Rezos, plegarias y visitas a las tumbas de quienes ya se han ido, son las costumbres más frecuentes por esta época, pues noviembre, el mes que para muchos pasa desapercibido por su antesala a las fiestas decembrinas, tiene una gran particularidad: está dedicado a los difuntos.
Por este tiempo, no solo es común ver a los cristianos haciendo plegarias en los templos o cementerios, también lo es escuchar aquellas historias de ánimas y espantos que corren de voz a voz por las calles de Cúcuta y los municipios de Norte de Santander.
También, hay quienes aseguran que los primeros días de este mes las ánimas suelen recorrer las calles vestidas de blanco o negro haciendo oraciones.
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¿Pero qué tan ciertos pueden llegar a ser estos dichos o creencias populares? ¿Hay quienes las han visto o son relatos propios de la imaginación?
Aunque en la mayoría de los casos son situaciones difíciles de explicar, en La Opinión le traemos algunas de esas historias producto de las experiencias de quiénes en algún momento decidieron contarlas:
En una carretera de Las Mercedes…
El historiador y escritor Gustavo Gómez Ardila cuenta que en el corregimiento Las Mercedes, a más de 15 kilómetros del casco urbano del municipio de Sardinata, un grupo de personas experimentó un situación un tanto extraña, relacionada con las ánimas.
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“Fui testigo una vez en mi pueblo de una pelea en la que un tipo mató al otro, capturaron al asesino y lo debían llevar por un camino de herradura hasta donde había carro. Iban dos policías: uno adelante, que llevaba al preso amarrado de un lazo, como si fuese una bestia, y otro atrás con un arma y a caballo”, aseguró.
Desde que tenía siete años de edad, Ardila mantiene intacto este recuerdo, pues lo que sucedió después ha captado su curiosidad.
“Los hermanos del muerto sabían por donde debían pasar con el preso, así que decidieron esperarlo en una especie de callejón para darle plomo. Tenían que pasar por un lugar donde no había escapatoria para matarlo y preocupados por lo que iba a suceder, los familiares del asesino se reunieron esa noche a rezarle a las ánimas para que lo protegieran porque lo estaban esperando”, dijo.
Pasaron varias horas y por la carretera no habían rastros de la Policía y el asesino, solo vieron a un grupo de mujeres vestidas de negro que pasaron rezando como si fuese una procesión.
“La explicación es que las ánimas protegieron al asesino por los rezos y las oraciones de la familia. Yo vi y recuerdo como uno de los sitios de infancia. Las ánimas existen y protegen, pero leyendas hay muchas”, agregó.
Un viaje a Cúcuta
La historia de Las Mercedes, no es la única que ha quedado en la mente de este historiador, pues también recuerda lo que hace algún tiempo le sucedió a un conductor que viajaba desde Bucaramanga hasta Cúcuta.
“Él iba saliendo a eso de las 5:00 p. m. de Bucaramanga, era un taxista y viajaba solo, pero al salir se encontró con una monja que le pidió que la llevara hasta el convento de Pamplona. La hermana se fue hablando con él. Le dijo que debía tener mucho cuidado porque podrían suceder muchas tragedias”.
Al llegar a su destino, cuenta que la mujer se bajó del carro y le pidió que lo esperara:
“La mujer no salía y ya él seguía esperando. Entonces decidió entrar y se encontró con una sala llena de fotos de monjas, volvió a timbrar y salió una de ellas a la que le preguntó qué pasaba con la que él estaba esperando, pero le dijeron que no había llegado nadie, hasta que en una de las fotos logró identificar el rostro de aquellas personas, hasta que le dijeron que había muerto hace tiempo”, relató.
De voz a voz
Aunque para muchos, las historias de espantos son traídas netamente de la imaginación, las alucinaciones o los sueños de las personas. Las experiencias de quienes frecuentan lugares públicos no han pasado de ser simples cuentos populares a encontrarse con una verdadera explicación.
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De voz a voz hay quienes dicen haberse encontrado con personas cerca de los cementerios, que al final resultan no haber estado allí realmente, ver luces inexplicables en medio de la oscuridad y otros dichos que no han sido comprobados.
Sin embargo, lo que es cierto es que la curiosidad por conocer estas historias sigue latente, aunque la narración oral haya perdido fuerza en la ciudad.
Es por eso, que Richard Mora, narrador oral profesional y gestor cultural en Cúcuta ha decidido trabajar para que la magia de las historias se siga avivando.
“Los cucuteños siempre serán atraídos por emociones fuertes, aún cuando la emoción sea el miedo, el ser sorprendido es más fuerte. Junto con ello está el no creer y desear ser público para revisar dicha verdad aparente. Pero en resumidas cuentas, es un hecho emocional” señala.
Contando historias en lugares donde siempre hay un público atento a sumergirse en mundos imaginarios llegará con la actividad ‘Historias de espantos y otras rarezas’ en el mes de noviembre.
El narrador asegura que en Cúcuta, como en todas las ciudades colombianas, se conservan afortunadamente dentro de la memoria social, relatos de espantos como La Llorona o la casa embrujada del centro, que nacen de experiencias propias y se trasladan “de cuento a oreja”.
“Cúcuta ha venido trabajando por recordar sus historias. Con mucha alegría puedo decir que ha vuelto a estar en los oídos y corazones de la sociedad cucuteña, puesto que las actividades de narración oral realizadas desde las universidades, las plazas, las organizaciones, los festivales, todos ellos le han aportado a un proceso de creación de público y difusión del hacer narrativo oral.”
Y como es tradición, el pasado 2 de noviembre se conmemoró el Día de los Muertos con decoraciones en flores, velas y objetos especiales; una costumbre que se ha prolongado por años y que además ha sido reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
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