En el Salón Elíptico del Congreso, el féretro de Miguel Uribe Turbay reposaba bajo la bandera de Colombia, rodeado de flores blancas y un silencio contenido. En medio del protocolo, la llegada del ministro del Interior, Armando Benedetti, y de la directora del Dapre, Angie Rodríguez, generó una tensión apenas perceptible.
Casi en paralelo, por la puerta opuesta salían la viuda del senador, María Claudia Tarazona, sus hijas y Miguel Uribe Londoño, padre del fallecido. Los caminos se cruzaron sin encontrarse: no hubo saludo ni intercambio de palabras.
El mensaje de condolencia del Gobierno, finalmente, no lo recibieron ni la viuda ni el padre, sino la hermana de Miguel Uribe, María Carolina Hoyos, y los hijos de esta, quienes permanecían junto al féretro. Un gesto que, sin pronunciarse, fue comentado por varios asistentes como tenso.
Benedetti abrazó a la hermana del fallecido candidato y, durante breves segundos, le expresó sus condolencias. La directora del Dapre hizo lo propio, sumando un apretón de manos y un gesto de cercanía hacia María Carolina.
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Minutos después, ambos tomaron asiento y permanecieron allí por un par de horas, en silencio y atentos al desarrollo de la ceremonia.
“Miguel, te recuerdo y te seguiré recordando con mucho cariño”, escribió el ministro en sus redes sociales.
Las tensiones no surgieron de la nada. Horas antes, el jefe de despacho presidencial, Alfredo Saade, había minimizado el magnicidio al compararlo con una simple caída en bicicleta. “La actividad política siempre tiene un riesgo. Yo no creo que esto haya aumentado el miedo a los candidatos, como dicen algunos. Toda actividad tiene un riesgo. Manejar bicicleta tiene un riesgo de caerse, tropezarse o que lo atropelle un vehículo”, declaró, en un comentario que causó indignación en varios sectores.
A ello se sumó que el presidente Gustavo Petro solo se refirió públicamente al asesinato cuatro horas después de conocerse sobre el deceso del precandidato, lo que fue interpretado por algunos como una reacción tardía frente a la gravedad de los hechos.
Más allá de ese momento, las honras se convirtieron en un punto de encuentro para figuras políticas de distintas corrientes, entre ellas el expresidente Juan Manuel Santos. Su presencia no le cayó bien a Álvaro Uribe Vélez, quien no pudo asistir por su prisión domiciliaria.
El exmandatario llamó “hipócrita” a su sucesor Santos, afirmando que “tiene bastante culpa” en el magnicidio.
“No sea hipócrita que usted le devolvió el narcotráfico y el poder de asesinar a los criminales. No llore por Miguel que usted tiene bastante culpa. Y para consolidar la entrega del país al narcoterrorismo usted se hizo elegir con la trampa, la mentira y el dinero corrupto de Odebrecht”, escribió Uribe.
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