Para los habitantes de la calle 11 con avenida 1, del barrio San Luis, observar el rancho donde vivía una niña con su familia, desde hacía tres años, es recordar aquella pequeña sonriente, juiciosa, humilde y dulce, que soñaba con estudiar para sacar adelante a su mamá.

Pero ese sueño se esfumó la mañana del lunes, cuando la menor de 12 años murió al recibir accidentalmente una descarga eléctrica, después de tocar una lámina de zinc al abrir la puerta de su humilde casa.

La menor de edad vivía con su mamá y dos hermanos de 4 y 8 años, en una casa construida con láminas de zinc y madera, en ese sector.

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Los vecinos que intentaron auxiliar a la pequeña, dijeron que el hermano de 8 años fue quien la encontró, cuando regresaba de la tienda, por lo que salió asustado buscando ayuda.

“El niño llegó gritando, diciendo que la hermana se había muerto por culpa de él. Me decía, fue culpa mía, fue culpa mía, porque no debí dejarla sola”, dijo una vecina al recordar la escena.
 
Habitantes del sector, al ver a la pequeña tirada en el piso y morada, sin saber qué había ocurrido, intentaron moverla porque creían que se había desmayado, aunque era raro porque exhalaba con fuerza.

Una de las personas, intentando socorrerla, se apoyó en la lámina para sujetar y acomodar a la menor, pero al tocarla sintió un corrientazo.

Según las autoridades, al parecer, la lámina de zinc tenía corriente porque estaba haciendo contacto con un cable defectuoso.

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Una niña soñadora

La menor de edad, era la mayor de tres hermanos y estudiaba en el colegio Carlos Pérez Escalante, donde cursaba quinto grado.

Su sueño era estudiar y trabajar para apoyar a su progenitora, quien es recicladora y sabía el sacrificio que día a día hacía su mamá para llevarle algo de comer a ella y a sus hermanos.

Sin embargo, meses atrás la niña se había ido a vivir a la casa de una amiga en Torcoroma, donde estaba muy bien, aseguraron algunos vecinos. A pesar de eso, no dejaba sola a su mamá, los fines de semana o cuando podía, iba a San Luis a visitarla. 

Hace cinco días, la mamá se había llevado a la niña para San Luis, donde pasaría la semana de vacaciones con ella y los hermanos.

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Los vecinos del sector, con una sonrisa y los ojos aguados, recuerdan con cariño a la menor. Desde muy pequeña la veían con alegría, cuando salía a jugar con los demás niños del sector. 

“Ella había llegado pequeñita, y ahora estaba grande y muy bonita”, comentó una vecina mientras se le entrecortaba la voz, al pensar en la que una vez vio como otra hija.

La familia de la niña es de bajos recursos, por eso el colegio Carlos Pérez Escalante está apoyando a reunir fondos para las exequias.

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