En la comuna 8 de Cúcuta, de empinadas calles polvorientas, rodeado de pobreza, anda David Umaña Franco, un joven de 28 años que abandonó la exclusividad del norte de Bogotá para vivir en los barrios populares de esta ciudad.
Llegó a Los Olivos como voluntario, con los salesianos, a envolver regalos por 15 días, y hoy suma seis años desarrollando programas sociales para niños, jóvenes, viejos, discapacitados, indios Yukpa y venezolanos recien llegados.
“Llegar a Cúcuta fue providencial”, cuenta. “Iba camino al Tayrona, y podía pasar por Cúcuta. Eso fue para navidad. Estuve envolviendo regalos, y disfruté la venida, pero fue ajena, porque estaba en el centro, y es diferente porque estás alejado del barrio”.
En Tayrona se acostumbró a caminar descalzo, porque un día perdió sus zapatos y no pudo comprarlos, pero en Cúcuta retomó el caminar con la planta del pie en la tierra y el barro, para identificarse con la gente.
El Centro Oratorio Juvenil y Comunitario Don Bosco, de la comunidad salesiana, lo recibió como voluntario. “El padre Héctor (Franco) tenía seis meses con una estructura, y le dije que me dejara quedar 15 días más, para conocer”, relata.
“Ese diciembre fue de lluvias, con desplazados, y allí estaban dos millones de dólares en ladrillo, que no se iban a usar”, recuerda. “Había un montón de proyectos aprobados, pero no veía a los líderes, y en seis meses ya estaban los grupos de afrodescendientes, de los niños de fútbol, de los abuelos…”.
Tras ser voluntario por dos años en el centro, un año en la parroquia María Auxiliadora, y coordinador del oratorio, tuvo que firmar contrato, pero lo terminó pronto para poder seguir su vocación de cambiar la sociedad, y formar Fénix.
“Fénix siempre existió, desde el oratorio”, dice. “Nunca se pensó en una identidad diferente, pero se hizo necesaria y empezó de las cenizas, el 24 de diciembre del año antepasado”.
(Los habitantes de más de una decena de barrios, especialmente niños, reciben algo de alivio con la oenegé Fénix, que lidera Umaña.)
Con fútbol y educación, Fénix saca de la calle a niños de la periferia de Cúcuta y atiende población vulnerable.
En el equipo de fútbol Fénix hay más de 200 niños, y unos 70 jóvenes de Antonia Santos están en el nido de la organización, recibiendo clases para culminar el bachillerato.
Fénix tiene influencia directa en los barrios Antonia Santos, Los Olivos, Sabana Verde, Estoraques, Altos de Mirador, San Fernando del Rodeo, Ciudad Rodeo, Rincón del Rodeo, Fortaleza, Talento, La Flor, Nueva Esperanza, y Alto Viento, en donde el trabajo más arduo se vive con las personas con discapacidad, en especial por los tratamientos.
“Uno hace uso de la ley con tutelas, y la ley los defiende, pero el problema es el sistema”, dice. “Hay gente que no tiene cómo movilizarse; salir a terapias es un infierno, porque son abuelas con los nietos encima, o un adulto al hombro, en pleno cerro. De nada sirve el proceso legal si el sistema no entiende las condiciones”, como él lo hace, caminando barrios.