El Ministerio de Relaciones Exteriores expidió el Decreto 0089 del 25 de enero de 2025, que promete agilizar la determinación de la condición de refugiado en Colombia y hacer más efectivo el proceso ante el alto número de solicitudes que recibe el país mensualmente.
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La principal novedad del decreto es que, por medio del salvoconducto concedido durante el trámite, se les garantice a los solicitantes el derecho al trabajo en el país.
Lo importante de este avance en materia de refugiados en el país es que según la normatividad actual los solicitantes de la condición no tienen derecho a trabajar, incentivando esto la informalidad entre esta población.
De acuerdo a la información del Ministerio, han recibido un promedio anual de 15.000 solicitudes de reconocimiento de la condición de refugiado. En el 2017 recibieron 625 solicitudes, mientras que para 2021 la cifra ascendió a 15.954, y en 2023 llegó a 12.282. La Cancillería consideró que el aumento desbordó la capacidad del sistema, en un país que no estaba acostumbrado a recibir refugiados.
A corte de 30 de junio de 2024, Colombia tiene más de 28.300 solicitudes pendientes de la condición de refugiados, ubicándose como el cuarto país con la cifra más alta, según información de la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V). De acuerdo a los datos del Grupo Interno de Trabajo de Determinación de la Condición de Refugiado, desde 2017 se han recibido 67.048 solicitudes, y solo se les ha reconocido ese estatus a 1.441 ciudadanos, lo que representa apenas un 2,15% de aceptación.
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Un procedimiento contrario a los derechos humanos
Ligia Bolívar, investigadora asociada del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab) en Venezuela, responsable del área de derechos de migrantes y refugiados, destacó que la extensa duración del proceso y la imposibilidad de conseguir un empleo formal eran de los principales inconvenientes que presentaba el proceso de regulación de estas personas.
Añadió que estos problemas, incluso, se volvieron un elemento disuasorio para la gente que realmente necesitaba la protección de refugiado, pero optaba por no pedirla por no poder trabajar durante el proceso.
“La solicitud de refugio está demorando tres y hasta cuatro años (en recibir respuesta de la Cancillería). Someter a una persona a la imposibilidad de ejercer su derecho al trabajo durante todos esos años con absoluta incertidumbre sobre su futuro es contrario a los derechos humanos y las buenas prácticas internacionales”, agregó Bolívar.
También sostuvo que esta modificación al decreto permitirá que los solicitantes de refugio no sean revictimizados en materia laboral y puedan optar por ejercer el derecho al trabajo en igualdad de condiciones a los ciudadanos colombianos, recalcando que no es una medida que les vaya a dar prioridad.
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