El ballet en Norte de Santander y el estado Táchira tuvo una pionera profesional, quien dedicó su vida entera a formar niñas y niños en este arte, y al día de hoy atraviesa una compleja situación de salud, que de manera forzada la retiró de los escenarios, espacios que eran su razón de ser.
Margarita Eugenia Acevedo Meza fue la fundadora del ballet clásico en la zona fronteriza. A esta actividad se dedicó por completo, pues desde los 6 años se sumergió en este mundo rodeado de trajes deslumbrantes, danzas coordinadas y un talento innato que la hizo destacar.
Sus primeros tutores vieron el talento que poseía y lo entregada que era. Esto permitió que Margarita avanzara rápidamente. Su dedicación, talento y pasión le otorgaron reconocimiento y renombre tanto en el departamento, como en el vecino país vecino, lo que le abrió las puertas laboralmente.
La bailarina llevó su conocimiento y preparación a diferentes recintos académicos, en donde formó e implantó por primera vez el ballet clásico de manera profesional, cuidando y velando por la salud e integridad física de cada uno de sus alumnos.
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La cifra de estudiantes que tuvo a su cargo es un número incalculable, puesto que en sus más de 60 años de trabajo, asesoró a niños de todas partes y estratos socioeconómicos.
Su rol de profesora y tutora rompió barreras, pues llegaba hasta lugares remotos con el fin de ayudar a aquellos pequeños que tenían talento y gusto por el ballet pero muy pocas oportunidades. Muchos de aquellos alumnos, luego se dedicaron a seguir enseñando este arte, que aprendieron con detalle de quien fue su gran maestra.
Sin embargo, tanto esfuerzo y dedicación le pasó factura a la artista, ya que el ballet se considera un deporte de alto rendimiento y por ende con el paso de los años genera desgastes articulares considerables como fue el caso de Acevedo, quien en el transcurso de sus últimos años padece de diversas enfermedades como secuelas de su profesión.
En 2016, fue sometida a una cirugía de trasplante de cadera la cual resultó exitosa, pero perdió gran parte de su memoria, situación que su familia no entiende por qué sucedió. Con el pasar de los años esta condición empeoró, y para el año 2020 fue un punto de quiebre total.
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En ese año, llegó la pandemia y la escuela que siempre había sido su razón de ser y su única fuente de ingresos, cerró de manera definitiva en octubre.
Esta situación generó en Margarita un choque emocional, ya que estaba acostumbrada a ser alguien activa profesionalmente, y de manera abrupta pasó a estar en su casa y solo ver a su hija Catalina. Lo anterior, provocó que Margarita terminara de perder su memoria.
Actualmente, su hija Catalina Maldonado es quién cuida de ella y lucha por mantenerla en las mejores condiciones de salud y bienestar. Sin embargo, sus otros dos hijos José Guillermo y Adriana Maldonado quienes residen en Estados Unidos desde la distancia están al pendiente de todo lo que a su madre requiere.
Sin embargo, algunos de sus viejos amigos -como Juan Becerra- han organizado para este sábado 11 de octubre una serie de actividades en la biblioteca pública Julio Pérez Ferrero, que tienen como finalidad recaudar fondos monetarios para adquirir unos elementos y suministros esenciales para la salud de Margarita, quien fue la gran profesora de ballet para cientos de personas del departamento.
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