Un año más papá y ya son 27 sin su presencia vigorosa, cariñosa y protectora, que siempre añoramos. No deja de impresionarme, como confirmación de la complejidad de la violencia que padecemos, que aún exista la guerrilla del ELN que planeó y ejecutó el horrendo crimen aquel viernes de puente de agosto de 1997, cuando entraba a su consultorio.
Por estos días precisamente se discute la continuidad o no de los diálogos de paz con esa guerrilla que no se decide a abandonar las armas, a pesar de los múltiples intentos de los distintos gobiernos desde finales del siglo pasado con un grupo armado al que definitivamente dejó el tren de la historia. Y resulta además increíble que no comprendan la oportunidad que tienen de hacer La Paz con un gobierno de izquierda democrático elegido en forma legítima por la mayoría de los colombianos, con un propósito reformista que coincide con los discursos y arengas con los que ellos justificaban hace décadas el levantamiento armado que hoy genera rechazo unánime de la población.
Han pasado muchas cosas papá en el último año, y como siempre el espacio es corto para contarle todas. En primer lugar En Marcha debutó en las elecciones regionales de octubre pasado y el resultado fue muy positivo. Tuvimos presencia efectiva en casi todo el territorio nacional, con excepción de algunos de los nuevos departamentos del sur del país. Especialmente en alcaldías el éxito fue importante.
Ganamos solos o en coalición varias capitales como Bogotá, Cartagena, Pasto, Pereira, Florencia y Mocoa. 55 en total. Elegimos más de 170 concejales y 4 diputados y fuimos destacados por los medios, junto con el Nuevo Liberalismo, como los de mejor desempeño entre los nuevos partidos.
En abril pasado realizamos una exitosa Asamblea Nacional en la que reiteramos el carácter reformista y socialdemócrata del partido. Lamentablemente el Consejo de Estado falló en contra una demanda sobre la personería jurídica que no afecta el funcionamiento normal de la colectividad. Hace unas semanas presentamos una sólida acción de tutela para pedir el amparo a los derechos de afiliados y dirigentes.
Por otra parte, el presidente Petro me invitó a formar parte del gobierno en esta segunda parte de su mandato como Ministro de Interior. En principio decidí no aceptar por varias razones. La polarización extrema que vive el país, la responsabilidad con el liderazgo del partido y no me sonaba la idea de regresar al mismo ministerio en el que años atrás había tenido la inmensa oportunidad y satisfacción de impulsar la reforma de equilibrio de poderes que acabó la figura de la reelección presidencial, participar en las negociaciones de paz con las ex farc y liderar la agenda de implementación del acuerdo de paz.
Tras varias horas de conversación con el Presidente en la que encontré coincidencias en el respeto a la institucionalidad y la necesidad de trabajar en un acuerdo nacional, tomé la decisión de aceptar el desafío con el propósito de contribuir a bajar el tono de la confrontación que hace enorme daño al país, generar condiciones para ese Acuerdo Nacional y acelerar la implementación del acuerdo de paz que considero vital para garantizar mayor seguridad y tranquilidad a los colombianos, especialmente en los 170 municipios PDETS.
Las críticas y cuestionamientos de amigos y contradictores a esta difícil decisión no se hicieron esperar. Pedí mucho en esos días que usted desde cielo me iluminara. La defensa de la institucionalidad y el ánimo de construir consensos serán el eje orientador de esta gestión en momentos difíciles para Colombia.
Querido papá: desde esta nueva responsabilidad mi sueño es persistir en la búsqueda de la esquiva paz que los colombianos no alcanzamos. Parece mentira que 27 años después seguimos en las mismas, y con los mismos protagonistas de la violencia, a pesar de la firma de acuerdos de paz con los paramilitares y las FARC.
Parecemos condenados a la violencia de unos pocos, aunque estamos mejor que hace 27 años. Hoy no se ven las tomas de poblaciones, los secuestros masivos, las pescas milagrosas, el asesinato de soldados y policías, pero persisten en los territorios quienes asesinan líderes sociales y ex firmantes de paz y extorsionan a las comunidades.
Las características del conflicto han cambiado pero no logramos una paz definitiva que nos permita progresar y mejorar las condiciones de vida de la gente. No es tarea fácil. De usted siempre aprendí que el tamaño de los éxitos depende de las dimensiones de los retos que asumamos. Haremos la tarea con la misma dedicación, energía y amor por el país que siempre nos inculcó.
Un abrazo grandote desde acá hasta donde se encuentre disfrutando la tranquilidad del deber cumplido en la tierra, que no completó como quería porque los violentos no se lo permitieron. Aquí seguimos como familia unidos, extrañándolo cada día y contándole a sus nietos de la sabiduría y la generosidad del abuelo que tristemente no alcanzaron a conocer ni disfrutar.
PD. Murió su amigo y pupilo José Fernando, quien siempre lo recordaba con enorme afecto y gratitud. Paradójicamente el mismo 8 de agosto 27 años después. La vida es extraña y misteriosa. El jueves pasado recordé las animadas tertulias en Residencias Tequendama y en Cúcuta. Inteligente, divertido, ocurrente, contador de historias, desordenado. Vivió como quiso. Pronto estará acompañándolo.
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