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Todos los caminos conducen a Sandra Ortiz: la historia de la mujer con las llaves del escándalo Ungrd
La exconsejera presidencial para las regiones atraviesa días difíciles. La lupa sobre ella por el escándalo de corrupción más grande del Gobierno.
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Colprensa
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Domingo, 11 de Agosto de 2024

El 26 de octubre de 2021 Sandra Ortiz parecía segura de tener un futuro político prometedor. Estaba en su departamento contando cómo fue su vida en las montañas de Paz del Río (Boyacá), así convencía, junto al senador Iván Name, a sus bases políticas para que votaran por ella en la precandidatura presidencial de la Alianza Verde.

“La única mujer que va a ser seleccionada para que lleve la candidatura de la fe y la esperanza en el partido”, le decía Name a un público entusiasta que usaba tapabocas, pues era la época de la pandemia. Pero la vida dio sus vueltos y, según los chats revelados por los exfuncionarios Olmedo López y Sneyder Pinilla, Ortiz no se abanderó de la fe y la esperanza, sino que terminó llevando dinero en efectivo de la Unidad para la Gestión del Riesgo (UNGRD) en tulas negras.


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La exconsejera para las Regiones está hoy en la mitad de una trama de corrupción al mismo tiempo que sufre el duelo por el asesinato de “Pedro Aguilar”, un reconocido jefe de las esmeraldas que trabajó en su momento en el esquema de seguridad de Víctor Carranza y al que un francotirador le disparó en su casa, ubicada en un lujoso condominio de las montañas del norte de Bogotá. Aguilar fue su pareja, según confirmaron a EL COLOMBIANO varias fuentes que los conocieron a los dos. “Hace muchos años me lo presentó en el Congreso. Ella decía que era su novio”, aseguró una fuente que pidió no ser citada.

Ortiz se crió en una familia boyacense conservadora. Su madre murió en 2016 en medio de una de sus campañas políticas cuando acababa de nacer al tiempo su hija menor. Eso la desestabilizó, pero también le dio fuerzas para convertirse en vicepresidenta de la Cámara de Representantes y luego a dar el paso al Senado por el Verde.

Desde entonces, fue cercana a Iván Name y a la cúpula de su partido, en el que se abrió un espacio de liderazgo relevante al lado de Carlos Amaya, hoy gobernador de Boyacá.

“Yo siempre rompo paradigmas. Hace 20 años no había una congresista mujer en nuestro departamento. Lo que queremos todos es que esta mesa directiva cambie esta mala imagen que tenemos los congresistas porque no es justo que por unos pocos paguemos todos. Se los digo de verdad, el 99 % de los congresistas son personas buenas que vienen con la ilusión de ayudarle a la gente de sus regiones y hacer las cosas bien. Queremos que cambien esa imagen que tienen de nosotros”. Estas fueron las palabras que Ortiz dijo en un video de campaña hace ocho años y que, evidentemente, envejecieron mal.

En el escándalo de la UNGRD, que ya tiene dos altas cabezas fuera del Gobierno, es claro que hoy es la mujer que tiene las llaves de una parte importante de la verdad. Hasta ahora la acusación en su contra pasa por dos chats en específico.

El primer chat de Olmedo López es aquel en que Ortiz lo busca insistentemente para darle las coordenadas de la reunión que ambos debían tener en la habitación 2312 del Hotel Tequendama el 25 de septiembre pasado, solo unos días antes de que se firmara el contrato de los 46.800 millones de pesos para los 40 carrotanques en La Guajira, y de que se realizaran las elecciones del 29 de octubre en las que tanto Name, su amigo cercano del Verde, y el expresidente de la Cámara, Andrés Calle, tenían intereses.

El otro chat es uno de Sneyder Pinilla en el que este le escribe insistentemente para entregarle un dinero en efectivo, esto luego de que el exsubdirector de la Unidad lo recibiera en el centro de Bogotá. Se trataba, según la versión de ambos testigos, de un total de 3.000 millones de pesos para Iván Name que debían ser entregados a “la mensajera”, como decidieron llamar a Ortiz.

Además de los chats, la Fiscalía también tiene en su poder las celdas de los celulares que comprueban que los testimonios corresponden con los movimientos que hicieron esos días en Bogotá y donde están las fotografías de las bolsas negras con el dinero que iba a ser entregado.


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Una vez estalló el escándalo de la UNGRD, la cabeza de la alta consejera para las regiones fue la primera que rodó. El presidente Gustavo Petro le pidió su renuncia tan pronto se revelaron los chats. No hizo lo mismo con el exdirector de la Agencia Nacional de Inteligencia, Carlos Ramón González, quien también fue mencionado por López, pero el mandatario solo lo movió de su silla una vez la carga de la evidencia presentada por la fiscal del caso lo señaló directamente.

En sus cargos todavía permanecen el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, que aparece en chats direccionando contratos para Bolívar, Córdoba y Arauca, porque, según sus asesores, “había que lograr aprobar los créditos de la nación (sic)”. Y el director de Función Pública, Cesar Augusto Manrique, presentado por la Fiscalía como uno de los líderes en la parte alta del organigrama de corrupción y con supuestos intereses en el contrato de los carrotanques.

“Ella es una mujer que seguramente no hizo eso por sí misma, Sandra es una política que sigue órdenes. No la veo haciendo esas cosas por su cuenta”, dijo otra fuente que la conoce en su profesión de tiempo atrás.

A Ortiz le gustaba el patinaje cuando era una niña y luego la cocina. Pero se encaminó en el liderazgo local y entendió que su papel era en la política de su departamento. Ella fue la congresista que consiguió los 3.000 millones de pesos para la construcción del Estadio de la Independencia en Tunja y, por esa y otras obras, durante un tiempo la llamaron “la madrina del deporte de Boyacá”.

En 2021 no ganó la candidatura a la Presidencia del Verde; le hizo falta reconocimiento nacional y el partido terminó en la coalición Centro Esperanza. A Ortiz la llamaron del Gobierno a trabajar por las regiones una vez el presidente Petro se posesionó, y ahí estaba hasta que su carrera se detuvo por las revelaciones de la prensa y luego por las confesiones de quienes eran sus compañeros de Gobierno.

Aún la Fiscalía no ha anunciado movimiento en su contra, pero es claro que Ortiz será la pieza fundamental que lleve a descubrir quién, además de González, daba las órdenes de la corrupción en la Unidad y si hay otros casos similares. Hay abierta una investigación es su contra y es predecible que en los próximos días la impliquen directamente a un proceso penal.


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El esmeraldero

Ahora, además de tener que resolver su futuro frente a un escándalo semejante, Ortiz quedó otra vez en la mitad de las historias de “Pedro Aguilar”, quien firmaba así en varias de las representaciones legales de sus empresas de seguridad.

Aguilar trabajó durante años en el grupo de protección del zar de las esmeraldas, Víctor Carranza, quien murió en 2013 de cáncer luego de resistir numerosos atentados contra su vida en los que Aguilar intentaba protegerlo. Uno de ellos sucedió en Villavicencio cuando un carrotanque —no podía ser diferente— estrelló las cinco camionetas que protegían a Carranza en un esquema casi presidencial.

Carranza se salvó de ese y otros atentados. Muchos aseguran que fue un actor clave para “pacificar la región de Boyacá”, dados sus movimientos con grupos paramilitares. Repitiendo la historia de su jefe de antaño, Aguilar había sobrevivido a otro francotirador que en 2023 impactó los vidrios de un piso alto, en su oficina de Bogotá. Pasó a tener 15 escoltas, pero eso no evitó que su pecho recibiera el disparo preciso de otro francotirador profesional que armó un cambuche en una en una montaña de los cerros de Usaquén. Allí esperó con paciencia como un cazador curtido.

Aguilar tenía enemigos, como los tienen todos en el mundo de las esmeraldas. También tenía un viejo amor en Sandra Ortiz, del que ella misma se sentía orgullosa, como lo solía contar a sus amigos más cercanos en la política. Ahora las investigaciones se adelantan en la vía de descubrir si un viejo grupo llamado la Nueva Junta Directiva del Narcotráfico (NJDN) tiene algo que ver con Aguilar y su asesinato. Como lo viene revelando este diario desde hace varios meses, esta es una organización que operó entre el Meta, Cundinamarca y Boyacá desde 1990 y algunos de sus capos estarían en Dubai detrás de la fachada de empresas internacionales legales.

El propio presidente Petro le dio validez a ese nombre al preguntarle a las disidencias de Iván Mordisco si tenían un plan para asesinarlo en alianza con ese grupo.

Ortiz podría estar atravesando por los días más difíciles de su vida. Varios sectores del país, y quienes la conocieron en la política, le han pedido públicamente que colabore con la justicia. Sus mensajes han sido en la defensa de su inocencia, negando su participación en el caso de la Unidad de Riesgo.

Las semanas que vienen, una vez sus antiguos colegas López y Pinilla sean enviados a una medida de aseguramiento, serán reveladoras en la definición de su situación jurídica. Por ahora, la mujer que construyó durante años un enorme poder político en Boyacá y relaciones estrechas con el mundo de los esmeralderos, permanece en silencio.

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