La Universidad de Los Andes (ULA), una institución que atiende a estudiantes de los estados Táchira, Mérida y Trujillo, atraviesa la situación más difícil en sus 238 años de historia, sin presupuesto, sin providencias estudiantiles y con deserción de estudiantes y maestros.
De acuerdo con los datos aportados por el rector de la ULA, Mario Bonucci, desde el Núcleo Pedro Rincón Gutiérrez, para el 2020, del presupuesto asignado a la casa de estudios, que era deficitario, solo le entregaron el 50%; en el 2021 solo el 10% del presupuesto en bolívares, que si lo hubiesen transformado a divisas representaba el 1% del dinero.
En el año 2022 solo entregaron el 3,24% del presupuesto planificado, lo que deja a la ULA en la actualidad sin recursos para su operatividad, destacó el rector.
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Por otro lado, la autoridad universitaria contó que los educadores tienen salarios de miseria, y ahora, con el aumento de las bonificaciones, quedan sin protección social frente a una emergencia de salud, por lo que se ven obligados a acudir a los deteriorados centros de salud públicos.
La nómina de la casa de estudios está integrada por 14.000 empleados, de los cuales, el 60% son profesionales jubilados que laboran de manera gratuita. Ahora también existe un 10% de deserción de profesores, por ende, hay cargos vacantes que no se llenan, refirió el rector, quien confesó que gana menos de 100 dólares y sobrevive gracias a remesas que le envía su familia desde España.
Adicionalmente, señaló que los estudiantes de la ULA carecen de comedor, transporte, y la exitosa red de posadas que habían implementado para ayudar a los universitarios de bajos recursos, ya no existe.
“Si un estudiante quiere comer, tiene que pagar, si un estudiante quiere dormir, tiene que pagar su residencia. Esta política está obligando a que podamos afirmar que, por la vía de los hechos, este Ministerio de Educación Universitaria privatizó la educación”, expuso Bonucci.
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Por ello, la casa de estudios tiene una diáspora estudiantil cercana al 60% (en valores absolutos) que se comenzó a observar desde el año 2016 al 2023, por lo que en 6 años ha perdido dos terceras partes de los estudiantes, aunque aclaró que algunas facultades la deserción es de apenas entre un 5 y 10 %, pero en otras en superior.
A pesar del oscuro panorama que afronta esta academia, la juventud sigue prefiriendo cursar estudios en la ULA, que además sigue apareciendo en los rankings internacionales, ocupando primeros lugares.
Aseguró que la universidad se mantiene abierta porque existe gente comprometida que tiene dos y hasta tres empleos para generar ingresos y llegar a trabajar a la ULA, en pocas palabras, están financiando la educación pública venezolana.
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En caso concreto, el rector narró que la persona que se encarga de realizar la formulación presupuestaria, que tiene mucha preparación académica, los fines de semana vende verduras en un mercado, con el propósito de poder trabajar entre semana en la casa estudios superiores.
En medio de estas condiciones, la ULA recibió de parte de la Universidad Católica Andrés Bello, del Centro de Políticas Públicas y de Gobierno, el premio Construcción de Valores Democráticos.
Algunos núcleos de la institución funcionan con mayores carencias, como el de, El Vigía, estado Mérida, el cual se ubica en una hacienda que fue invadida, pero en todas las sedes hay dificultades e inseguridad, pese a que han diseñado formas de generar ingresos a través de cursos que sirven para el mantenimiento mínimo de los laboratorios, pero que no alcanzan para pagar la nómina.
Anggy Polanco / Corresponsal La Opinión
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