La vida de Orlando Rojas Gutiérrez ha estado marcada por su constancia en el estudio para el conocimiento y la creación. Nació en Cúcuta y cuando apenas cursaba bachillerato obtuvo el título de técnico de artes plásticas en el Instituto de Cultura de Norte Santander.

Más tarde se graduó de maestro de artes plásticas en la Universidad Nacional de Colombia con tesis meritoria. Esta misma alma máter y la Complutense de Madrid lo seleccionaron en 2007 para participar en la beca-curso “La imagen de la naturaleza y la naturaleza de la imagen”.

Y ha continuado sumando estudios en centros de enseñanza superior en Europa, lo cual le ha permitido el desarrollo continuo de su actividad artística. La pintura, el dibujo y la música hacen parte de ese quehacer. Ahora su residencia está en Italia, pero no pierde contacto con otras ciudades.

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Su creación en artes plásticas es surtida y son muchas las obras de su autoría en diferentes lugares. 
Rojas vino a Cúcuta para un reencuentro familiar y accedió a esta entrevista con La Opinión.

Usted es nortesantandereano, pero decidió recorrer el mundo. ¿Por qué y dónde ha estado?

Más que una decisión es una consecuencia del trabajo artístico. La experiencia de vida y obra va expandiéndose así misma, encontrando escenarios de aprendizaje y oportunidades de florecimiento cuando estamos dispuestos. Un por qué definitivo es un misterio, a cada paso sorprende una nueva motivación y pulsión decisiva que no era “consciente”.

inicialmente. He visitado algunos países como Argentina, Panamá, España, Portugal, Italia, Francia, Alemania, Austria, Bruselas y Holanda, pero mi trabajo ha viajado a otros que no he tenido la oportunidad de pisar aún, como Brasil, México o Estados Unidos.

¿Y Colombia qué?

Colombia siempre está en mi horizonte y Cúcuta, nuestro entrañable bosque tropical “geometrizado”, fluorescentemente soleado y “ventarronudo”, la gran pionera desconocida (hasta por nosotros mismos), son esencialmente mi mayor fuente de inspiración. Pero también subyace un cierto perfume identitario, un cierto espíritu integrador, raíz.

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¿Cómo fue su vida en Cúcuta?

Mi vida en Cúcuta ha sido mágica e intensa, aún en medio de aquellas realidades sociales difíciles que todos conocimos y aún hoy, en medio de los tremendos desafíos actuales. Sin embargo, todo este cúmulo de circunstancias nos ha permitido generacionalmente, contemplar la seriedad de las problemáticas humanas y culturales a transformar y expresar, visionando nuestro propio equilibrio. Por fortuna, siempre he tenido gran apoyo familiar. 

Me gradué de Técnico en Artes Plásticas en nuestro  inolvidable Instituto de Cultura y Bellas Artes de Norte de Santander a la par que terminaba estudios en La Salle dónde cursé la primaria y el bachillerato; allí pinté dos grandes murales a los lados de la cafetería durante dos años como compensación y soterrado regalo por asistir todas las tardes al Instituto. Por cierto, necesitamos recuperarlo, o emularlo y actualizarlo. Hace infinita falta a la ciudad!

¿Su desarrollo intelectual lo ha llevado a la literatura, con creaciones en los géneros de la poesía y la narrativa, las artes visuales y la música. ¿A cuál le pone mayor dedicación?

Siempre he “sentipensado” (hermoso verbo cienaguero) que cuando uno es atraído seriamente por esas misteriosas intensidades vitales como “la belleza”, la reflexión prolongada y todo aquél género de inquietudes vocacionales, se hace natural saltar de un estanque a otro.

Nos hacemos “anfibios poéticos” y transitamos ámbitos diversos como si fueran el mismo: topografías de un paisaje íntimo y estancias de nuestro hogar. “Pintura Música” para mí siempre han sido una, más allá del medio expresivo: Sonido Visible, palpable. Una buena pintura es una buena canción que escuchamos “toda” en un instante.

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¿Qué está haciendo actualmente?

Me encuentro componiendo piezas sonoras y experimentando/estudiando con video, mientras preparo una muestra muy especial para el próximo año en Bogotá. Este mes expongo una muestra de dibujo en el Museo de Nogales en Sonora México. Estudio actualmente Música Electrónica en el conservatorio Claudio Monteverdi en Bolzano, ciudad del Norte de Italia.

¿Cuál es su percepción de Colombia?

Hace poco vi un documental sobre el origen del universo donde aparecía una simulación del núcleo del sol: inimaginablemente “caótico”, efervescente de innumerables dinámicas, choques y fusiones atómico-nucleares, un singular ambiente galáctico de máximo calor. Aquello parecía describir a Colombia. De entre tanto escombro, inexplicablemente, emanan potentísimos rayos esperanzadores.

¿Ve desarrollos importantes en la creación artística en Colombia?

Sí! Hace tiempo tengo la certeza que nuestro país tiene uno de los sustratos culturales y naturales (con lo que eso implica para el buen vivir) más fértiles y fundamentales actualmente para aportar a ésta fase inter-transcultural planetaria. Estamos expresándonos e intercambiando aceleradamente con el mundo.

¿De su vida en el exterior qué ha sido lo mejor?

El amor y todo el aprendizaje maestro que trae consigo. La oportunidad de conocer sus enigmáticos modos de dosificarnos lecciones en “paquetes” inesperados. Sin embargo, agradezco otros muchos aprendizajes y regalos que vienen con esas experiencias lejos de casa.

Atesoro por ejemplo, el reconocimiento profundo del bagaje cultural que llevamos dentro, rico en herencias e inercias culturales milenarias de las que no hemos sido plenamente concientizados desde nuestra educación:eso, sin duda, debemos corregirlo urgentemente.

¿Tiene escritores preferidos?

-Más que coleccionar escritores tiendo a compenetrarme y tomar impulso con ideas y consideraciones de un variopinto de autores. Filosofía y poesía en múltiples formas y vehículos, principalmente. Silvia Rivera Cusicanqui sigue siendo para mí de las mentes más brillantes y necesarias de nuestro continente, con un mensaje muy importante de autorreconocimiento y enraizamiento mestizo. Enrique Dussel, un grandísimo maestro para el mundo con su exhaustiva filosofía de la liberación. De nuestros prados, Fernando Gonzales Ochoa, “el brujo” de nuestra identidad, entre muchos faros más.

¿Su juicio sobre inteligencia artificial?

No soy un conocedor del trasfondo técnico, sigo ciertas publicaciones y artículos diversos al respecto, pero: ¿Qué más inteligencia artificial que la nuestra?  Ya antiguas consideraciones sobre la naturaleza de la inteligencia como las que nos llegan del budismo, taoísmo o el profundo saber indígena desconfían e incluso nos previenen sobre el considerar inteligencia aquellos mecanismos cerebrales (racionales) útiles para ciertas tareas pero incapaces de sensibilidad y desprovistos de integridad, los mismos que están siendo reproducidos y automatizados en entornos digitales. 

El concepto de Inteligencia Artificial es así engañoso porque toma por base, necesariamente, una interpretación reduccionista y parcial sobre nosotros mismos; y paradójicamente “estúpido”, porque nuevamente pone a la herramienta (ideas,técnicas, dispositivos) en el lugar del artesano, fatal inversión que solo ha traído desastres previsibles como nuestras sociedades desiguales y la destrucción del planeta.

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