El 12 de diciembre de 1977, el periodista radial cucuteño Carlos Ramírez París tuvo una agitada agenda después de salir de las emisiones matutinas de su emisora Radio Guaimaral, a la que le había puesta como lema: “la chica para grandes cosas”.
Al mediodía se reunió con un grupo de amigos y funcionarios, en el recientemente inaugurado restaurante Portón Oriental, entre quienes se encontraban, el candidato presidencial Julio César Pernía, Gonzalo Pacheco, en ese momento síndico del hospital San Juan de Dios el concejal Miguel Rueda, para discutir cuestiones de su interés; en una versión posterior se dijo que también integró el grupo, el comerciante Jaime Caicedo.
Terminada la reunión, poco se sabe del recorrido que realizó, hasta las horas de la noche cuando fue encontrado en estado preagónico en la redoma de San Mateo, a eso de las ocho de la noche, cuando una patrulla de la policía lo recogió y lo condujo a su residencia del barrio San Luis.
Sus familiares, al ver la condición en la que se hallaba, decidieron trasladarlo al Hospital, donde fue atendido por su vecino y amigo el médico Reinaldo Omaña quien nada pudo hacer para salvarlo, dadas la precaria situación y las graves heridas que presentaba. Al conocerse la noticia y después de las primeras indagaciones, los resultados arrojados indicaban que el periodista sufrió una brutal agresión con arma contundente que según se desprende del parte médico, como parte de la autopsia, presentaba hematomas en la espalda, rotura de una clavícula y de dos costillas, una de las cuales le interesó un pulmón y golpes en un riñón. En definitiva, la agresión le produjo una hemorragia interna con la consecuencia de una anemia aguda que le provocó la muerte.
Las notas periodísticas ahondan este tema en la siguiente publicación que se hiciera en un diario local:”… las deducciones hechas con base en el informe médico permiten creer que el agresor o los agresores son personas expertas en el manejo de armas contundentes y en el karate, lo cual se ofrece a los investigadores como puntos de interés.” Aunque posteriormente circularon otras versiones sobre el crimen, en los medios oficiales se estableció que se habían abierto investigaciones por parte del DAS y el F-2 pero sin que se trabajara sobre pistas muy identificadas.
Los detenidos iniciales quedaron en libertad por considerarse que no tenían relación con los acontecimientos.
En la posterior reconstrucción que hiciera el juez de instrucción criminal designado Luis Antonio Gómez, se encontró que su itinerario fue el de costumbre hasta la una y media de la tarde cuando salió de la emisora, en ese tiempo situada en la esquina de la calle sexta con avenida cuarta y después de almorzar como se dijo anteriormente, se dirigió a la casa del candidato Pernía donde estuvo hasta las siete de la noche.
De allí se dirigió a su casa de San Luis, en la camioneta de Radio Guaimaral, y tal vez, por efecto de los tragos, se subió al sardinel de la redoma y quedó atorado en unas piedras que allí había, en todo caso se apeó del vehículo y unos metros más adelante alguien se interpuso golpeándolo, quizás con un garrote, en forma muy fuerte, pues fueron cuatro golpes, el primero que le partió el brazo y los otros los recibió en la espalda y a nivel de la clavícula. También se apreció otro golpe recibido en la espinilla.
Nótese que en esta reconstrucción se amplía el deficiente informe médico presentado inicialmente. Además, según lo establecido por el juez investigador, el periodista fue llevado de la redoma no a su casa de San Luis sino a las instalaciones de la radio, en un taxi que después se supo era conducido por Víctor apodado ‘Petaco’. Otro de los elementos analizados por el juez de la causa, fue una supuesta carta de un testigo que dijo llamarse A. Peñaranda G. sin más datos y quien dice ser testigo presencial de los hechos y que al parecer no justificó lo suficiente para ser aceptada como prueba real.
El Colegio Nacional de Periodistas exigió una amplia investigación, así como el nombramiento de un juez de instrucción criminal que asumiera la investigación y entrara a conocer los detalles que rodearon este crimen, lo que efectivamente se cumplió, según lo arriba narrado. Los cucuteños se volcaron masivamente en un impresionante homenaje póstumo a quien siempre reconocieron como un eficaz dirigente cívico y hombre de excelentes condiciones humanas.
Por su condición de hombre público, toda vez que había ostentado posiciones como la alcaldía de Cúcuta, la dirección de la Imprenta Departamental, concejal y diputado de la Asamblea del Norte de Santander, directivo del Colegio Nacional de Periodistas y fundador de la emisora Radio Guaimaral, su cuerpo fue expuesto en cámara ardiente en los salones del Concejo Municipal entre la 11:00 am. y las 3:00 pm. y desde esa hora y las 7:00 pm. en las instalaciones del Colegio Nacional de Periodistas de la ciudad.
Mociones y resoluciones de duelo fueron expedidas por las principales instituciones de la ciudad entre la que se cuentan los gobiernos municipal y departamental, Universidad Francisco de Paula Santander, Utranorte, la Sociedad de Mejoras Públicas y otras organizaciones no menos importantes. El padre Ángel Cayo Atienza ofició una misa en la sede del Colegio de Periodistas en su homenaje.
Las exequias se realizaron al día siguiente, martes 13 a las 11:00 am. en la catedral de San José.
Entre los muchos homenajes que le rindieron, me permito citar el publicado por el periodista FELIXERRE: “…eufórico y alegre, dicharachero y siempre en trance de sonrisa, Ramírez París, este TROMPOLOCO tan certeramente motejado iba por esta calles de Dios, cuando lo hacía a pie, pues casi siempre viajaba en su vieja y destartalada camioneta, repartiendo saludos y dando abrazos, así como comunicando noticias y proyectos en bien de Cúcuta. Amigo sincero, franco y desinteresado para quienes tuvimos el privilegio de conocerlo como tal Carlos deja en nuestros corazones un hondo vacío. Descanse en paz el más genuino, preocupado amante cucuteño y que la tierra que lo vio nacer lo guarde en sus entrañas con el mismo amor, fruición y constancia con que él la sirvió la amó”.
Redacción: Gerardo Raynaud D.
gerard.raynaud@gmail.com
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