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‘Dios me ha dado calma para seguir adelante’
El haltero antioqueño buscará este año un cupo a los codiciados Juegos Olímpicos, que se efectuarán en Tokio, en el 2020.
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Colprensa
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Sábado, 17 de Marzo de 2018

Fe, perseverancia, disciplina, humildad, convicción, trabajo, familia, marcas, confianza, Dios.

Estas diez palabras identifican, plenamente, a Francisco Antonio Mosquera Valencia. De ahí que cada vez que se habla con él están presentes. Son su esencia.

Campeón mundial de pesas de los 62 kilogramos, la división más exitosa para la halterofilia colombiana a través de la historia, como que ha sacado ya varios campeones mundiales, entre ellos Óscar Albeiro Figueroa, Luis Javier Mosquera y él, este joven levantador antioqueño, oriundo de Apartadó y que el primero de abril cumplirá 26 años, encarna una valiosa generación de colombianos que han seguido los pasos de otroras glorias como María Isabel Urrutia, quien abrió la senda del oro olímpico en Sydney-2000. Y candidato preferencial para subir al podio en Tokio-2020.

“Todo en la vida pasa por algo”. Es una frase de batalla del divertido “Pacho”, como se le conoce en el medio y quien fuera incluido entre los mejores diez pesistas del 2017 por la Federación Internacional de Pesas (IWF, por sus siglas en inglés), tras coronarse como el mejor de los 62 en Anaheim, Estados Unidos, en noviembre pasado, con un ejercicio de 130 kilos alzados en arranque (7° lugar), 170 en envión (medalla de oro) y 300 en total (oro).

Y aunque todo deportista busca llegar a ser campeón del mundo, en pesas se complica más debido, principalmente, al dominio de los países asiáticos, como China, Tailandia, Taiwan, Corea, entre otros.

Mosquera superó una delicada cirugía de rodilla que lo dejó por fuera de los pasados Olímpicos de Río justo días antes de competir al presentar una ruptura de tendón en su rodilla izquierda.

Caminó en muletas, se vio impedido para ejercitarse, sacrificó muchas cosas, pero tuvo la fe intacta. Fueron 16 meses de espera, de recuperar terreno perdido, de llorar algunas veces, pero no de decepción, como lo afirma, sino de vivir momentos difíciles en un complicado proceso de rehabilitación.

Ahora, tras un retorno exitoso, cumpliendo un proceso de recuperación de casi un año y ganar el título mundial, se prepara para lograr el cupo que lo lleve a los Olímpicos de Tokio-2020, bajo la premisa de la revancha.

Colprensa habló con el haltero que aún mantiene su vínculo a la Liga de Pesas de Bolívar, residiendo en Cartagena, al lado de su esposa Ivana Marcela Pérez y su pequeño y único hijo, Frank Alexander, de 3 años de edad.

¿Cómo califica hoy, después de la lesión, la cirugía, la recuperación y el título mundial, su actualidad?

Todavía no dimensiono lo que he hecho. La gloria es para Dios. Creo que es como haberme quitado un peso de encima porque la espera para volver a competir fue larga. A veces no aguantamos tanto.

Tuvo un momento especial en ese Mundial y fue al final, como que no sabía que hacer sintiéndose campeón...

Fue algo extraño, pues tenía fe en que iba a ganar pero no había planeado qué hacer ni a quién darle las gracias. Cuando me vi ganador como que se me borró el cassette; había tanta gente a quien agradecerle, a quien ofrecerle esa medalla. Incluso, si tocara repartir esa medalla que me dio el título, creo que no me quedaría mucho. Dios, todas las personas que me acompañaban esa noche, quienes me han ayudado, entrenadores como Jovanni Moreno, Yohana Ramírez, Oliver Ruiz, Oswaldo Pinilla, preparadores físicos, Coldeportes -porque nunca me abandonaron-, Iderbol, la Escuela del Deporte, un poco de gente que no me dejaron caer, mi familia, mi mamá, mi mujer, mi hijo, mis compañeros de equipo, amigos....

Todo en la vida pasa por algo, dice usted...

Sí, si algo va a pasar es porque está escrito y llega por algo y en su momento justo. Es creer en lo que se hace; solo así tendrá una recompensa.

Poder mental, poder físico...

Todo se puede. Yo quiero, yo trabajo y lo hago en el amor de Dios, familia y las pesas.

¿Qué busca ahora?

Yendo paso a paso. En el fondo hay un sueño olímpico que no pude cumplir en Río pero que, de seguro, si sucedió era porque algo me tienen reservado. Mi sueño hoy es Tokio-2020. Estoy en busca de la gloria para Dios luego de ser campeón mundial.

¿Qué ha hecho en estos primeros días del año tras el triunfo en Anaheim?

He tenido momentos maravillosos al estar con mi gente en Apartadó, yendo al gimnasio a prepararme y, en especial, a cumplir con una preparación física exigente porque la idea es fortalecer lo más que se pueda las articulaciones que se vieron afectadas con la cirugía. Reforzar lo básico y estar bien preparado para lo que se viene.

Estamos en pleno ciclo olímpico, ¿qué planes le han trazado los técnicos?

La meta, a corto plazo, son los Juegos Centroamericanos y del Caribe y los Juegos Suramericanos, torneos que son importantísimos en el camino de una gran preparación. Sin embargo, el gran objetivo este año es el Mundial -noviembre-, al que aspiro llegar en óptimas condiciones.

¿Cómo es eso de levantar 170 kilos, en dos movimientos, luego de una operación de rodilla que soporta parte de la fuerza de ustedes los pesistas?

Creyendo en Dios, teniendo fe, siendo positivo. Fíjese que en mi caso y tras la cirugía, todo evolucionó bien. Al principio se presentó un dolorcito pero no pasó a más; por fortuna estoy sano, el músculo está bien, hay que fortalecerlo para que no pierda estabilidad y poder levantar el peso e ir, de a poco, mejorando las marcas. Solo así se aguantan las cargas de un exigente entreno o de la competencia.

En momentos de desazón, al llegar la lesión, ¿pensó que ahí terminaría su carrera, pensó en el retiro?

Nunca pensé en eso. Ni siquiera que no iba a volver a levantar pesas. Me dije que tenía que trabajar fuerte, que no era el fin. Creo que no dejar de soñar es vital en esos momentos. Primero se acepta la condición, luego se trabaja con más ganas. Así lo hice, di lo mejor de mí y pensé que debía morir en la plataforma porque no podía dejar caer ese sueño de ser campeón olímpico. Muchas de las cosas están en la mente. Trabajo con fe, persevero con humildad y creo en lo que hago. Todo se puede; yo quiero, yo trabajo.

Marcas... ¿Alguna en especial que quisiera atacar?

Primero recuperarme, superar mis marcas y quizá luego, intentar el récord del envión que es mi especialidad. Pero esto no se da todo a la vez. Rumbo al sueño de Tokio podría tener la oportunidad de lograrlo, pero no me desvelo si no se da rápido.

El récord olímpico del envión está en 177 kilos (lo posee Óscar Figueroa, desde 2016) y el mundial en 183 (Lijun Chen, desde 2015)...

Así es. Lo primero que tengo que hacer es superar las marcas que traigo desde 2015 pues no pude actuar en 2016 y solo a finales del año pasado regresé. Son 7 kilos la diferencia con mi marca personal. Quiero acercarme a ese registro, sé que lo puedo hacer; sin embargo, sigo pensando en la posibilidad de una gran actuación en Tokio. Lo demás puede llegar o esperar. No se puede hacer todo en uno o dos años.

Quiere hacer historia y que la gente lo recuerde como qué...

Hacer historia y ser recordado por todos como una gran persona que alcanzó logros importantes.

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