encuentran en el congelador.
El balance luce desolador. La coalición de gobierno se disuelve, los conservadores anuncian independencia, los liberales y la U amenazan con lo mismo y se decreta nula la elección del Presidente del Senado.
Con el cambio de gabinete y la llegada al gobierno de ministros más cercanos a la campaña del Pacto Histórico, se abre una etapa de expectativas sobre el rumbo del gobierno, que dependerá en buena medida del balance final de la legislatura.
Es evidente que ya no se alcanzarán a aprobar en su totalidad las principales reformas sociales y, en el mejor de los casos, se les podrán dar uno o dos debates. Seguramente el nuevo Mininterior, que conoce el parlamento, definirá con el jefe de estado las prioridades para estas seis semanas, con el fin de salvar algunos de los proyectos y que puedan hacer tránsito al próximo período. Ahora el gobierno no solo tiene el lío de la inestabilidad de sus mayorías, sino además la falta de tiempo. Como si fuera poco, es posible que se genere, con la vacante de Roy y la necesidad de elegir su reemplazo, una fuerte movida política en el Senado.
La tarea entonces del nuevo equipo ministerial será muy dura en estas semanas y el gobierno deberá escoger las peleas para dar. La reforma a la salud se ha convertido en la manzana de la discordia y si el nuevo Ministro, con su experiencia y conocimiento del sector, genera espacios de concertación que permitan mínimos acuerdos, contribuirá a mejorar el clima político general en el Congreso, que se acabó de deteriorar la semana que termina, al aparecer por los pasillos del Capitolio el fantasma de la constituyente, y por ende de la revocatoria, por cuenta del discurso presidencial del 1 de mayo. No parecen imposibles los acuerdos en salud, si los partidos entienden que es necesaria la reforma y reconocen el gesto del jefe de estado al desprenderse de la Ministra Corcho, quien se convirtió en la piedra en el zapato de la reforma.
Si Petro no quisiera avanzar en acuerdos la hubiera sostenido contra viento y marea, como en muchas ocasiones lo han hecho distintos Presidentes con Ministros que quedan en el ojo del huracán.
Estas seis semanas, entonces, definirán el rumbo del gobierno para el resto de su periodo. Si ganan los sectores radicales del lado del gobierno y en los partidos aquellos que se sienten cómodos en la confrontación, vendrán meses de incertidumbre, insultos y descalificaciones mutuas, agitación verbal, sin que se avance en las reformas que los colombianos esperamos. Si por el contrario se impone la sensatez y la cordura en ambos lados, si se calman los ánimos y si se abandonan los maximalismos, si se opta por el reformismo y no por la revolución, es aún posible la avanzar en la agenda de transformaciones de Petro.
El gobierno podrá así demostrar que sí es capaz de pasar del discurso a la acción y los partidos desvirtuarán la acusación de que se convirtieron en mulas muertas atravesadas en el camino de los cambios por los que los colombianos votamos. Eso sí, no pasaran todas las propuestas incluidas en los proyectos oficiales ni en los tiempos previstos, pero será un buen punto de partida para avanzar en los próximos 3 años.