Durante el fin de semana festivo en Cúcuta, la ola de violencia que viene azotando la ciudad desde hace algunos meses dejó un saldo trágico de trece personas asesinadas en diferentes barrios de la zona urbana y rural. En cuestión de 79 horas, la estela de muerte recorrió impávida las calles de la capital nortesantandereana.
Los hechos ocurrieron desde la tarde del viernes 7 de junio, hasta la noche del lunes festivo, cuando los criminales se pasearon a sus anchas imponiendo su propia ley, la del silencio, ante la mirada impotente de los cucuteños.
Recorrido violento
El episodio más reciente se registró la noche del lunes festivo, cuando una pareja fue brutalmente asesinada en el barrio Jerónimo Uribe, mientras que otro hombre fue apuñalado en Cúcuta 75, sumando así tres víctimas mortales en unos cuantos minutos.
El domingo, la capital nortesantandereana se estremeció con la aparición de un cuerpo sin vida de un hombre en la vía que de Cúcuta conduce a la Ye Astilleros, seguido por un ataque a tiros que acabó con la vida de otro hombre en Toledo Plata.
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Sin embargo, fue el sábado el día más violento. El rastro de la muerte hizo una parada sobre las 9:40 de la noche en el Barrio Cundinamarca, donde dos mujeres fueron asesinadas, una de ellas menor de edad, quien se encontraba en la tienda haciendo algunas compras. Cinco personas más resultaron heridas.
Adicionalmente, un hombre que había sido reportado como desaparecido fue encontrado muerto en Banco de Arena, zona rural de Cúcuta, mientras que en el barrio Latino, una mujer conocida como ‘La Machorra’ fue víctima de un homicidio, sumando así cuatro muertes en un solo día.
El viernes, cuando apenas empezaba el largo fin de semana de descanso, la ciudad fue sacudida con otra dantesca escena:una pareja de habitantes de calle baleada en El Canal Bogotá, mientras que su presunto homicida era acorralado por la Policía en el mismo lugar donde se dieron los hechos.
Esa misma noche otro hombre conocido popularmente como Kakita fue asesinado en la Urbanización Panamericano.
El caso número 13 de asesinato es aterrador. Se trata del asesinato e incineración de una persona que ocurrió por la Avenida del Río, a 300 metros del puente Enrique Cuadros Corredor, mejor conocido como La Gazapa.
En una zona boscosa cerca del río Pamplonita, entre basura y escombros, una persona fue asesinada y luego incendiada para borrar la evidencia. Sin embargo, algunos habitantes de la calle vieron las llamas y al acercarse descubrieron los restos humanos, alertando de inmediato a la Policía Metropolitana (Mecuc).
Las autoridades locales se encuentran investigando estos hechos para esclarecer las circunstancias de cada uno de ellos y llevar a los responsables ante la justicia. Mientras tanto, los cucuteños claman por medidas que garanticen la seguridad en la ciudad, pues el miedo cada vez es mayor.
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¿Quién manda en Cúcuta?
Ante la escalada de violencia que vive Cúcuta, en redes sociales cada vez hacen más eco las dudas sobre quién tiene realmente las riendas de este territorio.
La Opinión conversó con Yefri Torrado, docente universitario e investigador en temas de criminalidad y seguridad ciudadana, quien aseguró que este fenómeno de violencia ha venido en aumento y se ha permitido por diferentes factores, entre ellos, la falta de medios para combatir la criminalidad, la inercia de las instituciones frente a lo que ha venido pasando y también la desatención que ha tenido el Gobierno Nacional.
Torrado expresó su preocupación por la manera en que las autoridades abordan los homicidios en la ciudad, al señalar que se categorizan en dos tipos: aquellos cometidos contra personas con antecedentes y aquellos contra personas sin líos judiciales.
“Todos los homicidios, independientemente del historial delictivo de la víctima, deben ser tratados como crímenes graves”, dijo.
Y además, criticó la idea de celebrar la muerte de delincuentes, enfatizando en la necesidad de que el Estado garantice el debido proceso y la imposición de la ley.
“Como ciudadano cabría preguntarse: ¿quién manda en Cúcuta? y si estos ajustes de cuentas, como las autoridades los llaman, terminan siendo funcionales también para el ejercicio de una macabra política de seguridad, de permitir que se maten entre ellos y esperar que se estabilice, por así decirlo, un poder basado en la ‘ley del más fuerte’”, añadió.
El también exsecretario de Víctimas y Cultura de Paz de la anterior administración, sugiere que las medidas de seguridad deben ir más allá de la prevención situacional e incluir políticas integrales que aborden las causas reales de la criminalidad, por eso, instó a las autoridades a rodearse de asesores competentes, a empoderarse en el ejercicio de la autoridad y a dialogar con el Gobierno Nacional para encontrar soluciones integrales.
El análisis de los empresarios
Entre tanto, La Opinión también consultó a Francisco Unda, gerente de la Asociación Nacional de Empresarios (ANDI) en Norte de Santander, sobre cuáles considera que podrían ser las causas principales detrás de la ola de violencia que azota la ciudad y al respecto aseguró que obedece a cuatro factores:
1. Disputas entre bandas por el control del territorio: desde las cárceles, se ordenan asesinatos y hay una abundante ‘mano de obra’ disponible. Lamentablemente, este problema también tiene un alto componente de jóvenes.
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2. Presiones de lavado de dinero y narcotráfico: las influencias de los narcotraficantes son muy fuertes, financiamiento de políticos en diferentes municipios y disfrazando actividades en algunos sectores de la economía regional. Diferentes grupos se encuentran en la región, en entre ellos el Cartel de los Soles.
3. Presión de las Farc y el Eln por recursos y extorsión: estas organizaciones han estado descendiendo desde el Catatumbo y ascendiendo desde Arauca, poniendo a Cúcuta en una situación de ‘sándwich’.
4. Corrupción exacerbada: la corrupción en la región ha alcanzado niveles alarmantes, complicando aún más la situación de seguridad y gobernabilidad.
Para Unda, la escalada de violencia en la región está influenciada por “los altos niveles de pobreza que hacen que los jóvenes vulnerables sean presa fácil de las bandas y grupos criminales. Además, la informalidad, característica constante en la frontera, y la corrupción, junto con la falta de interés en resolver los problemas de manera estructural, agravan la situación”.
El líder gremial también respondió sobre las afectaciones de la presencia de grupos armados ilegales y el narcotráfico a la seguridad en Cúcuta.
“La ilegalidad es la principal responsable de la violencia y la inseguridad en Cúcuta. El narcotráfico, el microtráfico, la minería ilegal y el lavado de activos son factores determinantes. Es crucial atacar estos fenómenos desde sus cabecillas, especialmente enfocándose en el lavado de dinero, para mejorar la seguridad en nuestra ciudad”.
Finalizó asegurando que, “a nivel nacional se ha ignorado por completo la solicitud explícita de diversos actores políticos, sociales y empresariales sobre la situación. Además, a nivel local, carecemos de las capacidades necesarias para entender y articular las políticas de seguridad y justicia; estas dos áreas parecen operar de manera independiente cuando deberían ser complementarias.
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