El pasado 29 de mayo tuvo lugar la primera vuelta presidencial en la que, con su voto, cerca de 15 millones de colombianos refrendaron el deseo de cambio en el país y le dieron un portazo a las viejas y tradicionales estructuras políticas que por años han gobernado Colombia.
A una semana del nuevo proceso electoral en el que se definirá cuál de esas dos apuestas por las que se inclinaron los ciudadanos tendrá la responsabilidad de llevar las riendas de un país dividido y ávido de grandes transformaciones, la expectativa es total.
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Gustavo La-Rotta Santander, profesor universitario, líder de visión y propósito en AKAI, Hacer lo Correcto, y asesor gubernamental en Direccionamiento Estratégico, hizo un análisis sobre el panorama al que se enfrenta el país y por dónde deberían ir verdaderamente esas apuestas de cambio en las que depositaron su confianza los colombianos.
¿Será esta la oportunidad histórica para llegar a un verdadero ‘Acuerdo sobre lo fundamental’ en Colombia, sumando fuerzas entre los que creen profundamente en el cambio y aquellos que respaldan el continuismo?
Para ello se requiere dejar atrás egos, entender que así exista diversidad ideológica, cultural, social y económica, el futuro del país debe estar por encima de cualquier interés particular, partidista, sectario o corporativo. Es un imperativo poder trazar una visión de país, sin necesidad de ir tras una nueva Asamblea Constituyente, en la que pongamos sobre la mesa los asuntos que deben ser parte de dicho Acuerdo (término promovido hace tres décadas por el estadista, copresidente de la Constituyente del 91 y varias veces candidato presidencial, Álvaro Gómez Hurtado).
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¿Hacia dónde debe apuntar esa visión de país?
Me arriesgo a proponer unos primeros temas de proyección de país que requieren reformas estructurales: cambio del modelo educativo público, una reforma estructural a la justicia y un modelo económico y social.
Muchos hablan de que el modelo educativo requiere cambios, pero hasta ahora todo sigue igual. Como profesor, ¿en qué cree que debe concentrarse esa reforma?
Se requiere con prontitud una reforma a la educación. La adaptación de los planes educativos institucionales y los currículos de los colegios, a la par de los cambios dados en el mundo, para preparar a las nuevas generaciones desde las ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM por sus siglas en inglés), humanidades, artes, lectura crítica, escritura, inteligencia emocional-social y actividad física, con educación práctica, incluyendo el contexto social regional y global, para contar con estudiantes mejor calificados para afrontar los desafíos actuales de cambio permanente y turbulencia.
Pero, ¿cómo sería posible materializar esto?
Es vital la participación activa de la Cuádruple Hélice (sector privado, Estado, ONG y universidades), para buscar adaptar en las instituciones de educación superior, sus procesos de enseñanza, de extensión y de investigación, a las necesidades empresariales y sociales, y así mismo, sellar un compromiso permanente, por un mayor acceso de los jóvenes a la educación superior técnica, tecnológica y universitaria. De igual manera, es importante revisar la viabilidad de las conclusiones entregadas por la Nueva Misión de Sabios e implementarlas de ser factibles.
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Usted menciona también la reforma a la justicia, ¿cómo la concibe?
Una justicia ágil, moderna y tecnificada para resolver los procesos, que sea más cercana a las necesidades de los colombianos. Recuperar la confianza que hace décadas tenía la gente en la justicia. Otro asunto es buscar responder a esta pregunta con la mayor objetividad, ¿es eficiente hoy en día, desde la administración de justicia, tener el actual número de cortes: Constitucional, Suprema de Justicia, Consejo de Estado, Consejo Superior de la Judicatura, Justicia Especial para la Paz (JEP)? Así mismo, el proceso de escogencia de los magistrados y del fiscal General de la Nación, debe estar blindada de cualquier intervención politiquera, explorando una forma de elección mucho más meritocrática y que el nivel de calidades académicas, competencias y experiencia relacional de los representantes de la justicia, esté basado en los más altos estándares profesionales.
Todo gobierno promueve su propio modelo económico, pero, ¿cuál debería ser la esencia de ese proceso para enrumbar a Colombia por una senda más productiva?
Definir en una visión de largo alcance las vocaciones productivas, industriales y de servicios (incluido el desarrollo de software), estructuradas por regiones, según ventajas competitivas y comparativas, de cara al consumo interno y con la mirada puesta en los cambios dados en los mercados globales. El aprovechamiento de las ventajas comerciales que dan los TLC firmados por Colombia para la exportación de productos y servicios, así como desarrollar las estrategias trazadas en el documento Misión de Internacionalización entregado en 2021 (30 líneas de acción para posicionar a Colombia en el mercado mundial).
Y desde lo regional, ¿cómo debe proyectarse ese modelo económico?
Es prioritario cerrar las brechas de infraestructura logística, de transporte, educativa y tecnológicas para acercarlas a las mejores economías OCDE. Las Políticas de acceso a fuentes de crédito fácil y barato, así como asistencia técnica permanente para aumentar el número de emprendedores. El desarrollo del campo mediante inversión en agroindustria y biotecnología. Todo esto, apuntando a generar las condiciones más propicias que lleven al país hacia el pleno empleo y el desarrollo empresarial, como factores que cooperarían en tener resultados mucho más favorables, en los indicadores sociales y económicos del país.
A nivel social, ¿dónde deberían concentrarse, principalmente, los esfuerzos de ese cambio que espera Colombia?
En mejorar la calidad del actual sistema de salud, así como un mayor enfoque en la prevención. Continuar con la matrícula cero para las universidades, definir si el estado financiará un ingreso básico universal, sí se focalizará en un solo subsidio, los demás subsidios que en la actualidad existen. Una mayor inclusión socio-laboral y cultural, para los grupos poblaciones más vulnerables. Así como la presencia de la oferta institucional del Estado, más la justicia y la seguridad, en los territorios afectados por las violencias históricas.
Es un hecho que después de estas elecciones el país va a quedar profundamente dividido y lastimado, ¿cuál debe ser la postura del nuevo gobierno para sanar esa herida?
El país requiere de un presidente de la República y de un equipo de trabajo que no sean generadores de más odios y de división de clases, que tengan la capacidad de unir a toda la nación en favor de propósitos mayores enmarcados en este ‘Acuerdo sobre lo fundamental’ propuesto. El cambio no da más espera y la maltrecha democracia e institucionalidad colombiana y su debilitado tejido social pueden tener la oportunidad de ser fortalecidos, para que realmente los habitantes de nuestro país, sientan que están siendo beneficiados de un cambio positivo en su calidad de vida.
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