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Editorial
Peligro rodante
Lo importante es hacer algo y no dejar que esto sea objeto de discusión únicamente cuando va a venir esa unidad especial de tránsito.
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Domingo, 27 de Marzo de 2022

Cuándo irá a cambiar la manera de ser y el comportamiento de los conductores en Cúcuta y el área metropolitana? ¿Cuándo las autoridades municipales le darán prioridad a la prevención y no a la mano dura?

Los anteriores interrogantes van de la mano y no se pueden  desligar, lo cual supone la necesidad de una política pública de tránsito que involucre ambos extremos, pero con la tendencia de ir atenuando la rígida operatividad en la medida que se fortalezcan la educación y el civismo vial ciudadano.

Por dos hechos de alta peligrosidad para la vida y la salud de  los pasajeros y conductores, la presencia del Cuerpo Especial Contra la Ilegalidad y Siniestralidad, como oficialmente se le conoce al Grupo Élite, no puede cuestionarse, porque los argumentos se quedan sin sentido alguno.

El primero tiene relación con la altísima evasión en la ciudad del Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT), hecho que convierte a miles de carros y motocicletas en factores de riesgo para la vida de sus ocupantes y de los peatones.

Lo peor del caso y que sirve de razón inexcusable para defender la presencia de ese cuerpo policíaco, es que el 65% de los vehículos que cruzan raudos por las calles cucuteñas -muchos de ellos pasando semáforos en rojo o circulando a velocidades extremas-no tienen el SOAT.

Tránsito Municipal y la Alcaldía tienen ahí un delicado asunto para resolver y el cual no puede quedarse simplemente en la quejosa declaración por los medios informativos, sino en proceder a tomar determinaciones para conjurar el problema, vinculando a los gremios y las mismas aseguradoras, para que identifiquen planes que pudieran llegar a facilitar la obtención del SOAT. 

Lo importante es hacer algo y no dejar que esto sea objeto de discusión únicamente cuando va a venir esa unidad especial de tránsito, puesto que hay muchas vidas de por medio y también surge de ello un problema financiero para el sistema de salud  por la atención de  víctimas de vehículos sin SOAT.

Tendría que pasar analizarse por ejemplo, que el municipio se volviera en parte en una especie de garante usando el dinero que le entra por la concesión de las fotomultas, llevándolo a una cuenta para cubrir accidentalidad por no SOAT. Son sugerencias, porque de verdad que a veces todo esto se vuelve un círculo vicioso, sin una solución, mientras el peligro sigue al acecho.

Y el otro no menos grave asunto es el de la revisión  técnico-mecánica a la que tampoco el parque automotor cucuteño atiende en la forma que debería, volviéndose también en elemento disparador de la siniestralidad vial, puesto que el 65% de los carros y motos (colombianos y venezolanos) que deben de someterse a ese examen, no lo hacen.

Teniendo en cuenta todo eso, debería la Alcaldía de Cúcuta no descartar una determinación contundente y fundamentada en esa peligrosidad que rueda por las calles y avenidas, consistente en volver permanente la presencia del Grupo Élite.

Entonces sería buscar estrategias que le faciliten desde el punto de vista económico al ciudadano el cumplimiento de esos requisitos básicos, mantener el férreo control y también definir las tareas educativas y cívicas necesarias para hacer entender lo riesgoso que es ir por ahí sin SOAT o sin haber hecho el análisis técnico-mecánico.

Además, sería interesante que cada vez que entre a operar ese grupo, se les diga a sus miembros que la ‘ley es para  todos’ para que los domiciliarios, por poner un ejemplo, no se sientan perseguidos, sino que la exigencia en los puestos de control cubra a todos.


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