El reciente informe de la Unidad de Planeación Minero-Energética (Upme) proporciona una radiografía detallada del consumo de luz en Colombia, así como plantea las bases para entender cómo evolucionará la demanda de energía en los próximos 15 años.
Estos resultados se dan en medio de la contingencia de los precios de la factura de luz en la Costa Caribe, en donde los usuarios se quejan por las alzas; también por las consecuencias del fenómeno de El Niño que estresó al sistema eléctrico al bajar los niveles de los embalses; y los retrasos en la expansión de la infraestructura eléctrica en el país.
Por ejemplo, el 2023 estuvo marcado por la influencia del fenómeno de El Niño, lo que resultó en un aumento significativo en la demanda de energía. Según el informe, la demanda promedio mensual de energía eléctrica en 2023 fue de 6.665 gigavatios, con un crecimiento promedio del 4,3% en comparación con 2022.
Este incremento en el consumo se explica en gran parte por el aumento en el uso de dispositivos como aires acondicionados y ventiladores debido a las altas temperaturas.
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La tendencia al alza en el consumo de electricidad continuó en el primer trimestre de 2024, con una demanda promedio mensual de 6.837 gigavatios, lo que representa un crecimiento del 7,8% respecto al mismo periodo del 2023.
“Este aumento en la demanda es un claro indicador de cómo fenómenos climáticos extremos pueden impactar el consumo energético”, recalcó la Upme en su estudio.
El informe de la Upme estima que la demanda de energía eléctrica en Colombia crecerá a un ritmo promedio anual de entre 1,30% y 3,09% en el escenario medio. Este crecimiento está influenciado por factores como el comportamiento económico del país, la expansión de la población y, por supuesto, el impacto de fenómenos climáticos como El Niño y La Niña.
Además, se prevé un crecimiento del 2,2% en la demanda promedio diaria de energía para el periodo 2024-2025. Este crecimiento está en línea con las expectativas de crecimiento económico del país, aunque cabe destacar que el ritmo de crecimiento podría variar dependiendo de la evolución de la economía global y las políticas energéticas implementadas por el Gobierno, enfatizó la Upme.
Uno de los aspectos destacados del informe es el comportamiento de la demanda no regulada, que en 2023 creció un 1,94%. Este sector incluye actividades económicas como la explotación de minas y canteras, la industria manufacturera y el comercio, las cuales tienen un peso significativo en el consumo energético del país.
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En cuanto a las áreas geográficas, el Caribe y Antioquia son las regiones con mayor crecimiento en la demanda eléctrica, con tasas anuales del 7,23% y 6,64%, respectivamente. Esto se debe en parte a la creciente actividad económica en estas regiones, impulsada por sectores como la construcción, la explotación minera y la agricultura.
Retos y oportunidades de la planificación energética
El informe también aborda el impacto de la movilidad eléctrica y la generación distribuida en la demanda de energía. Se espera que la demanda de energía asociada a los vehículos eléctricos crezca considerablemente en los próximos años, contribuyendo entre un 0,09% y un 6,41% a la demanda total para 2038.
Este crecimiento estará impulsado por la transición hacia un transporte más sostenible, en línea con las metas de descarbonización del país.
Por otro lado, la generación distribuida, especialmente la solar, se proyecta como un factor que restará al crecimiento de la demanda total de energía. Se estima que la generación distribuida podría reducir la demanda en hasta un 2,15%, lo que representa una disminución significativa en el consumo energético tradicional.
Si bien el informe de la Upme presenta un panorama de crecimiento sostenido en la demanda de energía, también subraya la importancia de la planificación a largo plazo.
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La infraestructura energética del país deberá adaptarse a los cambios en el consumo, impulsados tanto por el crecimiento económico como por las nuevas tecnologías. La inclusión de fuentes de energía renovable y la mejora en la eficiencia energética serán claves para garantizar un suministro adecuado y sostenible en el futuro.
“En efecto, el sistema de transmisión presenta retrasos de más de una década y hay zonas que tienen demanda no atendida por situaciones operativas. El sistema viene arrastrando ya una situación estructural, lo que da cuenta del agotamiento en general de los mecanismos regulatorios y de la estructura del mismo mercado, que ha venido sacando ‘banderitas rojas’. Esto se traduce, entre muchas otras cosas, en que desde hace más de cinco o seis años tenemos retrasos en la cobertura de energía”, dijo Carlos Adrián Correa, director de la Unidad de Planeación Minero-Energética (Upme), a EL COLOMBIANO.
En definitiva, para el período 2024-2038, el consumo de energía eléctrica en todos los sectores (regulados y no regulados) irá desde 1,98% hasta el 4,34% anual, en un escenario medio.
Y para atender ese consumo, la Upme lanzó una ‘misión’, que es tal vez la más ambiciosa de la red de transmisión en las últimas décadas, y que pretende solucionar problemas muy urgentes en zonas específicas del país, como Norte de Santander, Caribe y Chocó, a través de un mecanismo que se llama Obras Urgentes.
También plantearon la instalación de compensadores síncronos, que permiten mejorar el servicio de prestación, con mejores condiciones operativas en el Caribe, porque estas obras serán en La Guajira, César y Magdalena.
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