

Circulan por las calles cucuteñas como invisibles a quienes la sociedad les da la espalda al prácticamente descargar toda la responsabilidad sobre la administración municipal para la solución de este problema.
En Colombia, de acuerdo con los datos de un censo del DANE esta población la integran más de 34.000 personas en esa condición, que además lleva sobre sí el problema del consumo de sustancias psicoactivas.
Aunque están en el andén, en el canal, la vía pública, en los parques y en las plazas se convierte en población vulnerable que es instrumentalizada por organizaciones criminales y a la vez marginada por su forma de vivir.
Esta realidad se ha ido extendiendo con el paso de los días a más sectores como el centro cerca de colegios, el Canal Bogotá, el parque Lineal, la Avenida Cero y barrios como La Playa y La Cabrera.
En los recorridos que hicimos periodistas de La Opinión se advirtió el drama en que se encuentra sumergida esta población por efecto directo del microtráfico, delito que tiene como principal caldo de cultivo a quienes viven en la capital nortesantandereana en condición de calle.
Un análisis del Ministerio de Salud, que tuvo como base la información de cuatro censos, precisa que en Colombia la población de habitante de la calle hace parte de un fenómeno complejo que articula las dificultades para el ejercicio de los derechos, el acceso a bienes y servicios, las desigualdades, especialmente la pobreza, la coexistencia de situaciones que afectan la salud, y dinámicas sociales que propician y mantienen las desigualdades y la exclusión, tales como la estigmatización y discriminación.
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Por el hecho de su situación fronteriza, la capital de Norte de Santander tiene como elemento adicional la migración con la llegada de venezolanos en esa misma condición, que no puede señalarse como un empeoramiento de este hecho, como lo señalan expertos.
El fenómeno migratorio incrementó el número de habitantes de calle en el área metropolitana, pero eso no, necesariamente, es igual a que se haya agravado el problema, porque sería tener una visión criminalizada de la población en esa condición, puesto que los migrantes también aumentaron en el empleo formal, en la informalidad y en otros ámbitos, como lo dijera el docente Carlos Andrés Muñoz López, el año pasado al trabajo multimedia de La Opinión, “Rostros de la calle, las sombras ocultas de Cúcuta”.
Igualmente es pertinente retomar lo expuesto por el Grupo de Investigación en Cuidado de la Universidad Pontificia Bolivariana: “Vivir en la calle y tener un estilo de vida contrario a los valores dominantes hace que los habitantes de calle sean estigmatizados, deshumanizados y discriminados por parte de la sociedad, lo cual se agrava cuando se pertenece a los géneros no hegemónicos, situación que vulnera la garantía de derechos humanos fundamentales, en especial el derecho a la salud”.
Además, hoy se advierte un problema paralelo el cual tiene que entrar a hacer parte de futuras acciones de salubridad, como es el de la falta de baños públicos o letrinas tanto para esta población vulnerable como para el resto de la población en zonas del centro, por ejemplo. La razón es que los andenes o canales se han convertido en lugares preferidos para hacer las necesidades fisiológicas.

Prohibido descuidarse
Los habitantes de la calle han ido extendiendo sus sitios de encuentro para el consumo de sustancias psicoactivas hacia zonas apartadas del centro, generando entre la población una mayor percepción de que la seguridad se afecta.
Alirio Cañas, propietario de una cafetería en el barrio Los Caobos, se lamenta de la inseguridad en que se ha tornado vivir en su barrio.
“Todas las semanas tenemos un hurto de espejos de carros o motos, y ello me está espantando los clientes, a quienes ya les da miedo estacionar en cualquier calle por temor a perder algún objeto de su vehículo”, revela Cañas.
“Detrás de los hurtos están los habitantes de la calle”, afirma María Alejandra Cuadros, propietaria de un supermercado en el barrio Guaimaral, distante 20 minutos del centro de la ciudad.
“El que se descuide, pierde; ese es el lema entre los vecinos del sector, todo porque cada vez llegan más y más habitantes de la calle en búsqueda de algo que les pueda dar dinero para comprar droga”, comenta la mujer.
‘Dando Nueva Vida’
Dos objetivos de la administración municipal del alcalde Jorge Acevedo consisten en sacar de la calle a quienes llevan años viviendo en esa condición, y acabar con las ollas del microtráfico, delito que alimenta sus finanzas, principalmente, con esta población callejera.
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Sobre la primera meta, Beatriz Elena Vélez Ramírez, secretaria de Bienestar Social de Cúcuta, revela que la administración municipal empezó su estrategia ‘Dando Nueva Vida’ a partir del diagnóstico que adelantó para conocer cuántos habitantes de la calle había en Cúcuta, y el resultado que arrojó fue 2.369. De esta cifra, un 44 % son personas del vecino país y el resto de Cúcuta y de distintos municipios del departamento y del país.
“La tarea con esta población más que asistencialista es de rehabilitación”, recalcó la funcionaria, quien precisó que desde que se inició la estrategia se ha llegado a tener dentro del programa a más de 600 habitantes de la calle y, en la actualidad, se cuenta con 140 de ellos.
“Dependemos de la voluntariedad de ellos, ya que no los podemos vincular de manera represiva ni a la fuerza. Nuestro objetivo con ellos es rehabilitarlos para después vincularlos a la vida productiva o académica”, subrayó Vélez.
La fase de deshabituación de estas personas se desarrolla en centros especializados, donde cada beneficiario recibe un acompañamiento integral que incluye atención psicosocial, alojamiento digno, alimentación, capacitaciones y reintegración familiar. Además, desde Bienestar Social se está articulando con el sector privado para facilitar una oportunidad laboral al finalizar el proceso de resocialización de cada uno de ellos, dijo la funcionaria.
El trabajo ha arrojado casos exitosos, como el del joven que pasó de ser habitante de la calle a empleado de la organización Corpocero. Pero quizás el logro más significativo fue el de vincularlos a la educación, y durante 2025 se han graduado como bachilleres 19 exhabitantes de calle, y algunos recibieron certificaciones en manualidades y manipulación de alimentos a través del SENA.

El microtráfico se ‘alimenta’ de ellos
La erradicación de las ollas del microtráfico ha representado un ‘hueso duro de roer’ por la magnitud y lo complejo de las organizaciones delictivas que están detrás de este flagelo.
Se ha llegado a calcular que las bandas del microtráfico que se disputan el control del territorio en Cúcuta mueven, solo para el consumo de los más de 2.000 habitantes de calle que hacen presencia en la ciudad, entre 1.000 y 2.000 millones de pesos mensuales.
De ahí que uno de los objetivos del alcalde Jorge Acevedo esté fincado en erradicar las ollas, porque de esta manera se les acabaría el negocio y los clientes a las bandas criminales.
El comandante de la Policía Metropolitana, coronel Libardo Ojeda Erazo, le dijo a La Opinión que está trazada una hoja de ruta enfocada en el fortalecimiento del pie de fuerza, la inteligencia y la Policía Judicial para combatir el microtráfico.
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Esto ha llevado —dijo Ojeda— a un incremento del 28 % en las actividades operacionales frente a los sitios denominados fijos y móviles del microtráfico. En lo corrido del año se han intervenido 149 ollas y 63 expendios móviles.
Se han realizado 238 diligencias de registro y allanamiento a las organizaciones dedicadas al tráfico de estupefacientes, no solo en Cúcuta, sino también en el área metropolitana.
Al ser indagado sobre la instrumentalización que hacen las bandas criminales de los habitantes de calle, el oficial reveló que no solo esta población es utilizada para consumir y expender, sino también para almacenar los estupefacientes, es decir, como bodegas.
Ojeda llamó la atención en este punto para trabajar en conjunto con la Alcaldía y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, porque hay algunos menores en condición de calle que también son instrumentalizados.
La Policía tiene identificados varios puntos calientes donde se expenden drogas, como La Tomatera, Punta Brava y el parque Lineal.
Reveló que, en coordinación con la Fiscalía, se llevan a cabo procesos operacionales para desarticular no solo la red dedicada a la venta de estupefacientes, sino también a sus cabecillas, y desarrollar actividades de extinción de dominio contra los lugares donde se almacena o distribuye la droga.
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Según el comandante de la Policía Metropolitana, el microtráfico en Cúcuta lo mueven varias organizaciones. La primera y la más grande es la denominada ‘Familia P’, a la cual le han capturado, en lo corrido del año, 49 integrantes.
También están los ‘AK 47’, a quienes se les ha capturado 41 personas; la banda ‘Los Turcos’, ‘Los de Cali’ o ‘Los de Cartago’, con 13 capturados; ‘Los Mexicanos’, con 25 detenidos; luego vienen organizaciones como ‘Los Profesionales’, que fue desarticulada por completo, al igual que ‘Los Topos’; y, por último, la banda ‘La Finca’, a la que se le han capturado nueve integrantes este año.

Las drogas que se venden en las calles
El microtráfico no solo expende marihuana o cocaína, también las conocidas drogas sintéticas como el “tusi”, o drogas dañinas como la heroína o el bazuco. Todas pueden encontrarse a la vuelta de cualquier esquina, en un canal de aguas lluvias o en cualquier barrio de la ciudad.
Según la directora de la Maestría en Psicología de la Universidad Simón Bolívar, Zuly Gabriela Sequeda Sanabria, la ciudad enfrenta un problema complejo, y aunque las estrategias para tratar dicha problemática intentan mitigar y prevenir el consumo, pareciera un mal de no acabar. “Esta situación es alarmante, puesto que incrementa situaciones de violencia e inseguridad, debido a que la persona que está bajo los efectos de la sustancia psicoactiva no es consciente ni tiene pleno control sobre sus conductas”.
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egún Sequeda, becaria del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MinCiencias) desde el programa de formación e inserción del capital humano de alto nivel para las regiones en el bienio 2021-2022, en el resto de Norte de Santander, los municipios con mayores afectaciones por este fenómeno son Los Patios, Villa del Rosario, Ocaña y Pamplona (Instituto Departamental de Salud de Norte de Santander, 2012).
“El panorama de consumo en calle principalmente está orientado hacia el consumo de basuco y drogas inyectables como la heroína, las cuales son altamente adictivas y perjudiciales. Por lo tanto, las personas que se encuentran en situación de calle, que son consumidoras, requieren atención médica inmediata para prevenir graves daños, así como aquellos que conforman su entorno”.
Actualmente, más de 50 personas, entre psicólogos, trabajadores sociales, técnicos y bachilleres, con el acompañamiento de la Personería Municipal de San José de Cúcuta, recorren las calles diariamente sensibilizando a los habitantes de calle consumidores, y aún se espera que otras entidades, como la Defensoría del Pueblo, se unan a esta maratónica labor.

¿Cómo ven el problema los expertos?
Hablar en Colombia de una solución definitiva para los habitantes de la calle es muy complejo, toda vez que la opción de vivir en esta condición está avalada constitucionalmente, ya que la Corte Constitucional ha hecho que sea imposible para los gobiernos locales obligar a los habitantes a ingresar a programas de rehabilitación, dice Carlos Patiño, director del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Nacional (IEU).
Por su parte, Fernando Viviescas, docente del IEU, manifiesta que, como todo problema complejo de la ciudad, cuyas características no solamente se relacionan con cuestiones de orden público ni de carácter delincuencial e, incluso, ni siquiera de pobreza o abandono. “Este es un problema que la ciudad tiene que abordar de manera sensible, inteligente y, sobre todo, humana”.
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Fabio Zambrano, docente también de este programa, señala que la población de la calle tiene un origen en la moral urbana: son hijos del pecado. “Es una sociedad que no ha sido receptiva frente a buscar una solución. Hoy lo que estamos viendo es que la sociedad le está dejando solo a la Alcaldía el problema”, dijo Zambrano. “Además, la ciudad ha sido muy dura con el habitante de la calle, incluso desde el siglo pasado hasta el día de hoy”.
El sociólogo Alberto Acuña Cordero indicó que los sectores en donde se concentra esta población en Cúcuta son lugares que prestan servicios urbanos, de prostitución, de venta de droga, de alquiler y venta de armas: la ciudad los consume. “A esto hay que darle un tratamiento integral, no solo por parte de la Alcaldía, sino de todas las demás entidades públicas y privadas e, incluso, de las mismas comunidades que son merodeadas por esta población”.
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