El congresista declaró que los recursos empleados para los periplos bien podrían orientarse a apoyar a la Fuerza Pública, garantizar ayudas para los más necesitados, mejoramientos de vías, viviendas, apoyo a los deportistas, becas universitarias o programas culturales.
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En el proyecto se argumenta que la idea de que el presidente deba pedir autorización después del sexto desplazamiento anual le apuesta a aumentar el control político sobre las acciones del jefe de Estado de turno en relación con sus viajes internacionales.
“La intención es tener mayor transparencia y rendición de cuentas, así como garantizar que el Congreso tenga la posibilidad de revisar y opinar sobre los desplazamientos del presidente, particularmente si tienen implicaciones para la política exterior o nacional”, señala la iniciativa.
En esa línea, se precisa que además de incrementar el control político sobre las acciones del Ejecutivo, el objetivo “es alinear a la Nación con prácticas democráticas internacionales, en las que la supervisión parlamentaria sobre los viajes presidenciales es comúnmente aplicada para salvaguardar los intereses del Estado y asegurar la continuidad en la gobernanza”.
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Además, la iniciativa buscaría hacer frente a eventuales abusos de poder y mayor responsabilidad por parte del Ejecutivo con miras a evitar “salidas injustificadas o con fines personales, lo cual podría perjudicar la imagen y la estabilidad del país”.
En el proyecto se indica que, al requerir autorización previa después de seis salidas, se introduce un mecanismo de control adicional que limita la discrecionalidad del Ejecutivo y asegura que las salidas sean objetivamente necesarias y beneficiosas para la Nación, además de poder verificar con transparencia no solo que la agenda del presidente se alinee con los intereses nacionales, sino también permite revisar gastos y fondos a utilizar en cada viaje.
“La presencia del presidente es crucial para la estabilidad y el funcionamiento continuo de la administración pública. Un requisito de autorización previa permite al Congreso evaluar no solo la justificación de la salida, sino también las medidas de contingencia necesarias para garantizar la continuidad del gobierno. Esto se traduce en un manejo más responsable y organizado de la gestión pública”, agrega.
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Se citan además otros casos como el de México, donde el presidente debe solicitar permiso del Parlamento si el viaje es mayor a siete días, o Venezuela, donde el presidente debe tener autorización de la Asamblea Nacional para ausentarse del país por más de cinco días consecutivos. En Argentina, por otro lado, sí es necesario el visto bueno del Parlamento sin importar el número de días, así como en Perú o en Chile (en ciertas circunstancias).
“Esta medida no solo es viable, sino que es una práctica común en democracias que valoran la supervisión legislativa como una herramienta esencial para el equilibrio de poderes. Esta modificación asegurará que las salidas del presidente sean justificadas, alineadas con los intereses nacionales y realizadas con la corresponsabilidad y participación del Congreso, garantizando así una gobernabilidad más equilibrada y efectiva para el país”, concluye el proyecto.
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