Yosimar María Aguín Peraza fijó su mirada en los pequeños féretros blancos en los que estaban sus tres hijos Yofran Jesús Castillo Aguín, de 4 años; Yoscar Andrés Díaz Aguín, de 2, y Yeferson Josué Díaz Aguín, de 11 meses de nacido. Los tres murieron por cuenta de un incendio registrado la mañana del martes, en Los Patios.
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A pesar de no decir una sola palabra, sus lágrimas y gestos de dolor dejaban ver la gran tristeza que sintió desde el momento del hecho, cuando los niños murieron quemados en el pequeño cuarto donde vivía con ellos y su mamá, ubicado en la calle 22 entre avenidas 9 y 10, del barrio Once de Noviembre, de Los Patios.
La joven madre, de 22 años, ayer, no se quería separar de sus pequeños, pues sabía que sería la última vez que los iba a tener cerca, porque había llegado el día de darles el último adiós.
Por eso, desde que los féretros salieron a las 9:00 a. m., de la vivienda del barrio Las Cumbres, donde los tuvieron 15 horas en velación, ella siempre estuvo al lado, mientras que caminaban y luego en la carroza fúnebre para llegar a la ceremonia litúrgica.
Cuando el cortejo fúnebre arribó a la iglesia Nuestra Señora de Fátima, ubicada en el barrio Once de Noviembre, a cuatro cuadras de donde se dio la tragedia, Yosimar María se bajó del vehículo y no perdió de vista los tres pequeños cajones, que fueron cargados por varios de sus familiares.
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Ella siempre estuvo detrás de sus hijos, incluso cuando los acomodaron en la entrada del templo católico, Yosimar los abrazó y siguió llorando intensamente. Luego de que el sacerdote les dio la bendición y los roció con agua bendita, los féretros fueron llevados hasta el frente del atrio para darle paso a la eucaristía.
Mientras ese momento solemne, Yosimar Aguín se sentó en la primera banca del templo, mientras sus familiares la abrazaban y trataban de consolarla, pero cuando iba más de un cuarto de hora de la misa, ella se desmayó, por lo que fue necesario que los Bomberos de Los Patios que la estaban acompañando, la subieran rápidamente a una ambulancia para prestarle los primeros auxilios, pues ella está embarazada.
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La eucaristía continuó sin ella. Una hora más tarde, los cuerpos de los niños salieron del templo católico con rumbo al cementerio de Chaparral, donde les darían el último adiós. Ante eso, la joven mamá sacó más fuerzas, se levantó de la camilla y decidió ir al campo santo.
Familiares, amigos y demás acompañantes de las honras fúnebres llevaban globos blancos y azules. Todos se hicieron alrededor del sitio donde sepultarían a los tres hermanitos. Este fue otro de los momentos más duros para Yosimar María Aguín, pues al volver a ver los féretros reunidos, se lanzó sobre ellos y comenzó a lamentarse una vez más.
Cuando ella vio que agarraron el cajón de Yoscar Andrés para meterlo en la fosa, los gritos y los lamentos aumentaron, provocando que Yosimar y una hermana se desmayaran, lo que llevó a que los bomberos que también asistieron al entierro, las atendieran y subieran a una ambulancia para trasladarlas a un centro asistencial.
“Fue doloroso ver a la madre llorar a cada momento y abrazar los cajones de los tres niños, que no los dejaron ver por las quemaduras que sufrieron. Fue valiente, porque tiene cuatro meses de embarazo y estaban diciendo que le dolía el vientre de tanto estrés”, comentó una allegada a la familia.
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