Un 9 dentro de una estrella con 9 puntas, es el diseño del nuevo tatuaje que Santiago Cruz luce en su pecho, un rito o tradición que tiene el cantautor tolimense cada vez que lanza un nuevo álbum, como lo acaba de hacer esta semana con la presentación de ‘Nueve’.
El noveno disco de su carrera presentado el día nueve con nueve canciones, que hace su debut con ‘El gran teatro’, una canción en colaboración de Cruz junto a Andrés Cepeda.
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Un álbum en el que la protagonista principal es la gestión de los recuerdos, lo que se hace con la memoria, en especial tras la pandemia, tiempos de dolor, ausencia y despedidas forzadas.
Grabado en el estudio El Desierto, a las afueras de Ciudad de México, contó con la producción de Juan Pablo Vega, regresando al protagonismo del sonido de banda, de un álbum del cual ya se conocen canciones como ‘Porque yo te quise’, ‘Casi’, ‘Después de la Tormenta’ y ahora, ‘El gran teatro’.
Somos memoria
-¿Cómo ha vivido la experiencia de creación de este noveno álbum?
Ilusionado y contento. Creería que la emoción disminuye con el pasar de los discos, pero es todo lo contrario. Se renuevan las emociones y cambian los retos, lo que uno se plantea para un disco, lo que se plantea para algunas canciones, lo que uno está dispuesto a sacrificar y lo que no.
-’Nueve’ grabado en dos sesiones en el estudio ‘El Desierto’ en México…
Es un estudio maravilloso que Juan Pablo Vega, el productor, disfruta mucho trabajar allí. Cuando me lo propuso me encantó la idea porque el lugar es muy especial, a las afueras de Ciudad de México en una reserva natural que se llama El Desierto de los Leones, y uno va y se aloja allí, lo que permite una inmersión emocional y mental en el proyecto que pocas veces se logra de otra manera.
-¿Cómo surgieron las canciones para este nuevo proyecto?
Las canciones estaban tomando forma durante 2020 y 2021, algunas de las canciones son pandémicas, como ‘Hay una grieta en el cielo’ o ‘Después de la tormenta’. Otras son posteriores, pero yo creo que desde hace cuatro años y potenciado por el libro ‘Diciembre otra vez’, estoy muy interesado en lo que es la gestión de los recuerdos en los procesos vitales de la gente.
Recordar es lo que nos hace seres humanos, de alguna manera, y lo que hacemos con los recuerdos nos condiciona mucho nuestro comportamiento y la manera cómo afrontamos el futuro, si logramos que se vuelvan una prisión o tierra fértil para florecer. En la gestión de los recuerdos nacieron las canciones de ‘Nueve’.
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-Un álbum que abre con ‘Una grita en el cielo’ y termina con ‘La canción para el fin del mundo’…
Tenemos un afán por dejar atrás la pandemia, un afán por no volver a hablar de ese tema, pero no somos conscientes de la huella que todo eso ha dejado en nosotros, y creo que eso también hace parte del disco, esa sensación, ese duelo que perdimos durante esos años, de la gente que ya no está, de la sensación de ser seres finitos, que esto realmente se puede acabar, y eso lo sentimos de frente entre el 2020 y 2021.
No lo hemos procesado y estamos en un afán de no querer procesarla. Dejarlo todo atrás y barrer debajo de la alfombra todo lo que nos pasó, y si no lo procesamos, puede que eso nos pase factura eventualmente. Individualmente y como especie.
-’El gran teatro’, una colaboración junto a Andrés Cepeda…
La culpa de esa canción la tiene Julio Jaramillo. Yo estaba en un evento a Ecuador y el conductor que me transportaba esos días escuchaba Julio Jaramillo todo el tiempo, y una tarde llegué al hotel con esa sobredosis de bolero de despecho y me senté a realizar un ejercicio de escritura de imitación, a ver si puedo entrar en el universo de este artista y ver que sale.
Lo que apareció fue una canción sobre un cierre mal hecho, de una mala gestión de los recuerdos, un bolero de despecho rabón, bohemio y cantinero.
Cuando la armamos con el productor le dije que a mí me sonaba la voz de Andrés Cepeda en cada rincón de esta canción y por suerte le gustó y aceptó.
Compañero de viaje
-¿Ya había trabajado junto a Juan Pablo Vega?
Habíamos trabajado en un par de canciones para un disco anterior, luego cuatro canciones en ‘Elementales’ que fue ese disco con reversiones de canciones de mi carrera y una canción de mi disco anterior, y ya quería volver a hacer un disco donde tuviera un solo productor, que me ayudara como guía del eje estético del proyecto, y quien mejor que nos sentíamos a gusto trabajando y que para mí es uno de los productores más interesantes que tiene Iberoamérica.
Es alguien en quien confío plenamente, con momentos en que tuvimos debate, y en última instancia yo le decía: “Juanpa, yo confío en usted”, y para eso lo traje al proyecto, porque le tenía total confianza.
-No es cosa fácil desprenderse en la creación artística…
No es fácil pero lo aprendí cuando trabajé con el productor argentino Cachorro López en ‘Elementales’, quien me habló de un artista con quien trabajó, que lo tenía todo tan claro, que realmente no necesitaba un productor sino un ingeniero, y no se dejaba guiar.
Creo que el ejercicio creativo es un pulso permanente entre tenerla clara y saber oír. Yo tenía muy claro a dónde quería llegar, pero estaba dispuesto a oír para que el proceso fuera lo más enriquecedor posible.
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-Una de las canciones que más llaman la atención es ‘120 kilómetros’...
Hablando de la gestión de los recuerdos, nosotros como país nos cuesta demasiado gestionar nuestra historia por lo dolorosa que ha sido, con una realidad muy complicada, permeada por la inequidad, un poder político corrupto y que sobre todo en las regiones se comportan como pequeños tiranos que hacen de las suyas con la gente, con constantes abusos contra las mujeres que son la columna vertebral de la sociedad y que llegar tremendamente lesionada por una realidad muy complicada.
Quise, a través de la historia de Aracely, un personaje inspirado en hechos reales, llegar a la concepción de crónica social que termina viviendo en un planeta homenaje a Rubén Blades.
Es una historia dolorosa porque tiene nombre. Somos un país de realidad tan triste que no nos quedó más remedio que empezar a hablar en cifras de nuestra tragedia, por lo que la canción termina teniendo una raíz muy grande, fuerte y profunda al utilizar el nombre de Aracely.
Representa a las mujeres jóvenes que deben escapar de su realidad para salvar su vida, perdiendo en el camino sus sueños y perdiendo un montón de cosas más.
-Más allá de ser su noveno álbum, ¿por qué el título?
Más allá de la obviedad de que es mi noveno disco, no fue falta de creatividad (risas). Cuando me di cuenta que sería mi noveno disco, empecé a investigar las propiedades del nombre, con todo su significado de cierre y apertura de ciclos, me di cuenta de su contundencia y me parecía que le venía muy bien para este proyecto.
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Otras escrituras
-Tras la experiencia de la escritura de su libro, ¿le interesa experimentar con otras escrituras creativas?
Ahora estoy concentrado en terminar el proyecto de un guión de una película, que he estado enfocado paralelamente en la producción del disco. Ya hice un primer barrido de la historia, entrando a una tercera corrección, para ver si eso tiene pies y cabeza.
Una experiencia fascinante, un lenguaje distinto, que me apasiona, incluso en este disco hay un par de canciones que están inspiradas en películas, como ‘Casi’ inspirada en ‘Eterno resplandor de una mente sin recuerdos’ o ‘La canción para el fin del mundo’ por la película ‘Buscando un amigo para el fin del mundo’.
Es una manera de contar historias que me apasiona, que siempre he querido estar vinculado con este universo, y me di a la tarea de hacer este guión, vamos a ver si esto tiene futuro.
-¿Cómo ha vivido la experiencia del programa de televisión ‘La Descarga’?
Yo nunca había participado en estos formatos musicales de los canales de televisión, y cuando Caracol me presentó el proyecto, dos cosas puntuales me interesaron mucho. Primero el gran recorrido de los participantes, y que de alguna manera el programa baja del pedestal al mentor y nos ponen a cantar con los participantes, y no necesariamente lo que estamos habituados a cantar.
Yo en el programa he cantado cosas de J Balvin, salsa romántica, Fito Páez, de todo un poco, lo que recuerda un poco de mi época de cantar en bares.
Ha sido una experiencia enriquecedora al ser privilegiado de ver el talento colombiano que tenemos, pero lo mejor de todo ha sido continuar una misión que me he puesto desde hace algunos años, que es la redefinición de lo que significa ser exitoso.
Es el caso de una de las participantes del programa, Stefany Zabaleta, quien había participado en La Voz Teens, desplazada de su tierra en Santander y que desde los 11 años ha tenido que guerrearla. Gracias a su participación en el programa, alguien se apropió de la historia y se pudo en la misión de recuperar la tierra y lo lograron, regresaron a su tierra.
A mí que no me hablen de millones de views o número uno en radio, cuando una chica a través de su voz, logra algo así. Conectarse con esas historias y esos momentos vitales de la música, ha sido muy revelador para mí.
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