La erradicación de la pobreza es el mayor reto, principalmente en Latinoamérica. Colombia registra indicadores de pobreza monetaria y de pobreza monetaria extrema de 33% y 11,4%, según el informe del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) de 2024.

En Cúcuta, junto a su área metropolitana, esos índices son de 35,9% y 7,7%, respetivamente. Así, 36 de cada 100 habitantes sobreviven con un ingreso mensual de $452.516, en el caso de la pobreza monetaria, y 8 de cada 100 lo hacen con tan solo $217.426, si está en condición extrema.

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¿Cuánto cuesta erradicar este problema? El cálculo lo hizo el equipo del Observatorio Fiscal de la Pontificia Universidad Javeriana, el cual determinó que, con $1 billón anual, el número de personas que saldrían de las pobrezas monetaria y monetaria extrema serían de 382.522 y de 191.876.

El director de la institución, José Mauricio Salazar, explicó que sacar a toda la población de la pobreza monetaria extrema cuesta entre $11 y $19 billones (3,74% del PGN 2024), mientras que acabar con la pobreza monetaria requiere invertir entre $41 a $87 billones (17,3% del PGN 2024), dependiendo del esquema de financiamiento.

“Esta idea de erradicación de la pobreza está presente en la Reforma Pensional, en el Pilar Cero, en el cual se da una renta básica”, indicó el economista, quien destacó que, desde el Observatorio, estudiaron tres opciones para recaudar el dinero que se necesitaría, las cuales buscan comprender cómo cada tarifa impositiva impactaría a los más vulnerables. 

Tres esquemas de impuesto

• Tasa 0%. No se cobra ninguna contribución adicional a quienes están por debajo de las líneas de pobreza y reciben un monto equivalente a la línea de pobreza monetaria ($452.516) o monetaria extrema ($217.426) adicional a su ingreso bruto. El costo fiscal sería de entre $18 y $87 billones.
• Tasa 19%. Por cada peso que una persona gana y gasta, una parte se destina al IVA. Este tributo lo pagan los pobres y quienes gozan de mayores ingresos. Bajo esta opción, se entregaría un monto en dinero equivalente a la línea de pobreza, cobrando el IVA. El costo oscilaría de $12 a $50 billones.
• Tasa 100%. Implicaría que el Estado recaude todo el ingreso bruto de las personas, a través de impuestos, y luego redistribuir esos recursos. Es decir, la renta disponible de quienes están en esa condición equivaldrá a los valores de las líneas de pobreza, asegurando que nadie quede por debajo de ese nivel mínimo de ingresos. De ese modo, se les completaría lo que les falta para llegar a los umbrales. El costo oscilaría entre $11 y $41 billones.

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Efectos de la renta en el empleo

José Mauricio Salazar manifestó que una renta básica podría aumentar el salario de reserva, al mejorar las condiciones, pero también reduciría la participación laboral, porque haría que los empleados rechacen puestos de baja calidad. 

El director del Observatorio Fiscal añadió que las personas con ingresos ligeramente superiores a la línea de pobreza podrían verse incentivadas a reducir su trabajo, para cumplir con los requisitos del programa social y así obtener el beneficio.

“Detractores de la medida dicen que esta puede hacer que menos gente quiera trabajar. En los países en los que se han evaluado políticas parecidas a la renta básica, el efecto no es muy concluyente de si eso es así o no”, apuntó.

Salazar dijo que si se ve a Venezuela, en donde hay demasiados programas sociales, y se calcula el costo burocrático respecto a la cantidad de beneficiarios, el enfoque termina siendo altamente costoso y alterando bastante la relación del ciudadano con el mercado laboral.

El economista aseguró que preguntarse por el costo/beneficio de los programas sociales para quienes están por debajo de líneas de pobreza es un debate que debe darse, para analizar si el resultado es tan positivo, como para destinar dinero a ese aparato burocrático.

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Solución temporal, no estructural

Para el economista e investigador Mario de Jesús Zambrano, docente de la Escuela Superior de Administración Pública (ESAP), la renta básica puede tener efecto de diferentes maneras, dependiendo del tiempo, las características socioeconómicas de las familias y hasta del acceso a la información. 

“Puede garantizar el acceso a necesidades básicas, disminuyendo la incertidumbre en los hogares, y, a su vez, mejorar la capacidad de inversión en educación, salud y otros aspectos fundamentales para el desarrollo humano, incrementar el poder adquisitivo  y estimular la demanda local, lo que puede generar dinamismo económico en donde la informalidad es alta”, agregó el experto.

Zambrano aseguró que, en teoría, al elevar el piso económico se reducen las brechas más extremas. Sin embargo, existen varios puntos críticos, al considerar el estudio del Observatorio, como la sostenibilidad fiscal, pues, se requiere una estructura robusta, lo cual implica un alto costo, y con disyuntivas en el gasto público complejos. 

“La renta básica puede aliviar síntomas inmediatos de pobreza, pero no resuelve problemas estructurales (falta de acceso a servicios públicos, escasez de oportunidades laborales e inestabilidad social). En el contexto de Cúcuta y Norte de Santander, una región afectada por una serie de vicisitudes sociales y económicas, estos programas pueden proporcionar un alivio inmediato a quienes se encuentran en situación de pobreza extrema”, resaltó el académico.

Mario Zambrano consideró que el impacto de esos programas puede verse limitado en territorios como este departamento, si no se acompañan de medidas para diversificar la economía y el mercado laboral, mejorar la seguridad y fortalecer la gobernanza local, en donde hay grandes desafíos.

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