Inteligente, culto, encantador, gran conversador y contador de historias; divertido, amante de la buena vida y de la comida, en especial los pasteles de garbanzo y el mute; recio, estricto y riguroso, pero, sobre todo, buen amigo.
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Con estos apelativos, muchos cucuteños recordaron ayer a José Fernando Bautista, el embajador de Colombia en Portugal, al que un ataque al corazón le ganó la batalla, a sus 61 años, después de una semana de estar internado en una unidad de cuidados intensivos en Lisboa.
En septiembre del año pasado, Bautista había tenido ya una primera alerta, tras presentar problemas de salud de origen cardiovascular que lo obligaron a internarse en un centro asistencial de Portugal para un chequeo médico y posteriormente fue sometido a una cirugía de corazón. Su fortaleza, sin embargo, le permitió recuperarse satisfactoriamente y semanas después retomó sus labores diplomáticas.
Quienes lo conocieron y tuvieron la oportunidad de trabajar con él coinciden en que su carrera fue un constante ascenso y su consigna principal: estar en el momento indicado, en el lugar indicado.
Visionario, soñador, pero en especial líder. Esas cualidades le permitieron escalar posiciones rápidamente. José Fernando Bautista incursionó muy joven en la escena política y el Nuevo Liberalismo de Luis Carlos Galán fue su escuela, como dirigente estudiantil. De ahí dio el salto al Partido Liberal, en donde, de la mano de Jorge Cristo Sahium, conoció lo que era la movida electoral.
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Aunque no hizo parte de una familia política y su apellido no tenía el peso de las castas de la región, solo y a pulso se abrió paso entre los grandes dirigentes del departamento, quienes poco a poco lo fueron llevando a conseguir el protagonismo y la relevancia que adquirió en la escena pública.
Su paso por las juventudes liberales, pero sobre todo su forma de ser, chispa, inteligencia e iniciativa, le permitieron ganarse la confianza de Luis Fernando Jaramillo Correa, ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno de César Gaviria, y en poco tiempo ya estaba iniciando una carrera diplomática.
Sin cumplir todavía sus 30 años fue embajador en misión especial en Surinam, cónsul general en Sao Paulo (Brasil) y primer secretario encargado de Negocios en Pretoria (Suráfrica).
En 1996 fue elegido secretario general del Partido Liberal y un año más tarde asumió el Viceministerio de Comunicaciones.
Nuevamente, por esas cosas de la vida, pero particularmente por eso de que siempre había que estar en el lugar indicado, en 1997, ante el escándalo del ‘miti-miti’, le correspondió asumir como ministro de Comunicaciones, cargo en el que estuvo hasta 1998.
Tenía 36 años y un reconocimiento ya ganado a nivel nacional, cuando le propusieron ser alcalde encargado de Cúcuta, ante la suspensión de José Gélvez Albarracín. La decisión fue del entonces gobernador Jorge García-Herreros y contó con el pleno respaldo de la bancada de congresistas de la región. Y es que dicen que aunque no fue nunca legislador, a Bautista lo recibían como uno de ellos en el Congreso.
Su gran anhelo siempre fue hacer de Cúcuta una mejor ciudad y por eso en el corto tiempo que estuvo al frente de la administración transformó y modernizó la prestación del servicio de aseo para ofrecerles mejores condiciones a los cucuteños, procuró que la ciudad tuviera una mejor pavimentación, accesos y pasos peatonales. Le dio un giro al tránsito y trató de hacer una política distinta a la tradicional, dicen quienes lo acompañaron.
Después de su paso por la Alcaldía de Cúcuta, el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez lo nombró presidente del Banco Agrario y tras su salida del Gobierno incursionó en el sector de las Telecomunicaciones.
Su amistad con el expresidente Juan Manuel Santos lo llevó a hacer parte del equipo con el que fundaron el Partido de la U y en 2010 fue nombrado embajador de Colombia en Venezuela. Desde allí lideró el proceso de reapertura de la misión diplomática colombiana y el fortalecimiento de las relaciones con el vecino país.
Su condición de hijo de la frontera lo llevó a preocuparse siempre porque los canales de comunicación y las relaciones entre Bogotá y Caracas fueran las mejores, en beneficio de Norte de Santander.
Hoy ese asunto seguía siendo una de sus principales preocupaciones, tanto que el actual canciller, Luis Gilberto Murillo, reconoció ayer que solía consultar al embajador de Colombia en Portugal sobre los temas relacionados con Venezuela y recordó que el diplomático le insistió siempre en mantener el “diálogo” como salida a la crisis en esa nación.
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“Él me estaba asesorando en los temas de Venezuela. Entonces, yo consultaba mucho con él estos asuntos. Siempre me dijo: mantengan el diálogo, busquen una solución acordada en Venezuela”, destacó Murillo.
Después de un largo periodo de tiempo dedicado a asuntos personales y a sus negocios particulares, el cucuteño decidió aventurarse con un proyecto a la Alcaldía de Cúcuta y en 2019 se radicó nuevamente en la ciudad para recoger firmas y apostarle a esta idea. Al final las cosas no salieron como esperaba, terminó adhiriendo a la nueva campaña de Donamaris Ramírez, pero Bautista volvió a cobrar vigencia en el terreno local.
Eso lo llevó a que unos años más tarde se convirtiera en uno de los principales líderes y promotores de la candidatura presidencial de Gustavo Petro, no solo en la región, sino en el país.
En 2023, el presidente decidió nombrarlo embajador de Colombia en Portugal, cargo que asumió oficialmente en abril y el cual ejercía actualmente. Curiosamente, en la misma posición en la que empezó a escribir su historia en la escena pública, como diplomático, así concluyó su vida José Fernando Bautista.
El hombre que creyó en los jóvenes
Los que conocieron e hicieron carrera al lado de José Fernando Bautista, ‘el gordo’ Bautista, como cariñosamente lo llamaban muchos, coinciden en que una de sus mayores virtudes fue el apoyo y la confianza que les brindó a los jóvenes, para que empezaran a forjar su trayectoria profesional.
“Era un hombre que en otra época en la que no se creía en los jóvenes, él sí creía en ellos. Como de joven tuvo la oportunidad de que creyeran en él y fue muy joven ministro, cuando vino encargado de la Alcaldía armó un grupo de muchachos que era como de su confianza y que estábamos acabados de salir de la universidad, que nunca habíamos estado en lo público y menos en una dignidad, y nos llevó a trabajar con él”, cuenta Alejandro Carlos Chacón, actual senador de la República.
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El congresista recuerda que Bautista era un jefe recio en el trabajo, fuerte en su temperamento, exigente, perfeccionista, pero que una vez cruzaban las puertas del Palacio Municipal para ir hacia sus casas, se convertía en el hombre más amoroso y en el mejor amigo.
“Siempre fue un tipo que mantuvo sus amistades, a pesar de que después políticamente no estuviéramos juntos. En mi caso le tengo una gratitud infinita, porque fue de las primeras personas que creyó en mí como persona, como amigo y profesional. Fue la primera persona que me dio una oportunidad en la vida pública”, dijo.
Otro de los llamados miembros del “Kinder” de Bautista, como les conocían a los integrantes del gabinete que conformó el entonces alcalde de Cúcuta, teniendo en cuenta su juventud, fue el actual representante Heráclito Landinez, quien forjó buena parte de su carrera al lado del embajador.
Landindez dice que lo conoció por allá en el año 1994 y que desde un principio él creyó en sus capacidades, razón por la cual lo mantuvo siempre a su lado como asesor.
“Era un hombre muy inteligente y adelantado en sus cosas de la vida y de la realidad política. Tenía una claridad mental impresionante. Un día me dijo que iba a ser secretario general del Partido Liberal y luego ministro. Al mes lo nombraron secretario general del Partido Liberal, al año lo nombraron viceministro de comunicaciones y en agosto del 97 ministro de Comunicaciones”, recuerda el representante, quien fue su secretario de Gobierno en la Alcaldía de Cúcuta.
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Juan Carlos Uribe, quien además de ser su jefe de control interno también fue su abogado personal, destacó, igualmente, la inteligencia que caracterizaba a José Fernando Bautista. “Era muy culto, muy acertado y con una capacidad enorme para tomar decisiones en su vida pública. Un soñador de una mejor ciudad”, destacó.
Y aunque Bautista emprendió caminos distintos de otros quienes también fueron sus amigos, como Juan Fernando Cristo y Manuel Guillermo Mora, todos coinciden en que, ‘el gordo’ siempre dejará una huella por su simpatía, amabilidad, pasión por la ciudad y amistad incondicional.
Día extraño,triste y nostálgico el de hoy. Se nos fue José Fernando,gran amigo de infancia.Crecimos juntos en Cúcuta y descubrimos Bogotá,juntos también en Chapinero,en la época universitaria. Vivió como quiso la vida. Luchador, intenso, divertido,inigualable conversador y…
— Juan Fernando Cristo (@CristoBustos) August 8, 2024
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