En un pequeño y angosto pasillo en la avenida 5 con calle 5 sur del barrio Doña Nidia, en un punto esquinero antes de una bajada pronunciada, Carlos Alfredo Infante Ropero vivió sus últimos momentos al ser interceptado por dos sujetos en una motocicleta, que con cuatro impactos certeros le quitaron la vida.

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A las 7:00 de la noche del pasado sábado 3 de mayo,  dos hombres en una moto roja y negra marca Discovery, de placa IDF-57E, habrían encontrado a Infante en este punto de la vía pública y, sin mediar palabra, le propinaron dos disparos en la zona torácica y dos más en el rostro, ocasionándole graves heridas.

Los victimarios escaparon en la oscuridad, mientras la comunidad, alarmada por los estruendos de los tiros, se asomó a la macabra escena y notificaron a las autoridades policiales que llegaron al lugar de los hechos y trasladaron al herido a un centro asistencial en la Loma de Bolívar, donde terminó falleciendo.

Las autoridades continuaron en el lugar de los hechos recolectando información y testimonios sobre este nuevo caso de homicidio en la ciudadela Juan Atalaya, que se registra en menos de 24 horas, del crimen perpetrado en el barrio Minuto de Dios.

Las hipótesis

Los motivos detrás de este hecho siguen sin esclarecerse y aún son materia de investigación. Este crimen tiene a la comunidad consternada, porque Carlos Alfredo era una cara reconocida dentro del sector y, según manifiestan, no era común verlo en problemas ni recuerdan oír que estuviera en malos pasos.

Según información judicial, en este sector tendría incidencia delictiva el grupo de delincuencia común Familia P, organización dedicada al homicidio y al tráfico de estupefacientes, no obstante, su vinculación con este crimen aún es materia de indagación.

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Entre la confusión y el desconcierto, miembros de la zona no descartan que la víctima haya sido citada o lo estuvieran esperando en el sitio donde acabaron con su vida.

Quedaron desconsolados

La noticia del asesinato rápidamente recorrió por  todo el barrio y pronto llegó a los oídos de los familiares y amigos de la víctima, que tuvieron que vencer la incredulidad al enfrentar la realidad y ver con sus propios ojos que, en efecto, mataron a Carlos.

Avioncito, como era conocido por sus seres queridos, vivía en la bajada de la calle 4 sur, a apenas cuatro cuadras del lugar del homicidio, en una pequeña vivienda, junto con su pareja y sus hijos.

Su familia también es conocida entre los habitantes del sector, e incluso tienen algunos comercios pequeños allí. Según se conoció laboraba en un restaurante de la zona, y recientemente habría apostado por publicar videos en redes sociales, que quedarán como su recuerdo.

De acuerdo con testimonios de allegados, recolectados por fuentes judiciales, Carlos habría tenido un problema hace aproximadamente cuatro años con un sujeto conocido como Pocho, al parecer, siendo una de las pocas ocasiones que Carlos se veía inmiscuido en conflictos.

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Más asesinatos en Atalaya

La ciudadela Juan Atalaya se ha teñido de sangre este fin de semana. Esto tiene alarmados a los habitantes de los barrios y sectores, donde se registraron los hechos. En los últimos 13 días, se han cometido cuatro homicidios.

La modalidad de los crímenes perpetrados es el uso de motocicletas para la movilidad de los victimarios y de armas de fuego para ejecutar los homicidios.

En la última semana de abril se presentaron dos casos más, uno el 29, en el sector El Tunal, en el que fue asesinado Héctor Vergel, al interior de su propia casa. Y el 23 de abril, en el asentamiento Juan Pablo II, fue ultimado un hombre también por dos hombres a bordo de motocicleta.

La comunidad de estas localidades han expresado su preocupación por los recientes hechos y el incremento de  la inseguridad en la ciudadela, esperando un mayor acompañamiento de las autoridades.

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