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Llegó a Cúcuta para comprar unos repuestos y desapareció
El 1 de abril de 2022, Jhaylander Raúl Arévalo Reyes madrugó y le pidió a su mamá que no le hiciera desayuno, porque iría a Cúcuta y volvería rápido, en lo posible, antes de mediodía. Sin embargo, él no apareció más.
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Sábado, 10 de Febrero de 2024

El 1 de abril de 2022, Jhaylander Raúl Arévalo Reyes madrugó y le pidió a su mamá que no le hiciera desayuno, porque iría a Cúcuta y volvería rápido, en lo posible, antes de mediodía.

Pero desde ese entonces, ya ha pasado 1 año y 10 meses y de Jhaylander no hay noticias.

La mamá de este hombre, de 24 años, guarda la esperanza de que algún día vuelva a escuchar que el portón de su casa se abre y él entre con su moto.

Jhaylander Reyes salió muy temprano de su casa en La Fría, estado Táchira, donde vive con sus papás, hacia la capital nortesantandereana para comprar unos repuestos, con el objetivo de arreglar el internet.

Antes de salir, él le pidió a su mamá que le abriera su negocio de venta de ropa y refrescos en esa población venezolana.

La familia normalmente llegaba a Cúcuta por la trocha de Guamarito, que les permite salir a San Faustino. Ese mismo recorrido hizo Jhanylander aquel día, hasta llegar cerca de la Penitenciaría de Cúcuta, donde guardaba su moto en un estacionamiento. Así quedó registrado en una cámara de seguridad que hay por el sector.

Según pudo establecer la mamá del joven, ese día a las 11:00 de la mañana, Arévalo Reyes le escribió a su pareja sentimental, asegurándole que en pocos minutos se devolvía para La Fría.

 “Mami, yo voy solo, voy y vengo rapidito”, le dijo el joven a su mamá, pero lo cierto fue que no regresó.


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Cayó la tarde, pasaron las horas y ya no volvieron a recibir noticias del joven, pero la familia mantenía la fe y esperanza, de que solo se le hubiese descargado el teléfono o la motocicleta haya presentado fallas, buscando una explicación para que él aún no se reportara.

Pero la espera se transformó en angustia cuando se hicieron las 5:00 de la tarde y la mamá de Jhaylander Raúl no escuchó que el portón se abriera para que él entrara.

“Ahí yo le dije a mi esposo ‘Papá, vamos para Cúcuta’ ya era muy raro que mi hijo no llegara”, contó la mujer.

 

Tras las pistas

 

Como si llevaran una lupa, minuciosamente siguieron cada paso que dio Jhaylander Raúl para llegar a Cúcuta, esperando saber qué sucedió.

“Yo llegué y le pregunté a la señora del parqueadero por mi hijo. Ella me dijo que sí, él había estado ahí, pero como a eso de la 1:30 o 2:00 de la tarde, había sacado su moto y se fue normal”, recordó la angustiada mamá.

Una cámara de seguridad les permitió saber que él si llegó al parqueadero a eso de las 7:46 de la mañana, pero no enfocó cuando salió.

Durante tres meses, día a día iban y volvían de Venezuela a Cúcuta. Repartir volantes con su foto y preguntarle a la gente si lo habían visto, se convirtió en su trajín diario.


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“Nos decían que pudiera andar como un indigente, que tal vez fue golpeado o le habrían dado algo, pero no, buscamos por canales por donde decía la gente y nada”, enfatizó la mamá del joven.

 

La extorsión

 

Tenían 15 días de estar en la búsqueda de su único hijo, cuando recibieron la llamada de unos desconocidos y les pidieron $2 millones para entregarle al joven.

Creyendo que se trataba de las autoridades colombianas que lo habían encontrado y necesitaban ponerse de acuerdo para entregarlo, ellos pagaron, con la ilusión de volver a abrazar a Jhaylander.

Los desconocidos los hicieron ir hasta el sector donde fue visto por última vez. Supuestamente, ahí les entregarían al joven, pero llegaron al punto, recibieron otra llamada donde les pedían más dinero, porque, al parecer, ‘le estaban dando de comer’.

A la tercera ocasión, fueron citados en otro sector de la ciudad, porque supuestamente esa vez si les entregarían al joven, pero tampoco sucedió nada.

“Esa vez solo fueron la novia de mi hijo y mi esposo, porque nos pidieron que solo fueran dos personas, pero cuando llegaron les dijeron que necesitaban más plata. Ahí mi esposo me dijo que no, eso ya era una extorsión”, añadió la mamá de Jhaylander.


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Nunca recibieron una prueba de vida del joven. Los desconocidos solo se estarían aprovechan de su dolor.

Añadió: “Ellos se molestaron cuando nosotros dijimos que no más. Ahí nos respondieron que nos iban a hacer una videollamada para que ahí sí lloráramos por él, porque no habíamos querido colaborar con lo que ellos habían dicho”.

Frente a eso, la mamá del joven manifestó que ninguna cancillería ha dado respuesta, por lo que pide a las autoridades dar avances sobre el paradero de su hijo, pues no encuentran una explicación frente a su desaparición, todo fue muy extraño. 


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