En la calle 11 con avenida 4, de la zona céntrica de Cúcuta, gran parte del día se encuentra parqueado un peculiar Renault 4 amarillo. La puerta del baúl permanece abierta y con un gran letrero que dice ‘Merengones bogotanos’.
Luis Alberto Hernández es el encargado de conducir, hacer y vender los productos que se ofrecen en este carro, un oficio que ha tenido por más de tres décadas.
Hernández nació en Boyacá y se crió en Bogotá, siempre tuvo en mente los negocios, pero algunos no le funcionaron como quería, hasta que, tiempo después, uno de sus familiares le habló de la posibilidad de vender merengones.
“Ellos me los daban, los vendía y me ganaba una comisión. Luego de un tiempo decidieron enseñarme a hacerlos y a darles el toque secreto que los hace tan apetecidos”, contó Luis Alberto.
Para la década del 90, el hombre decidió salir de su ciudad natal y comenzar a recorrer el país con sus merengones. En ese entonces, tenía un automóvil equipado con un horno y una batidora, allí mismo preparaba el producto.
Sus lugares favoritos para vender eran las ferias municipales, la excusa perfecta para recorrer en su auto diferentes paisajes que lo hicieron amar más a Colombia. Llegó a Ibagué, Capitanejo, Málaga, Concepción, Girón, Bucaramanga y Floridablanca.
“Las ferias eran los lugares predilectos para las ventas, a la gente le gustaba comprarse las bolsas de merengue o los platos de merengón, yo disfrutaba comerciar en esos escenarios”, recuerda Hernández.
Su llegada a Cúcuta
A finales de la década del 90, Luis Alberto Hernández se enamoró de la capital de Norte de Santander. El hombre dijo con orgullo que, una vez pisó la tierra cucuteña, ‘echó raíces’.
“Cúcuta me gustó mucho como ciudad para vivir, aquí me casé, llevo 25 años de casado y tengo tres hijos, todos varones”, afirmó.
El primer lugar en el que ubicó su carro fue el parque Santander, del centro de la ciudad, sitio en el que tuvo una buena acogida desde sus inicios.
Tiempo después, se vio obligado a buscar otro sitio, porque su popular vehículo no podía estar parqueado en los alrededores del concurrido parque por normas de tránsito.
Luego de rodar por distintos puntos, hace ocho años, estacionó su carro en la avenida 4 con calle 11, un sitio que es ya conocido por sus clientes y que es muy frecuentado.
La rutina
Luis Alberto Hernández es el encargado de hacer los merengues y merengones que vende en su Renault 4. Según le contó a La Opinión, todos los días se levanta a las 4:00 de la mañana para iniciar el proceso de producción.
“Hacerlos es un proceso largo, más o menos a las 5:00 de la mañana se empiezan a llevar al horno y a eso de las 9:00 de la mañana están todos listos para llevarlos al punto de venta”, relató.
Cuando llega a la cuadra donde estaciona el vehículo, abre el baúl, saca el letrero que dice ‘Merengón bogotano’ y lo atornilla en la parte alta de la puerta.
Así mismo, cuelga poco a poco las bolsas de merengues en las esquinas de la puerta del carro amarillo y saca las apetitosas bandejas.
Con experticia toma un cuchillo y una espátula y comienza a cortar las porciones que son exhibidas en el mostrador de vidrio, que también está ubicado en el baúl de su carro.
La historia del Renault 4
Hernández sabía que el carro predilecto para los merengones era el Renault 4 o el 18, por eso siempre soñó con tener uno. Fue hasta hace más de 10 años que logró adquirirlo, de un color que llamara la atención y que tuviera el espacio suficiente para llevar el producto.
“A veces molesta como todos, pero lo cuido mucho. Tiene todas sus piezas originales y espero que se siga manteniendo por mucho tiempo”, afirmó Luis Alberto.
Las metas
Aunque las experiencias vividas en la esquina donde se ubica le han dejado gratas experiencias, el sueño de Hernández es algún día poder tener el dinero suficiente para abrir su local de postres, porque, además de los distintivos merengues de su negocio, también sabe hacer fresas con crema, quesillo, natilla, entre otros.
Sus tres hijos ya están iniciando sus estudios universitarios, que, según él, se han podido pagar y sustentar gracias a la venta de los merengones.
“Ellos ya saben preparar los merengones, conocen los precios y todo, pero mi propósito es que ellos sean profesionales en lo que les guste, pero, si alguna vez algo les llega a salir mal, ya saben defenderse en la vida con estos postres”, concluyó Hernández.