Más de veinte años después del horror que padecieron sus habitantes, Juan Frío, el corregimiento de Villa del Rosario ubicado a unos pocos kilómetros de la capital de Norte de Santander, que a comienzos de los años 2000 tuvo que ver cómo decenas de personas fueron desaparecidas e incineradas en un viejo trapiche adaptado por los paramilitares como horno crematorio, ante la mirada indiferente de las propias autoridades, ayer finalmente abrazó el perdón y la reconciliación de quien fuera uno de sus principales victimarios: Salvatore Mancuso, el excomandante del Bloque Catatumbo de las Autodefensas Unidas de Colombia.
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En este mismo lugar que se convirtió, guardadas las proporciones, en un campo de exterminio de las Autodefensas Unidas de Colombia, pero que hoy no es más que un lote perdido entre la maleza, el monte y el polvo de una carretera destapada que conduce hasta allí, las víctimas, en su mayoría mujeres y hombres que todavía esperan saber qué pasó con sus seres queridos, dijeron estar listas para vivir un presente “con esperanza y alegría”.
Lo hicieron en el marco del acto de responsabilidad extrajudicial y no repetición denominado ‘Por la vida y la memoria, nunca más’, presidido por el canciller colombiano, Álvaro Leyva y la asesora del Ministerio de Relaciones Exteriores, Helena Urán Bidegain.
No obstante, con el dolor vivo en sus corazones y la incertidumbre de no saber dónde están sus familiares, le insistieron al excomandante paramilitar decir la verdad, pues como muchos, necesitan cerrar un capítulo, recibir dignamente lo que queda de ellos y poder hacer un duelo.
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Y a eso se comprometió Mancuso, quien a través de un video grabado previamente desde Estados Unidos, en donde permanece detenido, les dijo a sus víctimas que se arrepiente con “vergüenza profunda” de haber propiciado el “método” de los hornos crematorios que, asegura, surgió como una forma de presión para desaparecer personas y evitar que sus muertes afectaran la carrera de los miembros de las Fuerzas Militares que apoyaban la lucha de los paramilitares contra la guerrilla.
“Son más de 200 personas que hoy están desaparecidas por nosotros las Autodefensas en territorio venezolano. Sé, porque me lo ha contado Jorge Iván Laverde y otros postulados, del padecimiento de las víctimas, de sus familiares y su búsqueda infructuosa”, manifestó Mancuso, justo un día antes de que comience la audiencia de la JEP en la que se definirá su ingreso a esa justicia transicional, luego de haber hecho parte de Justicia y Paz.
Tras reconocer públicamente su responsabilidad en estos hechos y pedirles perdón a los familiares de quienes sufrieron los horrores del accionar paramilitar, Mancuso dijo que, si se permite su regreso al país, estaría dispuesto a ir hasta Venezuela para encabezar la búsqueda de todos aquellos cuerpos.
“Estoy dispuesto, al hacer este compromiso, para el acompañamiento de Naciones Unidas y de la MAPP-OEA, e ir personalmente a Venezuela y poder emprender esa búsqueda que les permita cerrar esos duelos. Señor canciller, le ruego ayúdenos a que esto sea una realidad”, dijo Mancuso.
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De la misma forma, el excomandante del Bloque Catatumbo le pidió al canciller Álvaro Leyva, quien presidió el acto en Juan Frío, lograr un acuerdo bilateral de cooperación judicial con el Gobierno venezolano, para avanzar en la identificación y recuperación de los cuerpos de todas aquellas personas víctimas de los paramilitares que estaban a su mando, en los años 2000, y que fueron enterradas en territorio fronterizo.
“Es un imperativo recuperar los restos mortales de esas personas ultimadas por las Autodefensas bajo mi mando. En ese sentido, quiero decirles que hay una parte de esa búsqueda que termina en el lugar donde ustedes están. En esa tierra yacen las personas desaparecidas en ese horno. Otro tanto de víctimas fueron dejadas al otro lado del río y están enterradas en territorio venezolano”, aseguró el exjefe paramilitar.
Sobre la petición de Salvatore Mancuso, el canciller dijo que su despacho le dará toda la prioridad del caso para que se pueda avanzar en unos protocolos y de esta manera avanzar en la búsqueda de los desaparecidos.
‘El Estado tiene que volcarse aquí’
Pese al horror que tuvo que sufrir la comunidad de Juan Frío tras la incursión paramilitar, los años posteriores a esta dolorosa época en lugar de ayudar a sanar las heridas terminaron ahondándolas, pues sus habitantes fueron revictimizados, estigmatizados, atemorizados, pero sobre todo empobrecidos.
Y es que así como el lugar en donde ocurrió la barbarie, que no pasó de ser un terreno lleno de escombros y maleza, en lugar de un verdadero escenario para la memoria, el corregimiento quedó estancado en el tiempo, sus necesidades insatisfechas y en el completo olvido, como si las muertes de sus habitantes solo les hubieran importado a sus seres queridos.
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Veinte años después, el corregimiento no tiene acueducto, alcantarillado y mucho menos campos deportivos. Como lo asegura Fidedigna Gómez Oviedo, lideresa de la zona, lo único que no pierden es la fortaleza y el poder de resiliencia.
“Hoy seguramente muchos vecinos, amigos, familiares de Juan Frío se siguen preguntando por qué seguimos esperando después de tantos años y tantas promesas incumplidas, si no se han visto las acciones. Pero como se los digo cada vez que tengo la oportunidad, no descansaremos ni un día, ni un segundo en seguir luchando porque nuestro territorio sea uno de los más prósperos, seguros y lleno de oportunidades”, manifestó otro de los líderes que ha encabezado el proceso de resistencia en la zona.
El propio Salvatore Mancuso manifestó que el horno abandonado que borró cualquier tipo de dignificación de las personas debía ser un homenaje a las víctimas, pero hoy es una memoria enterrada en el olvido, cuando tendría que estar convertido es en un camposanto.
En ese sentido, el excomandante paramilitar dijo que les pedirá a sus abogados elevar una solicitud de medidas cautelares ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), con el fin de que se proteja y recupere el lugar en el que funcionaron dichos hornos.
Al respecto, el canciller anunció que el terreno de Juan Frío usado por los paramilitares para sus aberrantes prácticas se convertirá en un “parque conmemorativo de toda esta tragedia para que precisamente no vuelva a suceder”.
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Leyva dijo además que el Estado tiene que volcarse sobre esta comunidad y que por esa razón “aquí van a hacer presencia los ministros”, aunque no precisó de qué forma, ni a partir de qué momento se empezarán a traducir dichas acciones.
“Aquí lo que hubo fue una catástrofe, una degradación moral y un golpe fundamental a lo que debería ser una sociedad. Por eso, en la no repetición está la construcción de los cimientos de esa nueva sociedad”, dijo el representante del Gobierno, quien llegó a Juan Frío acompañado de una numerosa comitiva de diplomáticos y representantes de organismos internacionales.
Y esto es lo que esperan las familias de cientos y cientos de desaparecidos cuyos cuerpos podrían estar debajo de las ruinas de aquellos ladrillos viejos, quienes al unísono piden que el de ayer no sea un acto simbólico más, una ofrenda floral más, un abrazo más y mucho menos, un acto de reconocimiento más, sino la oportunidad que han estado esperando por más de dos décadas para una verdadera reparación.
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