Mi hija de tres años no quiere a su papá porque, aunque físicamente él no me pega, ella escucha que me grita e insulta, me hace sentir poca cosa, me acusa de hacer cosas que sólo están en su mente, me corre de la casa, es celoso y posesivo. Todo lo hace delante de las niñas”.
Este es el testimonio de *Marlene, madre de dos niñas de 3 y 9 años, que pidió no revelar su identidad por miedo a la reacción del padre de sus hijas. Su historia se repite cada vez con más frecuencia al interior de los hogares tachirenses, donde a la escasez de alimentos, medicinas y oportunidades económicas, se suman el estrés del confinamiento que llegó con la pandemia y se mantiene aún un año después.
En el lapso comprendido entre marzo de 2020 y 2021, las cifras de violencia intrafamiliar, contra mujeres, niñas, niños y adolescentes se han incrementado en aproximadamente 90% en el estado Táchira.
La violencia sicológica es el primer nivel de violencia. Los celos, el control del vestuario, el maquillaje y en general la presencia física de la mujer, son las primeras formas de violencia y generalmente ésta va avanzando hasta llegar incluso al suicidio o el feminicidio.
Así lo explicó Lis Mariel Flores, coordinadora de salud mental del estado Táchira y siquiatra del Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses, quien dijo que aunque este tipo de situaciones se presentan desde antes de la llegada de la COVID-19, el encierro y la convivencia prolongada en espacios reducidos de toda una familia, contribuyen al aumento de los casos evidenciado en el último año con respecto al anterior.
“La mujer se queda encerrada con su victimario y se potencian las posibilidades de maltrato, no solamente físico que es quizás el más evidente, sino principalmente el sicológico, que es un maltrato continuado, que muchas mujeres callan por temor a perder la familia, por el tema económico o incluso por el “qué dirán”, dijo Flores.
Emociones detonantes
La profesional explicó que normalmente es la ira la que dispara las agresiones, pero esto no es una regla inflexible. “Pudiesen haber momentos en que la persona está depresiva o ansiosa y ello exacerba la irritabilidad, merma la tolerancia, la empatía y facilita las explosiones de violencia”. Agregó que con la violencia sicológica es mucho más fuerte el daño que se produce, porque la persona va perdiendo su autoestima, su amor propio y su seguridad.
Los hijos, también afectados
Rosbelys López fue víctima de violencia por más de 15 años. “Me casé cuando tenía 21 años, tenía que aguantar humillaciones de mi esposo, que me fuese infiel por más de 10 años, me humillaba con el dinero y para poder salir adelante tuve que trabajar, porque además me exigía que siempre tenía que estar maquillada, arreglada y bonita, porque si no me arreglaba como a él le gustaba me insultaba”, recuerda.
Beatriz Mora, presidenta del Instituto Tachirense de la Mujer (Intamujer), dijo que durante los primeros dos meses de 2021 registran más de 1.000 personas atendidas con diferentes tipos de violencia, pero las estadísticas más altas son las de violencia contra la mujer y contra los niños, niñas y adolescentes.
La hija de López, de apenas 14 años, es también una víctima. “Ahorita mi hija vive una violencia increíble, mi esposo también la acosa sicológicamente. Me separé de él, le dejé la casa, le dejé la moto, todo con tal de recuperar la tranquilidad”, dijo entre sollozos.
“Las mujeres quedamos muy afectadas porque el hombre sabe dominar a la mujer sicológica y mentalmente, esa es la violencia más fuerte, es peor que la física”, agregó.
Las expertas coinciden en señalar que el maltrato sicológico afecta no sólo a la víctima directa, sino también a las personas de su entorno, los niños suelen volverse irritables, intolerantes y dependiendo de la edad copian las conductas o bien del agresor o de la víctima.
En el primero de los casos, muchas madres terminan siendo abusadas sicológicamente por su esposo y también por los hijos que repiten la misma conducta paterna.
¿Cómo vencer el miedo?
Según la Organización Mundial para la Salud, la violencia contra la mujer puede provocar traumatismos y problemas graves de salud física, mental, sexual y reproductiva, incluidas infecciones de transmisión sexual, infección por el VIH y embarazos no planificados.
El trabajo de las organizaciones pro defensa de los derechos de las mujeres es empoderarlas en las comunidades, darles las herramientas para que dejen de justificar a sus agresores, muchas dicen “me cela porque me quiere”, “no me deja poner esa ropa porque me cuida”, cuando la realidad es que es el principio de una relación de violencia, afirmó Beatriz Mora.
No obstante, Lis Flores reconoció que denunciar el maltrato psicológico es muy difícil, porque la persona maltratada tiene que aceptar públicamente que alguien que ama, le está haciendo daño y destacó que por ello resulta tan importante la búsqueda de ayuda especializada.
Un problema social y complejo
|Beatriz Salas, directora del Observatorio de Violencia de Género de la ONG Proyecto 860, enfatizó que en el último año se ha visto un aumento desenfrenado en los casos de violencia de género y maltrato infantil que se han dado en el estado Táchira.
A los centros asistenciales públicos han llegado casos de niños con desnutrición severa y detrás de todo esto hay una terrible descomposición social. Sus madres han sido violadas por largo tiempo, generalmente por sus padres y estos niños son producto de esas violaciones incestuosas”, apuntó.
Refiere que los agresores pueden llegar a ser expertos en la manipulación, lloran, piden perdón y segundas oportunidades. “Cuando se perdona, el ciclo vuelve a comenzar, pero las agresiones cada vez ocurren de forma más rápida y más profunda”.