"La responsabilidad en la generación requiere un discernimiento práctico que no puede coincidir con la aplicación automática y la observancia material de una norma, como es evidente en la propia práctica de los métodos naturales --se recoge en uno de los párrafos que ha sido publicado por los medios de comunicación de la Santa Sede, Vatican News y y 'L'Osservatore Romano'--. Por lo tanto, como es el caso de estos métodos, que ya hacen uso de técnicas específicas y conocimientos científicos, hay situaciones en las que los dos cónyuges, que han decidido o decidirán acoger a los niños, pueden hacer un sabio discernimiento en el caso concreto, que, sin contradecir su apertura a la vida, en ese momento, no la prevé".
No obstante, durante el encuentro también se habló de que "la elección sabia se hará evaluando adecuadamente todas las técnicas posibles con referencia a su situación específica y excluyendo obviamente las abortivas". "Estas opciones están lejos de la mentalidad anticonceptiva y antinatalista criticada", añaden las actas.
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En el volumen publicado por la Academia Pontificia para la Vida, se recuerda que ya el Concilio Vaticano II (1962-1965), con la constitución pastoral 'Gaudium et Spes', puso de manifiesto "la tensión entre la tradición doctrinal sobre el matrimonio y algunas instancias innovadoras que, sobre todo, en nombre del movimiento 'personalista', impulsaban una reinterpretación de la tradición". También se señala que desde el período postconciliar "la relación entre la dimensión institucional del matrimonio, con su finalidad procreadora, y la calidad interpersonal del vínculo conyugal, así como el vínculo entre el amor entre los esposos y el sacramento, son temas sobre los que la teología --la eclesiológica, la sacramentaria, la antropológica, la moral y la pastoral-- está tratando de ponerse al día con siglos de retraso".
Entre las opiniones más relevantes de este seminario, resalta la del arzobispo de Lima, monseñor Carlos Castillo Mattasoglio, que aboga por una Iglesia que "confía en la madurez humana y espiritual de las personas" y que, por tanto, "no puede reducir el comportamiento de los creyentes a meras fórmulas normativas". "No es saludable para la humanidad tener siempre una espada de Damocles amenazando con una condena cada vez que se incumplen las normas o cada vez que no se actúa según un procedimiento preciso, en la práctica común de cualquier método, natural o artificial, y, por otra parte, no es conveniente dejar una puerta abierta a la facilidad infinita", aseguró en aquel congreso.
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