La crítica de Uribe no fue solo simbólica ni abstracta. Cuestionó directamente al jefe de Estado por, según él, convertir en protagonistas a personas con antecedentes criminales, y darles una plataforma en un espacio público de alto impacto. Para el expresidente, este tipo de gestos son profundamente dañinos para el tejido social del país.
“Cuando la referencia de la paz es la exhibición de quienes han asesinado, los ciudadanos reciben el mensaje de que el crimen es válido”, aseguró. Y agregó que “Colombia no puede seguir el camino de confundir la paz y el perdón con la exaltación de criminales”.
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Uribe también aprovechó su intervención para hacer un contraste con sus propios gobiernos. Recordó que durante sus dos mandatos presidenciales ofreció “plenas garantías” a la oposición y aseguró que nunca se atentó contra su integridad ni se vulneraron sus derechos políticos.
“Ningún líder de la oposición fue asesinado. Tenían la misma protección que mis más cercanos colaboradores”, dijo, aunque reconoció haber utilizado palabras inapropiadas en algún momento para responder a agresiones del entonces senador Petro.
Asimismo, destacó su relación con figuras opositoras de la época como Antonio Navarro, Luis Eduardo Garzón y Sergio Fajardo, subrayando que, pese a las diferencias políticas, mantuvo un trato respetuoso y diálogo permanente.
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