El corregimiento La Victoria de Sardinata, a 11 kilómetros y 20 minutos de distancia del casco urbano del municipio, le hace honor a su nombre, porque después de tantos años sobrellevando las secuelas del conflicto armado, al café le están dando el triunfo ante la guerra.
Desde Cúcuta, ir a ese pequeño centro poblado se toma casi dos horas. Está a 1.506 metros de altura y lo conforman 17 veredas. Ese clima frío lo hace propicio para el café y es por eso que los campesinos le están apostando al grano para cambiarle la cara a su pueblo, en donde el cultivo ilícito de la coca tomó fuerza por la violencia.
Hasta La Victoria llegó La Opinión, en donde recorrió las instalaciones de la abandonada subestación de la Policía Nacionalque se convirtieron en parte de la nueva historia que escriben los campesinos.
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Jaime Mendoza Gélvez, presidente de la Asociación de Cafeteros de La Victoria (Asocafevic), vienen liderando ese proceso de cambio junto a 23 familias productoras. En medio de este trabajo, las instalaciones policiales fueron convertidas en su sede gremial.
“La subestación es para nosotros un símbolo de paz, de transformación, donde podemos evidenciar el antes y el después, que de alguna manera era un actor en el conflicto y ahora es un lugar donde, aparte de transformar el café, también transformamos familias que estamos dispuestas a vivir en paz y poder hacer las labores de manera lícita”, afirmó el campesino.
Para los pobladores, recorrer las instalaciones es rememorar esos tristes recuerdos del último ataque contra el lugar y de los hechos que se vivieron antes. En sus paredes están los huecos dejados por las ráfagas de disparos y parte de su estructura está deteriorada y con oscuridad.
Un ataque de nueve horas
Nancy Yolima Velázquez, una de las asociadas, recordó que era niña cuando ocurrió el ataque guerrillero, aquel viernes de mayo de 1999, por parte de unos 200 hombres armados, seguramente del Ejército de Liberación Nacional (Eln), contra unos 12 a 15 policías.
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“Me cuenta mi nona, que vivía en el pueblo, que esos hombres comenzaron a llegar como a las 6:00 de la tarde y se metieron por los solares de las casas. Nadie podía moverse, debía quedarse en casa. Por ahí, a las 8:00 de la noche, comenzó el enfrentamiento hasta las 5:00 de la madrugada”.
Velázquez expresó, que según se dijo después, por esos días estaba con los uniformados la esposa de uno de ellos en la subestación. “Cuentan que se querían entregar y la esposa del policía no los dejó y les colocaba trapos mojados en la nariz, para que no se afectaran con el olor a pólvora”.
La caficultora agregó que ningún policía murió, pero en medio del ataque de la guerrilla y la respuesta del ‘avión fantasma’ del Ejército que llego a auxiliar a los uniformados, una mujer y un hombre, pobladores de La Victoria, fallecieron. Las casa vecinas quedaron sin techo.
“Desde ese entonces quedó ese puesto policial solo. Fue una época muy dura, nos contaba mi abuela. Esa noche fue un desespero total, porque no se sabía qué iba pasar con los cilindros bomba que tiraban”, resaltó la habitante.
Un renacer de la subestación
Jaime Mendoza manifestó que en 2018, nueve años después de ese cruento ataque, nació la idea de poderse instalar en la subestación “abandonada y carcomida por el desaseo, porque se había convertido en botadero de basuras y para cosas indebidas”, la sede de la Asocafevic.
La asociación ha ido recuperando progresivamente la infraestructura en la medida de sus posibilidades. Por ejemplo, restauró el techo y en su gestión lograron equiparse con maquinaria, como tostadora, trilladora, molino, básculas, grameras y selladora, para impulsar a los caficultores.
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“Estimamos que el valor de estas máquinas está por encima de los 100 millones de pesos. Todo lo logramos gracias a proyectos de parte de Ministerio de Agricultura, la Alcaldía de Sardinata y a la Pastoral Social de la Diócesis de Cúcuta. Hemos podido dar seguridad a este lugar, encerrando de tal manera que se pudo bloquear el acceso para la entrada de la estación”.
El líder de los productores recalcó que su deseo es seguir transformando el café, pero también hogares, para poder lograr un territorio de paz y de progreso. Precisó que en el corregimiento existen un poco más de 200 familias que viven de la caficultura.
Nancy Yolima Velázquez resaltó que buscan cambiar la historia triste y con Asocafevic surgió la esperanza. “Crecí en el pueblo. Darle otra imagen a un lugar en donde hubo violencia es maravilloso, porque hay paz y armonía. Ahora se habla de trabajo, de campo y de emprender”, aseguró.
“El café lo tenemos como algo cultural que el cultivo de la coca nos quiso arrebatar, junto a la tranquilidad, pero que gracias a este grano hemos podido recuperar”, asentó Jaime Mendoza, quien agregó que la subestación pertenece al Ministerio de Defensa, pero no han podido lograr que se la entreguen, con el fin de gestionar su total reconstrucción.
Un poco más de historia
De acuerdo con el informe ‘Tomas y ataques guerrilleros (1965 - 2013)’ del Centro de Memoria Histórica, Norte de Santander fue el cuarto departamento con más acciones guerrilleras en ese período, después de Cauca, Antioquia, y Nariño y por encima de Santander, Tolima, Huila y Cundinamarca.
En La región fronteriza se registraron 97 tomas y ataques guerrilleros, 49 de ellas del Eln. Además, Sardinata, con 13, está entre los diez municipios de Colombia que tuvo más incursiones y tomas. Hacarí es el otro territorio de Norte de Santander que aparece en el top, con 15 acciones subversivas.
“Una de las principales intenciones que tuvieron las organizaciones guerrilleras fue controlar el ingreso a la región del Catatumbo, altamente rica en petróleo y carbón, y punto estratégico para regular el fecundo cultivo de coca en esta zona”, documentó el informe.
Entre 1992 y 2002 se llevaron a cabo 489 ataques a cuarteles de Policía y 296 tomas, para una total de 785 acciones en todo el país. En 1999, año del ataque a la subestación de La Victoria, hubo 122 acciones armadas.
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