La guerra de bandas por el control territorial en Cúcuta volvió a dejar un nuevo ataque a mano armada, esta vez contra Mireya Garavito Cuy, madre de Jeison Omar Pabón Garavito, también conocido como Pepino, presunto cabecilla de la banda delincuencial Los Manzaneros.
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Para Mireya, la mañana del 3 de junio transcurría con normalidad hasta que, a las 11:15 de la mañana, un sujeto, con casco naranja y camiseta roja, en una motocicleta Suzuki GN negra de placa PXQ 18F, llegó hasta su vivienda en la avenida 20 con calle 8 del barrio San Miguel. Esta persona habría llamado a la puerta y, al verla salir, le disparó en tres ocasiones.
La mujer quedó tendida en la entrada de su casa, con dos impactos en el pecho, y fue trasladada de urgencia a un centro asistencial en la Loma de Bolívar, donde le prestaron los primeros auxilios e intentaron salvarle la vida, pero su fallecimiento se confirmó minutos después.
En San Miguel, las autoridades acordonaron el lugar de los hechos, y la voz se corrió rápidamente entre los habitantes de la ciudad. Familiares de la víctima llegaron al lugar y, de rodillas, con lágrimas y lamentos, expresaron su desconsuelo en el punto donde cayó Mireya.
La Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) llegó al sitio para adelantar las investigaciones tempranas, tratar de reconstruir los hechos y generar un perfil de los responsables. De ahí, partieron hacia el centro médico para hacer la inspección técnica al cadáver, determinar la causa de la muerte y obtener más detalles de este ataque que llena de zozobra a los habitantes de Cúcuta, quienes temen un recrudecimiento de la guerra de bandas.
Los responsables del hecho aún son un misterio. Se instauró un Plan Candado para seguirles el rastro, pero esta búsqueda se complica por la ausencia de cámaras de seguridad en el sector.
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Para las autoridades, los responsables podrían pertenecer a cualquiera de las bandas criminales que luchan por el control de los negocios ilícitos en la ciudad, principalmente La Familia P, encabezada por Ever Carreño Corredor, alias Porras, o Los Mexicanos, liderada por Juan Carlos Acevedo Hernández, alias Jota.
Estas bandas están detrás de la oleada de homicidios que vive la capital nortesantandereana. Tras la captura de Pepino el 7 de febrero, Los Manzaneros vivieron en relativa calma, mientras Los Mexicanos y La Familia P emergieron con fuerza, intensificando la batalla por el control territorial, que se ha encrudecido en los últimos meses.
El antecedente
Todo esto se desencadenó tras el asesinato de José Luis Pabón Ojeda, padre de Pepino, el 16 de mayo del año pasado. El hombre fue asesinado a disparos esa noche, presuntamente por una alianza criminal entre los AK-47 y Porras.
El hecho ocurrió en la avenida Gran Colombia, cuando Pabón, de 56 años, se movilizaba en un Toyota Corolla blanco de placa GZO 935. Al llegar al semáforo de la Diagonal Santander, varias personas llegaron por ambos costados del vehículo y abrieron fuego, impactándolo en el costado del cuerpo y en la cabeza, causándole la muerte un par de horas después.
Desde entonces, se desató una guerra sangrienta entre Porras y Pepino, que duró meses. Las autoridades estiman que cerca de 100 asesinatos están relacionados con esta disputa, la mayoría perpetrados por sicarios, todo por el control de territorios clave para el expendio de estupefacientes.
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Desde la cárcel
Pepino tuvo que enterarse de la muerte de su madre estando tras las rejas, luego de su captura en un operativo en un conjunto residencial en la Avenida del Río, en el que también fueron detenidas ocho personas, entre ellas dos de sus hermanos, presuntamente vinculados a sus actividades delictivas.
Más de 300 uniformados de la Policía Metropolitana de Cúcuta participaron en el operativo, realizado poco después de que Pepino regresara a la ciudad tras un tiempo fuera.
Desde entonces, Pepino permanece privado de la libertad, enfrentando cargos por homicidio y concierto para delinquir, mientras la violencia continúa cobrando vidas en la ciudad.
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