El pasado 2 de abril marcó un antes y un después para Helena Martínez. Su vivienda sufrió una fractura física y su vida una emocional como consecuencia de un hundimiento de tierra, producto de una falla geológica, que hizo que la casa de madera y zinc que había construido con esfuerzo se desplomara.
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En su momento, funcionarios de la Secretaría de Gestión del Riesgo de Cúcuta, miembros de Centrales Eléctricas de Norte de Santander y Aguas Kpital S.A. hicieron presencia en el barrio La Ermita donde ocurrieron los hechos para evaluar las situaciones de riesgo y buscar las posibles soluciones a los daños físicos, pero ¿qué hay de los daños emocionales?
Psicólogos y psicoterapeutas afirman que ante una situación inesperada que genera pérdidas, atenta contra la vida individual o colectiva, altera la cotidianidad, quiebra certezas con las que se cuenta y vulnera las condiciones materiales es normal que las personas reaccionen de manera impredecible, por lo que más allá de la respuesta a las pérdidas materiales es indispensable brindar un acompañamiento psicológico y emocional, más aún cuando además de la afectación natural las personas han sido víctimas de otros hechos.
“Conscientes de este panorama y ante la situación de emergencia que se presentó en el barrio La Ermita, el equipo psicosocial de la Secretaría de Posconflicto y Cultura de Paz junto con otras secretarías de la alcaldía como Equidad de Género, Bienestar Social, Cultura y Turismo, Seguridad Ciudadana y Gestión del Riesgo, organizaron una jornada de orientación y atención dirigida a los 21 núcleos familiares que fueron víctimas de este hecho.
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Lo anterior, con el fin de ayudar a aliviar esas heridas invisibles que quedaron en la memoria tanto de niños como de adultos, indicó Ányela Malagón, psicóloga de la Secretaría de Posconflicto y Cultura de Paz.
La jornada que se llevó a cabo en el Polideportivo de La Ermita ocurrió entre atenciones psicosociales a los adultos y juegos, lúdicas y acciones pedagógicas para los niños, niñas y adolescentes que asistieron, así como orientación con enfoque diferencial para población víctima del conflicto armado y oferta para el adulto mayor y personas con discapacidad.
Una serie de actividades que en conjunto conforman un proceso social orientado al mejoramiento de la calidad de vida de la comunidad y en respuesta a las medidas de atención, asistencia y reparación integral, dice Malagón.
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De acuerdo con Nataly Barrero, enlace de víctimas del municipio de Cúcuta: “Lo que buscamos con estas jornadas es brindar una atención integral a la población afectada, que sientan el apoyo de las aurtoridades, que no solo los ayuda a salir de la situación, sino que los acompaña en el proceso de superación emocional, que los escucha y les brinda esos primeros auxilios. Es mostrarles con hechos que a pesar de las dificultades no están solos”.
Esa madrugada del 2 de abril, en medio de la pertinaz lluvia, la tierra se abrió en varios ramales en el cerro donde viven los vecinos de La Ermita.
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Escuchamos crujir la montaña y a los pocos segundos se agrietó la tierra y empezó a abrirse lentamente. Sentimos mucho miedo. Fue terrible ver como quedó todo. Con estas palabras las familias de barrio La Ermita, en la Comuna 9, describieron los duros momentos que vivieron durante la madrugada de ese sábado dos de abril.
En total quedaron 17 viviendas afectadas, construidas en madera y láminas de zinc, dos de las cuales colapsaron, reportándose pérdida de enseres.
Algunas de las familias debieron evacuar sus viviendas.
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