El número de migrantes que trata de llegar a Estados Unidos a través de la selva del Darién, entre Panamá y Colombia, se ha triplicado en las últimas semanas, pese a la advertencia de Washington de impedir su ingreso al país.
"El flujo de migrantes ha aumentado en este mes de agosto, el aumento es muy considerable", señala a la AFP el ministro de Seguridad de Panamá, Juan Manuel Pino, durante un recorrido con periodistas por la zona fronteriza con Colombia.
Según el departamento de Migración de Panamá, hasta el 17 de agosto cerca de 300.000 personas, una quinta parte menores de edad, habían cruzado el Darién en 2023.
Esa cifra pulveriza el récord de todo el año anterior, cuando 248.000 migrantes atravesaron la jungla panameña en busca del "sueño americano".
En 17 días de agosto, realizaron esa travesía más de 42.000 personas, un registro que triplica las cerca de 13.400 que cruzaron esa ruta en el mismo número de días de junio, y supera en más de un 60% a las 27.000 del mismo lapso de julio.
A este ritmo, las autoridades panameñas estiman que a final de año unos 400.000 migrantes habrán cruzado el Darién.
"No se lo deseo a nadie"
La frontera natural del Darién, de 266 km de largo y 575.000 hectáreas de superficie, se ha convertido en un corredor para los migrantes que, desde Sudamérica, tratan de llegar a Estados Unidos recorriendo América Central y México.
Los extranjeros cruzan la selva pese a estar plagada de peligros como animales salvajes, ríos caudalosos y bandas criminales que los extorsionan.
La mayoría son venezolanos (más de 170.000), ecuatorianos (40.000) y haitianos (más de 34.000), aunque también hay asiáticos, principalmente de China, y africanos, sobre todo de Camerún.
"Es una experiencia que no se la deseo a nadie, pero toca hacerlo" para "darle un mejor futuro a mi familia, sobre todo a mi hija, por eso es que estoy acá luchando por ella", dice a la AFP Alejandro Velazco, un venezolano de 25 años, tras cruzar la selva.
Además, el número de migrantes muertos en Panamá ha pasado de 62 en todo 2022 a 71 en lo que va de año, según cifras oficiales. Sin embargo, es esperable que haya un subregistro.
"Lo más difícil es escalar la montaña y bajarla, hay que tener mucho cuidado, yo me doblé la rodilla un poquito, no se lo recomiendo a nadie", declara a la AFP, Degni Delgado, otro venezolano de 27 años que cruzó el Darién con otro grupo de compatriotas.
"Allá uno va pagando (a los coyotes) y te van aconsejando y guiando", pero "ni aunque me paguen" lo volvería hacer, añade.
La situación ha obligado al gobierno panameño a instalar varios albergues a lo largo del país, con apoyo de organismos internacionales.
Incluso, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) entregó a las autoridades este año un centenar de nichos para migrantes en el cementerio de un pueblo próximo a la selva.
Sin embargo, el ministro Pino asegura que los países de América del Sur no están colaborando.
"Para la pandemia nos pusimos de acuerdo en la cantidad de flujo migratorio, donde solo transitaban de 400 a 500 personas diarias, ahora se rompió esa comunicación con los países del sur y no hay voluntad alguna para que esto se arregle", declaró Pino.