En la Avenida Cero, entre calles 20 y 21, de Barrio Blanco, funcionó hasta hace pocos días la olla más grande del sector, que servía de refugio a un numeroso grupo de habitantes de calle.
Se trata de una casa abandonada que, según afirmaron los vecinos, fue invadida en el último año por personas de residencia no formal.
La comunidad aseguró que desde entonces el barrio se vio afectado por problemas de inseguridad y salubridad.
Juan Carlos Gómez, habitante del sector, dijo que en esta vivienda los habitantes de calle se escondían luego de cometer hurtos a personas y casas.
Contó que el lugar era aprovechado para asaltar las demás viviendas cercanas. Por si fuera poco, la casa se terminó convirtiendo en un espacio en el que se consumían y vendían estupefacientes.
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“En las noches llegaba gente de otros barrios para comprar drogas, algunos en carros de alta gama”, afirmó un residente de la zona.
En vista del riesgo en el que se convirtió la invasión de la vivienda, algunos vecinos tuvieron que instalar alambres de púas y cercas eléctricas en sus hogares.
Quienes vivían cerca a la olla también preferían no salir de sus casas por el temor a ser víctimas de hechos delictivos.
Problemas de salubridad
Un ciudadano que prefirió no revelar su identidad aseguró que este lugar se convirtió en un foco de infecciones y contaminación.
Mencionó que allí los habitantes de calle tenían relaciones sexuales y hacían sus necesidades fisiológicas. Además, se conoció que al interior de la casa vivían bajo una gran cantidad de basura y escombros que emanaban malos olores en la zona aledaña.
La comunidad agregó que en el sitio se ubicaban permanentemente 20 personas, quienes, incluso, ya tenían camas para dormir.