Ante la estrategia ‘Cúcuta, territorio seguro’, que adelanta la Policía Metropolitana (Mecuc) en las partes altas de las comunas, para mantener el control en esas zonas tan complejas y de difícil acceso, los criminales han decidido esperar a que los uniformados bajen la guardia, para salir a hacer de las suyas.

Y así sucedió el jueves, cuando un par de sicarios esperaron a que los policías terminaran de realizar su labor, para cometer un asesinato.

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El hecho se dio a las 12:40 de la madrugada, cuando los residentes de la avenida 10A con 19A-95, del barrio Carlos Pizarro, justo en las escaleras que conducen a la parte alta, al sector conocido como ‘Cerro Triste’, escucharon el sonido de varios disparos.

Cuando algunas personas salieron de sus casas a verificar qué había sucedido, encontraron el cadáver de Joan Gilberto Obregón García, con al menos 17 balazos.

Las autoridades, que habían abandonado la zona minutos antes, regresaron rápidamente y se encontraron con la escena.

Más tarde, fue la Brigada Interinstitucional de Homicidios (Brinho) la encargada de realizar la inspección técnica y el levantamiento del cadáver. Allí, se encontraron cuatro vainillas 9 milímetros y un celular.

Lo citaron allí

Son varias las hipótesis que rondan el crimen de Obregón García, pero para las autoridades hay una que es la que más fuerza ha cobrado.

Según la información suministrada por una fuente judicial, el hombre, de 31 años, sería vendedor de autopartes y mecánico, pero también, un reconocido expendedor de estupefacientes y consumidor.

Precisamente, ese día habría sido citado en ese lugar para cuadrar una venta de droga, sin saber lo que le esperaba.

Al parecer, cuando la víctima llegó al lugar acordado, habría sido abordado por dos hombres, uno con una pistola y otro con un revólver.

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Aunque Joan Gilberto alcanzó a correr por las escaleras, sus agresores le empezaron a disparar en repetidas oportunidades hasta causarle la muerte.

Se pudo conocer que en la parte alta del barrio Carlos Pizarro opera una ‘olla’, que estaría al mando de un hombre conocido con el alias de Pacho.

Aunque las autoridades no tienen claro si la víctima haría parte de esa misma estructura, algunas personas de la comunidad aseguraron que no, que el hombre sería “harina de otro costal”.

Otra de las versiones apuntaría a que Joan Gilberto debía un dinero, producto de la comercialización de estupefacientes, pero las autoridades adelantan las investigaciones pertinentes para determinar lo que realmente sucedió.

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