

El exministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas Santamaría, le puso el acento a varios aspectos en los cuales Colombia padece serios inconvenientes.
El más inmediato corresponde al riego de las elecciones de 2026 por acciones directamente provenientes del Gobierno del presidente Gustavo Petro, lo cual requiere de la unidad nacional para proteger el libre derecho a elegir y ser elegidos.
Es razonable tener muy presente que una eventual Asamblea Nacional Constituyente como la que se plantea desde la Casa de Nariño pueda desencadenar en la suspensión indefinida o aplazamiento de los comicios, extensión de periodos y resucitar la reelección presidencial.
Advertencias como la hecha por el precandidato presidencial Cárdenas, en el podcast de La Opinión, no hay que echarlas en saco roto.
Por el contrario, es requerido contrastarlas con aquellos que plantean reelegir a Petro, quien aunque dice que se irá el 7 de agosto de 2026, sí ha venido insistiendo en que se reelija el proyecto progresista.
Parte de la estrategia de que no haya elecciones es la Constituyente, fueron las palabras de Cárdenas que, enfrentadas a esto que en el Huila manifestó Petro, reseñan un panorama inquietante: “solo le pido al pueblo de Colombia en las elecciones del año 2026 reelegir, no a una persona, sino el proyecto de la vida en este país”.
Sucede que así como se han venido encendiendo alarmas sobre el debate electoral del año próximo, desde la orilla del petrismo crecen las insinuaciones para que el presidente siga en el poder por más tiempo.
Hace muy poco el jefe de gabinete, Alfredo Saade, lanzó esta consideración: “necesitamos no solo una Asamblea Constituyente sino que el presidente Petro se quede los próximos 20 años como presidente de la República. Por eso le he dicho al país que hablemos de reelección”.
En medio de las vicisitudes, el país ahora se enfrenta a un dilema que incluso se había prometido -escrito en mármol- no tocar, como es el de los ejercicios para intentar revivir una figura sepultada en 2015, cuando el Congreso aprobó una reforma constitucional que eliminó la posibilidad de reelegir presidente.
Colombia espera que Petro se sincere y le diga al país sus reales intenciones: ¿Quiere perpetuarse en la Presidencia usando al constituyente primario? ¿Pasará por encima del Congreso de la República? ¿Las dudas que tiene sobre las elecciones apuntan a deslegitimarlas para suspenderlas o desconocer resultados?
Sumándole a lo anterior las denuncias hechas por Mauricio Cárdenas Santamaría y otros analistas sobre el debilitamiento de la Fuerza Pública y el evidente fortalecimiento de los grupos armados al margen de la ley, entonces el ambiente que se genera es de alto riesgo por la inseguridad y falta de garantías tanto para los aspirantes como para el voto libre y sin constreñimiento.
Le debe entonces el presidente Gustavo Petro una contundente y precisa explicación a Colombia y el mundo, que sin lugar a engaños ni dudas, indique si electoralmente Colombia está al borde de dar el salto al vacío para volverse igual que Venezuela en este aspecto, porque lastimosamente todos los síntomas y manifestaciones apuntan en esa dirección que sería desastrosa para nuestra democracia.
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