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Cúcuta
En Cúcuta, el sueño de la legalización de la invasión Arnulfo Briceño se quedó a medias
Ser un barrio legalizado, como lo anuncia el cartel antes de ingresar al sector, se convirtió en una utopía para la comunidad.
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Nicolás Mojica
Nicolás Mojica
Jueves, 29 de Agosto de 2024

A finales de los años 80 del siglo pasado, una nueva invasión surgió en las inmediaciones de la Comuna 9 de Cúcuta al asentarse allí un vasto grupo de familias provenientes del barrio San Miguel.

En honor a uno de los músicos más grandes que ha dado Norte de Santander, los habitantes decidieron bautizar el asentamiento como Arnulfo Briceño, donde comenzaron con la expansión y construcción de las viviendas.

Misión imposible

Según los recuerdos evocados por Aníbal Mogollón Moncada, residente fundador, era complejo acceder a los servicios públicos, sin embargo el conseguir agua era lo más difícil para la comunidad.

Lo anterior, en vista de las grandes distancias a recorrer hasta barrios aledaños con potes y baldes para llevar un poco de agua a sus hogares.

De no ser así, los habitantes aguardaban a que un carrotanque los abasteciera en sus viviendas, situación que prevaleció durante muchos años, hasta la llegada de las pilas públicas.

Para tener un buen servicio de acueducto, se decidió distribuirse en varios sectores, y mediante turnos semanales fue delimitado el acceso al agua, un hecho que supuso el buen servicio para Arnulfo Briceño.

Desde su fundación hasta la fecha, la comunidad de Arnulfo Briceño ha hecho esfuerzos sobrehumanos para sacar adelante a la invasión, a pesar de no contar con el apoyo de las entidades municipales, en vista de no ser un barrio legalizado.


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Esto se ve reflejado en avances significativos como la pavimentación de muchas de sus calles o la construcción de la pequeña capilla Las Lajas, que fue erigida gracias a las actividades comunitarias, e incluso la pavimentación de la vía principal.

Sin embargo, la creación de la Junta de Acción Comunal (JAC), a mediados de 2007, hizo que la invasión tuviera eco dentro de los despachos municipales, y un año después comenzó el sueño de la legalización.

Han pasado 16 años pero el proceso no se ha logrado ni tampoco el arreglo de las 10 calles que conectan a las 400 viviendas de Arnulfo Briceño, una situación que para la comunidad es otra muestra del abandono gubernamental.

Al borde de la resignación, la comunidad sigue luchando porque Arnulfo Briceño sea un barrio, en aras de que la inversión y el apoyo ‘toquen las puertas’ de las humildes casas en dicho sector de la Comuna 9.

La falta de legalización no ha sido impedimento para que, gracias a las gestiones de la JAC, se puedan construir escenarios que incentiven la recreación en la zona como un pequeño parque o la cancha principal.

La única calle que tiene el barrio se está empezando a deteriorar.

 

Ante la falta del aval municipal, hay varias necesidades que aquejan a las mil personas que residen en Arnulfo Briceño, como la falta del acompañamiento de la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc).

Este hecho genera inseguridad en la zona, incrementada por la presencia de habitantes de la calle, quienes no desperdician la oportunidad para ‘hacer de las suyas’, y -según los residentes- estos consumen sustancias alucinógenas en alguna zonas de la invasión.

A través de la estrategia ‘Cúcuta Territorio Seguro’, la Mecuc, en articulación con la administración municipal, se buscará  mitigar los hechos delictivos en toda el área metropolitana, en aras de brindar una mayor seguridad, una estrategia que al parecer no ha llegado a las calles de Arnulfo Briceño.

“Diariamente vemos gente extraña transitar por las calles y nos preguntamos qué estarán haciendo por acá”, indicó un habitante que prefirió no dar su nombre, al ser abordado por la situación.

En vano

En lo que respecta a la legalización, desde el Departamento Administrativo de Planeación Social informaron que no hay una solicitud formal de parte de la comunidad de Arnulfo Briceño.


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Dicha afirmación contrasta con las opiniones de los habitantes, quienes afirman que este proceso lleva mucho tiempo andando,  por ende, las solicitudes y derechos de petición quedaron en vano.

Riesgo en varios sentidos

De acuerdo con  lo mencionado hace un tiempo por Anibal Mogollón, hay varios riesgos que rodean a Arnulfo Briceño por la ubicación geográfica que rodea a esta invasión: “riesgo alto, el que está bajo las cuerdas de la torre eléctrica; riesgo medio por los taludes y riesgo bajo hacia las calles”.

Por ello, varios proyectos que tiene la comunidad se quedaron en sueños, como el entechado de la cancha principal, ya que al colindar con la torre eléctrica, las cuerdas de alta tensión imposibilitan la materialización de este proyecto.

Sin salón comunal

La construcción no se ha podido completar, pero no porque suponga algún riesgo, sino por falta de recursos, y pese a contar con el lote para dar inicio a la obra, el dinero ha sido un impedimento.

“Queremos construir el salón comunal para brindar un mejor servicio a la comunidad, y organizar bazares, rifas y demás iniciativas en tal espacio, pero hacerlo cuesta demasiado dinero, cosa que no tenemos”, señaló un habitante de la comunidad.

Para la comunidad, el no contar con un salón comunal significa dejar pasar la oportunidad de certificarse en los cursos que realiza el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), en los barrios e invasiones en toda la ciudad.


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