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Urge prontitud en el acuerdo
La paz, definitivamente, debe ser nuestro propósito ineludible.
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Sábado, 5 de Noviembre de 2016

Si bien es cierto que el plebiscito a que fue sometido el acuerdo de paz, entre el gobierno y las Farc, no fue aprobado, porque las fuerzas opositoras del NO ganaron por una pírrica diferencia, de todas maneras, dado ese rechazo al texto acordado inicialmente, no hay manera alguna de volver al documento inicial, sin atentar contra la voluntad popular expresada libremente. De desconocer este dictamen, la democracia de este país quedaría resquebrajada, y el valor ético del Gobierno, sin ningún prestigio.

Consciente de ello, el Presidente Santos, una vez conocido el resultado electoral, manifestó que la nueva realidad política obligaba a buscar nuevos puntos de encuentro y de unidad, los cuales deberían reflejarse en la introducción de cambios sustanciales, al acuerdo inicial.

Con ese propósito, acordó reunirse con los líderes del NO para que expresaran sus puntos de vista, respecto de su inconformidad con el acuerdo. Como desde el comienzo de su campaña, siempre alegaron tener un mejor acuerdo que el del Gobierno, el Presidente los conmino a que en reunión con los representantes del Gobierno, pusieran sus cartas sobre la mesa. El primero en hacerlo fue el expresidente Álvaro Uribe, quien manifestó lo siguiente: “ Derrotado el acuerdo que fue sometido a plebiscito, nosotros queremos aportar elementos nuevos a un gran pacto nacional”. Carlos Holmes Trujillo, insistió hasta la saciedad, “que de lo que se trataba era de mejorar el acuerdo existente”. El exprocurador Alejandro Ordoñez, expresó que “sus esperanzas estaban fincadas en que sus propuestas permitieran alcanzar un acuerdo de paz con blindaje jurídico y político”. Andrés Pastrana, dijo haberse reunido con sectores del NO, “ para ver de qué manera podrían ayudar, en una forma muy rápida, a implementar un nuevo acuerdo”.

Lo que no podemos olvidar, es que ninguno de los que lideraron el NO, hizo campaña diciéndole al pueblo que de lo que se trataba era de convenir una paz negociada. Por eso, no sabremos jamás, cuantos votantes de los seis millones y pico del NO, pudieron haberle apostado al regreso de la guerra, dado que estos se hallaban huérfanos de jefe político.

Si alguno o algunos de quienes lideraron el NO, lo que querían era la continuación del conflicto, lo cierto es que no se atreven a confesarlo, porque lo que conseguirían es el desprecio público, por ir en contra de la paz .Y es, precisamente, ese silencio soterrado, lo que le brinda al Presidente Santos, la posibilidad de que tengan que respaldarlo, aún contra su voluntad anti pacifista, en la búsqueda de un rápido acuerdo de paz, sobre todo, luego de haber sido galardonado con el premio nobel de la paz.

Si nos atenemos al discurso pacifista que ahora esbozan quienes lideraron el NO, ello los llevaría a tener que estar de acuerdo con el Gobierno en que la paz, para que sea eficaz, debe acordarse y firmarse de manera rápida, como la urgencia lo requiere.

No olvidemos que estamos sentados sobre un barril de pólvora, con una guerrilla estancada y agrupada, presa fácil de los amigos de la guerra que todos conocemos, capaces de romper el cese bilateral del fuego, al precio de continuar con lo que para ellos ha venido siendo el jugoso negocio de su vida: vivir de la guerra. Son los sectores de ultraderecha, que solo aspiran a demorar con argucias electorales, aquello que Colombia requiere con urgencia. Francisco Santos, en una reacción inconsciente, motivada en su relación consanguínea con su primo, el Presidente Juan Manuel Santos, se atrevió a decir:” En mi partido hay gente que no quiere que avance el proceso de paz “.

Confieso que antes de oírlo hablar así, lo consideraba un hombre pegado plenamente a las faldas de Álvaro Uribe. Por haber tenido el carácter de cantarle la verdad a los de su propio movimiento, a partir de ahora, merece toda mi admiración y mi respeto.

La paz, definitivamente, debe ser nuestro propósito ineludible. En ella debemos estar todos comprometidos, por el bien de la patria.

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