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Ucrania, gran fracaso diplomático
La fórmula era sencilla: garantizar la no extensión de la OTAN, que ha sido una constante provocación a Rusia.
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Domingo, 27 de Marzo de 2022

Un mes después de la invasión de Ucrania, nada más evidente que el fracaso diplomático, como consecuencia de la arrogancia imperial de rusos y norteamericanos. Esa superioridad política y militar derivada de la Segunda Guerra Mundial, gravita todavía en Washington y Moscú, a pesar de que creamos superada la Guerra Fría. En la Casa Blanca, con desbordada convicción y, en el Kremlin, más con nostalgia.

Todo era evitable en enero, cuando cursaron las conversaciones entre rusos, estadounidenses y voceros de la OTAN en Ginebra. El arte de negociar varía según el tópico y las consecuencias calculadas. No es lo mismo negociar asuntos comerciales que militares. Por lo mismo, la sensatez debería doblegar la arrogancia política. Cada parte involucrada, Rusia, Ucrania, Estados Unidos, a su manera, tiene una verdad relativa: 3x4 es doce, como 4x3 y 6x2. Al final, el vaso está medio vacío, pero también medio lleno. 

La fórmula era sencilla: garantizar la no extensión de la OTAN, que ha sido una constante provocación a Rusia, en particular con el no ingreso de países de la órbita soviética, como Ucrania o Georgia, resaltando a cambio su soberanía y neutralidad, y el compromiso ruso de no invasión de ninguna de estas naciones, lo cual daría estabilidad al mapa resultante del colapso de la Unión Soviética. Pero la promesa norteamericana de 1990, cuando se dio la reunificación alemana, de no llevar a la OTAN ningún país del bloque del Este, ha sido una burla para Rusia. 

Putin, en su idea de reconstruir la imperial Unión Soviética, ha sacudido el tablero internacional de manera bárbara, causando destrucción y muerte, y un éxodo de 2.5 millones de refugiados. Sus cálculos fueron equivocados, al considerar que la capacidad militar rusa terminaba imponiéndose rápidamente o, lo que es igual, al menospreciar la resistencia ucraniana; tampoco supo asegurar un respaldo diplomático contundente de China, lo cual hubiera cambiado el curso de los acontecimientos. Como consecuencia, Rusia ha recibido el repudio mundial, con sanciones económicas y un aislamiento sin precedentes que, bajo el liderazgo de Estados Unidos, ha unido a Occidente; peor aún: la hermandad eslava que, por historia existía entre ucranianos y rusos, se ha pulverizado.    

Estados Unidos, que domina la OTAN, si bien no ha intervenido militarmente, sí ha sido responsable de la escalada guerrerista, ya que no sólo ha utilizado Polonia como puente para armar la resistencia ucraniana, sino que persiste en incrementar sanciones, amenazando ahora con expulsar a Rusia del G-20. Biden parece tomar decisiones más en atención a la política doméstica que a la gravedad del conflicto. Mostrarse fuerte ante sus conciudadanos ha cerrado prácticamente los canales diplomáticos, inclusive amenazando a China. Nada positivo saldrá de semejante postura. El resto, llámense Reino Unido, Francia y Alemania, dispone de poca autonomía. 

Zelensky, héroe del nacionalismo ucraniano, también se ha equivocado. Sus intervenciones ante los congresos de Estados Unidos, Canadá y Alemania, si bien conmovieron en algunos momentos, también mostraron su intransigencia para negociar, pues no desiste del ingreso de Ucrania a la OTAN. Al pedir armamento para resistir, sólo acentúa la guerra, exponiendo su país a mayor destrucción. 

China, en evidente contradicción, aunque promueve el restablecimiento de la paz, no ha criticado a Rusia ni ha presionado a Putin a negociar. Xi-Ping sabe que Moscú es su único aliado de importancia, y apenas sugiere el diálogo entre las partes. Reconoce la concausalidad histórica, que favorece a Rusia, pero no rechaza la carnicería que ha desatado. Ucrania será el tema central del diálogo entre la Unión Europea y China que comienza el próximo viernes.   

Nunca es tarde para negociar. Un cese al fuego se requiere, entendiendo que las partes tienen que ceder en algo: no al ingreso de Ucrania a la OTAN y levantamiento de sanciones a Rusia, a cambio de su compromiso de no invadir ninguna nación de su antigua órbita, y de indemnizar plenamente a Ucrania por los daños causados. 

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