Tres años después de haber asumido la Secretaría de Posconflicto y Cultura de Paz de Cúcuta, Elisa Montoya decidió dar un paso al costado y desde ayer ya no hace parte de la administración municipal.
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Aunque la saliente funcionaria fue una de las artífices del fenómeno Jairo Yáñez en 2019 y una de las encargadas de hacer posible que, contra todo pronóstico, un outsider, un candidato que no estaba en los planes de nadie, se convirtiera en el nuevo alcalde de la ciudad, su relación con el mandatario municipal hoy ya no era la misma y su misión en el gobierno municipal estaba cumplida.
En entrevista con La Opinión, Montoya reveló las razones por las cuales decidió dejar su cargo faltando menos de un año para terminar el actual periodo, contó por qué fue que dejó de hablarle al oído al mandatario municipal y admite que se sintió perseguida por algunos actores políticos de la ciudad. La ahora exsecretaria habló también de sus principales logros al frente de la Secretaría, entre otros temas de su desempeño como funcionaria.
¿Por qué dejó la Secretaría de Posconflicto?
Creo que es una combinación de factores, pero el número uno y tal vez el más importante, es porque siento que terminé mi trabajo. Lo que se me encargó y la responsabilidad que se me dio, la cumplí. Pienso que quedarse atornillado a un puesto no es bueno. En segundo lugar, fue el cansancio emocional fuerte del proceso de la Alcaldía; aspectos que no tenían nada que ver con mi función, pero que me agobiaron. Hay un tercer motivo que une las dos cosas y es porque creo que Cúcuta se merece una segunda oportunidad o todas las que vengan, y me voy a hacer campaña, a trabajar en política. Voy a intentar hacer que otra vez la gente confíe en nosotros.
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¿En nosotros es quiénes?
En el equipo que estuvo con el alcalde en parte y que tuvimos unas distancias con él en algunas situaciones específicas. En ese equipo está Sergio Maldonado, que es nuestro candidato (a la Alcaldía), y varias personas que queremos demostrarle a Cúcuta que sí se merece algo mejor, que no tiene que volver a lo de antes, por cuenta de la famosa promesa de que "robaban, pero hacían". Queremos dar la pelea otra vez a ver qué pasa.
Siendo un poco autocrítica, ¿sí ve que hoy estén dadas las condiciones para esa segunda oportunidad de la que habla?
Lo veo como una espada de doble filo. Por un lado, hay muchas decepciones que la gente sintió de la Alcaldía; hubo unas expectativas incontrolables y de pronto no hubo la suficiente entereza para decirle a la gente: vamos a llegar hasta este punto, no vamos a cambiarlo todo, pero tengamos paciencia. Pero también estoy convencida, aunque no tengo ninguna prueba que lo acredite, de que la gente del común, no los que están en los círculos políticos, sino la gente real, no quisiera volver al pasado y dicen que por Ramiro y por William no vuelven a votar.
Entonces, no es un ambiente fácil, ni como el de hace cuatro años, de despertar la indignación, pero hay que mostrarle a la gente que Cúcuta sí cambió.
Usted dice que una de las razones que la llevó a irse de la administración es porque se sintió agobiada, ¿agobiada de qué y por qué?
Me sentí muy agobiada dentro de la administración. Pasé por varias crisis emocionales dentro de la Alcaldía y por cosas realmente ajenas a la Secretaría de Posconflicto. Era más como una frustración, desde mi forma de ser, de querer que todo estuviera bien y cuando había algún error o alguna situación que como ciudadana no me parecía, pues me agobiaba. El no poder hacer algo, no poder decir algo o no poder cambiar esa situación me produjo muchos golpes emocionales.
¿Parte de esa sensación se la produjo el hecho de haber terminado distanciada del alcalde?
Creo que esa sensación vino después. Me sentí bien cuando estábamos un poquito distantes, pero las cosas marchaban bien. Me sentí mal de esa distancia fue cuando empecé a ver que si uno no opinaba o no metía la cucharada, aunque no es que yo sepa de todos los temas, pero al menos como ciudadana advertía que había algo que podía salir mal, que podía reventar a la administración, y ya no se estaban tomando buenas decisiones al respecto. Ahí sí empezó mi distancia con el alcalde. Creo que algunas cosas se pudieron haber evitado si hubiera logrado permanecer cerca al alcalde.
¿Y en qué momento exacto se da ese distanciamiento?
Se da en 2021, a mitad de año más o menos, cuando tuvimos una pelea dura en el parqueadero del Área Metropolitana. Fue una pelea a causa del tema de Miguel Peñaranda. Alguien publicó un mensaje en Twitter en el que decía que algunos secretarios debían irse por sus conductas, o algo similar, y en ese momento me sentí una ciudadana libre para opinar al respecto y dije que estaba de acuerdo. Eso fue, obviamente, un error completo que nos llevó a una discusión bastante fuerte con el alcalde, porque sí soy de las que pienso, como funcionaria, como persona y ciudadana, que si alguien, desde el cargo que ostenta, comete una falta como esas tiene que irse, por más buen o mal trabajo que esté haciendo. Esto fue parte del Florero de Llorente.
¿Cree que Miguel Peñaranda es esa persona que ha borrado cualquier buena intención que pueda tener el alcalde de hacer las cosas mejor y de manera distinta?
Sí. He compartido muy pocas palabras con Miguel Peñaranda, no tengo nada en contra de su persona, de su ser, no lo conozco, pero creo que con su accionar y con sus omisiones, frente a las obras y demás, sí le ha enlodado la cara al alcalde. Se le encargaron los proyectos más importantes de la Alcaldía y son los proyectos que la gente no ve avanzar. Para mí, eso es un tiro en el pie, porque todo lo que hizo el Banco del Progreso, Desarrollo Social y muchos otros secretarios que han hecho cosas novedosas e impensables, no tienen la misma fuerza que los proyectos que están encargados en el Área.
Usted fue, junto con tres jóvenes más, una de las artífices de la victoria de Jairo Yáñez en 2019, ¿qué se siente pasar de ser la protagonista de esa hazaña a una funcionaria relegada dentro de la administración?
Fue realmente muy triste, pero creo que me abrió los ojos. Siento que todavía estaba muy inmadura en el tema político, muy ilusa e inocente de muchas cosas, pero esto definitivamente me abrió los ojos. Sentir que no por el hecho de haber sido parte de un proceso iba a hacer parte de un resultado, eso es importante entenderlo. Pero claramente fue un proceso difícil, un proceso fuerte porque son las opiniones de uno las que lo terminan alejando. El no estar de acuerdo con todo, no agachar la cabeza, pero hay que aprender y creo que esa fue mi lección.
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Hace unos días hizo eco un informe de la Contraloría Municipal sobre el presunto aumento de la contratación OPS en el gobierno Yáñez y ahí figura la Secretaría de Posconflicto, ¿por qué se crearon más cargos?
Creo que nadie lo ha dicho, pero yo lo voy a decir porque ya salí del cargo: eso es totalmente falso, malintencionado y politizado al cien por ciento. Cuando yo llegué a la Secretaría había 85 OPS. En el primer año contraté 18 personas, en el segundo 35 para hacer todo lo de la zona rural que era muy grande y el año pasado no alcanzamos a tener más de 35 personas. Que por qué se ve un gran número de contratos, y eso a veces es difícil de entender, es porque los contratos terminan y se renuevan. Una persona, por ejemplo, tenía hasta tres contratos en el año. Entonces, realmente, si en el informe se mencionara cuántas personas hubo contratadas a través de esos contratos, sería muy diferente la lógica y la explicación. Y si compararan año tras año verían que lo que hay es una reducción. Pero el daño mediático está hecho.
A su Secretaría también le reprocharon el haber contratado a una persona por un valor que supera los topes máximos, ¿por qué se procedió así?
Este contrato para mí es muy importante, porque fue un señor que conocí en la zona rural, es un zootecnista con mucha experiencia que se ha metido a todas las veredas y rincones donde estoy segura que ninguno de los que hicieron el informe conoce que existe. El aumento del salario, previamente autorizado, se da por el riesgo que está tomando esta persona al llegar a cada rincón de la zona veredal. Entonces, es más fácil decir lo que se le pagó al señor que las razones por las cuales se hizo.
¿En algún momento se sintió perseguida por los detractores políticos de la administración?
Sí, sobre todo con el proyecto de sustitución. Sentí que muchas personas, y así se lo dijeron al alcalde, querían sacarme. Le decían que yo no estaba colaborando con el proceso. Muchas veces tuve miedo, la verdad, de que me suspendieran o me inhabilitaran. Afortunadamente tuve un equipo jurídico muy bueno.
¿Haberle ganado la batalla a Jaime Vásquez y lograr que tuviera que rectificar y retractarse de los señalamientos en contra suya, es uno de sus grandes logros antes de irse del cargo?
Sí. Creo que defender y limpiar el buen nombre es muy importante y así haya que gastar el tiempo y los recursos que sea, hay que hacerlo. Hay que demostrarles a ellos que uno no se intimida ni amedrenta ante ese tipo de ataques. Les adelanto que esta no es la única batalla que se gana, sino que le viene ahorita un proceso mucho más grande por otros temas en los que me ha acusado. Claramente en el fondo uno sabe que no es Jaime Vásquez, por ser Jaime Vásquez el que lo hace, sino que hay una estructura política detrás impulsando eso.
¿Y cuál era el fin?
Siempre fue una crítica por haber llevado al alcalde al poder. Esperamos poder darles dolores de cabeza nuevamente. Aquí estaré.
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Pese al giro que dio su relación con el alcalde, ¿qué le exaltaría hoy públicamente?
Exalto al alcalde y le doy las gracias porque quiere a Cúcuta y cree en Cúcuta. Siempre ve el lado positivo a las cosas y creo que eso es lo que necesita la ciudad.
¿Y si pudiera darle un mensaje, a modo de reflexión?
Le diría al alcalde que quizás debió haber escuchado más a algunos que tratamos de decirle cosas, que tal vez no éramos los más experimentados, pero que tenemos la ciudad en la cabeza. Creo que hizo falta un poco más de escucha y liderar un poco más a su equipo.
Los logros obtenidos
Usted dice que se va, en parte, porque ya cumplió con la tarea que se le encomendó, ¿cuáles fueron los grandes logros de su paso por la Secretaría de Posconflicto?
La Secretaría de Posconflicto era un espacio muy diferente a lo que es hoy. Era un fortín político, donde se movían votos y temas de este estilo, y no se le ayudaba en nada a la calidad de vida de la gente. Para mí, uno de los mayores logros, gracias al equipo que me acompañó, fue cambiar la mentalidad de las víctimas del conflicto. Hoy muchas de estas personas que viven en Cúcuta no llegan a la Secretaría buscando que les paguen un servicio, un subsidio, sino mostrando su negocio, diciendo que quieren tener un emprendimiento, que tienen una habilidad en particular para trabajar. Ese cambio de chip realmente fue muy positivo. Fue muy duro, pero los resultados hablan por sí solos.
¿Resultados como cuáles?
Hoy tenemos señoras de la zona rural que venden pollos en almacenes de cadena, personas que están exportando chocolates a Miami y muchos casos de personas que ya no tienen nada que ver con el Estado, es decir, que no dependen del asistencialismo, y para mí eso es fundamental. Fueron más de 2.000 personas que pasaron por ese proceso.
La Secretaría logró reducir en un 15% los cultivos ilícitos en la zona rural de Cúcuta e implementaron un plan piloto de sustitución, ¿cómo lo hicieron?
Probablemente fue el mayor logro que tuvimos. Y es un logro que de pronto a la gente que no vive en la zona no le interese tanto, pero que le apuesta al tema de la seguridad en Cúcuta, que hace posible que no haya más víctimas en la zona rural, que hizo que toda una vereda, contra todo pronóstico, dejara la coca y hayan arrancado las hectáreas que tenían sembradas y ya estén con productos legales como el plátano, el cacao y otros. Tuvimos que enfrentarnos con muchos actores para conseguir eso; con el Gobierno que nos decía que si no era desde su forma no lo podíamos hacer, pero también tuvimos unos enfrentamientos con actores políticos locales que no querían que ese proyecto viera la luz.
¿Cuáles actores políticos?
Como el Concejo de Cúcuta y otros actores. Preferían que los recursos se fueran a un convenio para contratar OPS con la Personería. Este era un convenio que se hacía todos los años para que la Personería atendiera a las víctimas, y no quiero decir que eso no sea legítimo y necesario, pero en ese año había que tomar una decisión y era tomar ese recurso que estaba disponible, para darle vida al proyecto de sustitución. Medio mundo político incidió para que esto no saliera, hasta que lo logramos sacar adelante, pero eso dejó muchas secuelas, heridas y distancias.
¿Ese plan piloto de sustitución en qué quedó?
Está en la fase de empezar a dar frutos. Los campesinos de la vereda el 25 tienen su asociación, tienen acuerdos comerciales con el comercializador de plátano más grande de Cúcuta, están próximos a empezar a sacar cosecha para suplir la demanda de la ciudad. Ellos se convirtieron en una comunidad unida, trabajan en equipo, se ayudan entre sí. Hay 10 beneficiarios que gracias al proyecto accedieron a tierra y hoy son propietarios.
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Eso es algo muy importante para nosotros, además de que otras veredas se están entusiasmando y quieren participar también. Entonces, lo que hay que destacar es que más allá de las cifras, se le abrió la puerta a que esto sí era posible de hacer, sí hay un gobierno que cumple que fue la Alcaldía, de la mano de la cooperación internacional, y que si seguimos por ese camino, también podemos ser un municipio libre de coca.
¿Le preocupa que el terreno ganado se pierda ahora que usted se va?
Muchísimo. Hace poco, en la inauguración del salón comunal de la vereda el 25, que es donde adelantamos el proyecto de sustitución, sentí un poco de nervios y de preocupación, no por el hecho de que si uno no está no se hace nada, sino por la confianza que se construyó. Sin embargo, espero que la gente haya aprendido a construir por sus propios medios y no volver a caer en las prácticas asistencialistas.
¿Qué le quedó faltando por hacer?
Varias cosas: una muy importante, es que nunca tuvimos la capacidad presupuestal para darles las ayudas humanitarias a todas las familias que llegaban a Cúcuta. Da guayabo, además, porque siento que pudieron habernos dado un poquito más de recursos desde la Alcaldía. En segundo lugar, estuve tratando de dejarle montada a la Secretaría un sistema de voluntariado, pero no alcancé.
Más detalles de la entrevista aquí:
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