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Economía
El auge militar en el mundo está trayendo más deuda y menos personas con empleo
El aumento del gasto militar en las potencias, impulsado por las tensiones geopolíticas y los compromisos de la Otan, transformarán la economía.

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Colprensa
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Sábado, 9 de Agosto de 2025

Por primera vez en décadas, las potencias del mundo desarrollado se están lanzando a un ambicioso fortalecimiento militar. Las guerras en Ucrania y Oriente Medio, las tensiones por Taiwán y la imprevisibilidad de Donald Trump frente a las alianzas han puesto la seguridad nacional en el centro de la agenda.

De hecho, el pasado 25 de junio, los países de la Otan pactaron elevar su meta de gasto en defensa a 3,5% del PIB, con 1,5% adicional destinado a bienes relacionados con la seguridad. España fue el único país que logró una cláusula de escape, después de generar polémica con el presidente estadounidense.

Si cumplen con esta propuesta para 2035, el bloque destinaría US$800.000 millones más al año que en la época previa a la invasión rusa de Ucrania. Y la tendencia no es exclusiva de Occidente: Israel destinó más de 8% de su PIB a defensa en 2024, y hasta Japón, tradicionalmente moderado, ha anunciado un fuerte aumento del presupuesto militar.


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Este cambio de rumbo en el grueso del presupuesto de los países de la Otan prendió las alarmas y ‘The Economist’ dijo que estas enormes sumas podrían transformar la economía mundial, al restringir las finanzas públicas y desviar la actividad dentro de los países. “Mientras los políticos venden los beneficios del rearme a los votantes, muchos afirmarán que el gasto militar traerá beneficios económicos, además de seguridad”, dijeron en su estudio más reciente sobre gasto militar.

 

GUERRA

 

Sir Keir Starmer, primer ministro británico, promete que la defensa ofrecerá “la próxima generación de empleos buenos, seguros y bien remunerados”. La Comisión Europea afirma que traerá “beneficios para todos los países”, agregó. No obstante, ‘The Economist’ manifestó que por muy tentadores que resulten políticamente estos argumentos, son erróneos. “Utilizar el gasto de defensa con objetivos económicos sería un error costoso”, escribieron en su informe.

Una de las consecuencias económicas más evidentes del aumento en los presupuestos de defensa será una mayor presión sobre las finanzas públicas. En un contexto donde las deudas nacionales ya son elevadas y los gobiernos enfrentan crecientes cargas fiscales por el envejecimiento poblacional y el alza de los tipos de interés, el impacto será significativo.

Esto limitará el margen para otras áreas del gasto público, como los programas sociales, reduciendo así los beneficios económicos derivados de la paz que llegó tras el fin de la Guerra Fría. Además, recortar el gasto o subir impuestos para cubrir ese aumento resulta políticamente inviable en muchos países, por lo que es probable que se recurra a mayores niveles de endeudamiento. En consecuencia, este auge en defensa no solo tensionará las cuentas fiscales y presionará al alza los tipos de interés, sino que también redefinirá el equilibrio entre seguridad y sostenibilidad financiera.

Como advierte ‘The Economist’, el gasto en defensa representa una carga considerable para los presupuestos nacionales y, a diferencia de otras inversiones públicas, no tiene un impacto directo en mejorar la calidad de vida de la población. Sin embargo, la inversión en investigación y desarrollo militar sí podría generar beneficios colaterales importantes.

Además, estudios recientes citados por la revista señalan que cuando el gasto en I+D en defensa equivale a 1% adicional del valor agregado de una industria, la productividad de ese sector puede incrementarse hasta en 8,3% anual.

En ese sentido, si bien el rearme no genera bienestar inmediato, el impulso tecnológico derivado de la innovación militar podría tener efectos transformadores a largo plazo. Según ‘The Economist’, aunque el auge en el gasto militar podría estimular la demanda en la economía, los beneficios en términos de empleo serían limitados.


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Los gobiernos europeos apuestan a que la industria de defensa ayude a compensar los efectos de la desindustrialización, pero esta expectativa podría ser excesivamente optimista. Como señala la revista, la producción militar, al igual que muchas otras ramas manufactureras, está cada vez más automatizada y requiere alta especialización, lo que reduce significativamente su capacidad para generar nuevos puestos de trabajo.

Una proyección citada por la revista estima que el aumento del gasto en defensa en los países europeos de la Otan podría crear alrededor de 500.000 empleos, una cifra marginal frente a los 30 millones de trabajadores del sector manufacturero en la Unión Europea. Además, el carácter de la guerra moderna limita aún más el potencial de generación masiva de empleo.

El conflicto en Ucrania ha demostrado que no se necesita una política industrial extensa para prepararse para una guerra. De hecho, la producción de drones, responsables de gran parte de las bajas en combate, es relativamente sencilla. Y a medida que tecnologías como la inteligencia artificial ganan protagonismo, por ejemplo en la navegación y operación de estos dispositivos, se reduce aún más la necesidad de mano de obra en las líneas de ensamblaje, mientras que las ganancias tienden a concentrarse en las empresas tecnológicas.

Tomado de La República 


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