La epidemia de viruela del mono está en retroceso, pero no hay que proclamar victoria demasiado pronto, advierten expertos y autoridades sanitarias ya que hay que tener en cuenta los numerosos países africanos en los que circulaba mucho antes de este año.
"Nos encaminamos hacia el final, pero aún no estamos allí", declara el virólogo Jean Claude Manuguara.
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Con más de 70.000 casos en un centenar de países desde mayo, "una epidemia de +monkeypox+ tan importante en tan poco tiempo es algo nunca visto", recuerda este jefe de la unidad Medio Ambiente y riesgos infecciosos en el Instituto Pasteur.
Las personas más afectadas, pero no las únicas, son los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres.
Desde mediados de julio, la curva de contaminación disminuyó considerablemente, especialmente en Europa occidental y América del Norte.
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Sin embargo, algunos países de América Latina siguen experimentando un aumento.
Y la viruela del mono, erigida como emergencia de salud pública internacional el 23 de julio por la OMS, conserva todavía este estatus, al igual que el covid.
"Una epidemia que se ralentiza puede ser más peligrosa, porque se puede pensar que la crisis terminó y se baja la guardia", advirtió a mediados de octubre Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.
Sin embargo, según varios expertos, la disminución de la epidemia se debe en gran medida al cambio de comportamiento en las comunidades de riesgo, aunque la inmunización también desempeñó un papel importante.
Los comportamientos evolucionaron gracias al papel "de las asociaciones, quizás más escuchadas que las autoridades y más próximas al terreno", sugiere Jean Claude Manuguera.
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Las encuestas indican que más de la mitad de los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres han reducido su número de encuentros sexuales.
En cuanto a la vacunación, "ayudó, pero el número de vacunas disponibles sigue siendo bajo", recuerda a la AFP Carlos Maluquer de Motes, profesor de virología en la universidad británica de Surrey.
La vacuna sigue siendo aconsejable en prevención y post-exposición. Según la Agencia Europea de Control de Enfermedades (ECDC), su eficacia clínica no está aún respaldada por "datos sólidos", pero presenta resultados preliminares positivos.
Cuatro escenarios posibles
"Sigue habiendo importantes incertidumbres sobre la evolución de la epidemia", subraya la agencia europea.
Sus expertos dibujan cuatro escenarios: Los dos desfavorables son un rebote de la epidemia -relacionado con el retorno de comportamientos de riesgo-, o bien una circulación reducida del virus con brotes esporádicos; mientras que los favorables son un retroceso persistente de la epidemia o bien la eliminación de la enfermedad en Europa.
El objetivo sigue siendo evitar que la viruela del mono (causada por un virus de ADN más grande y con menos posibilidades de cambios genéticos brutales que el de ARN) se vuelva más peligrosa o incluso se instale en países donde no lo es.
Actualmente es "endémica" en una decena de países africanos.
Es cierto que el virus de la viruela del mono es mucho menos contagioso que el de covid. Por lo tanto, los casos tienden a avanzar mucho más lentamente.
Pero en la medida que haya "más ciclos de infección, el +monkeypox+ tiene más posibilidades de modificarse e infectar a una mayor cantidad de personas", apunta Maluquer de Motes.
Este episodio recuerda que los virus no tienen fronteras y la respuesta debe ser global, insisten los defensores de un enfoque que combine salud humana, animal y ambiental ("One Health").
En las zonas endémicas de África central y occidental, la epidemia, más letal, se debe principalmente al contacto con la fauna en el medio rural.
En los últimos meses, "se ha vuelto a ver que las estrategias globales sólo se despliegan cuando los países del norte se ven afectados lo que no exime en absoluto a las autoridades sanitarias africanas", señala.
"Los países de África son una parte integral de la respuesta mundial", aseguró a principios de octubre Rosamund Lewis, principal experta de la OMS para la viruela del mono, elogiando su compromiso con una mejor vigilancia (detección del virus) y estudios sobre tratamientos y vacunas.
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