Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y la imposición de aranceles, se reabrió el debate, iniciado durante su primer mandato, sobre el verdadero potencial de China, la segunda economía más grande del mundo.
Con base en datos del United States Census Bureau y la General Administration of Customs of the People's Republic of China, se evidencia que, en lo que va del siglo XXI, China se consolidó como una potencia dominante en el comercio global.
A comienzos del siglo XXI, el comercio total de EE.UU. alcanzaba US$2 billones, más de cuatro veces el de China, que se situaba en US$474.000 millones. Para entonces, el gigante asiático era el principal socio comercial de Sudán, Vietnam, Irán, Afganistán, y en América, Cuba.
En 2024, el comercio exterior de EE.UU. creció un 167%, mientras que el de China lo hizo en más de 1.200%. Desde 2012, China superó a EE. UU. en volumen total de comercio. En 2024, las exportaciones e importaciones combinadas de EE.UU. sumaron US$5,3 billones, frente a los US$6,2 billones de China.
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Aunque EE. UU. sigue siendo el principal socio comercial de Colombia, en América del Sur países como Brasil, Bolivia, Argentina, Chile, Uruguay y Perú privilegiaron el comercio con China, al igual que Panamá. México, Ecuador, Canadá y Paraguay mantienen mayores lazos comerciales con EE.UU.
En África, la hegemonía comercial china es casi absoluta. Incluso en países como Australia, miembro de la Commonwealth, el flujo comercial se inclina hacia China. En Europa, Pekín ganó terreno, sobre todo en Europa del este, con influencia en países como Polonia, Ucrania y también España.
Este avance ocurrió en apenas 25 años, un lapso breve en términos históricos, pero monumental para una economía que, antes del 2000, no figuraba entre las más poderosas del planeta.
Tomado de La República
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