En uno de esos puentes en que ya no había como salir y estaba uno desprogramado, me metí a Google Earth dejando volar la imaginación al mirar a Colombia desde arriba y varios proyectos férreos mixtos carga y pasajeros, descentralizados y de alto potencial de creación de valor afloraron. Ubicados en algunas de las zonas más abandonadas del país como el Pacifico, el Urabá y el Catatumbo y en ciudades región (que las haría más competitivas), estos proyectos vuelven a viabilizarse debido a que los sistemas férreos eléctricos han tenido un gran desarrollo en las últimas décadas y permiten proyectos imponentes, como hay hoy en el mundo, que enrutarían al desarrollo a Colombia.
El Life Cycle Cost Assessment (la valoración del costo en la vida útil de un proyecto) incluye valorar el diseño, construcción, operación y mantenimiento a lo largo de su vida útil; esta metodología muestra que proyectos férreos de larga vida útil, comparados con proyectos viales en alta montaña, son más rentables. Y para no ir subiendo y bajando en tirabuzón altas montañas, los túneles y viaductos deben construirse de manera agresiva. Estas obras que hacen más costosa la construcción reducen de manera importante los costos de operación y mantenimiento y por ende el costo total de la vida útil del activo. Es el análisis no cortoplacista de la infraestructura.
Trenes y túneles sería la ecuación para desarrollar infraestructura en Colombia, tan necesitada de ella para impulsar el desarrollo económico y salir del subdesarrollo que tanto impulsa el petrismo. La infraestructura crea un efecto multiplicador en la economía; en primer lugar, sistemas férreos eléctricos impulsarían y fortalecerían el sector de generación eléctrica y obliga a legislar para que el propietario del tren pueda generar su propia energía. En segundo lugar los servicios logísticos multimodales se dispararían.
Lograr la revolución de trenes y túneles implica cambiar el modelo político actual y eliminar el sesgo anti-inversión y anti-capital privado, así como reglamentar lo ambiental y social para que respete la sostenibilidad pero no le de patente de corso a posiciones ideológicas que tranquen la infraestructura, la actual realidad. Sin adecuada institucionalidad no hay infraestructura; basta ver nuestra triste realidad. Como dice Milei, el socialismo nos condena a la pobreza.
El enfoque centralista del modelo de país desde 1886, nos concentró en las cordilleras como en la colonia. La centralización desarrolló una institucionalidad de estado extractor de rentas y a partir de la Constitución de 1991, de la supremacía del estado sobre el ciudadano y de estado colectivista, donde costas, territorios insulares, sabanas, fronteras y selvas no importan sino para buscar votos, pero tampoco tienen autonomía para decidir su desarrollo. No hay proyectos de nación, solo proyectos del gobierno de turno. Nación país, estado, sociedad, todos perdieron identidad ante el presidencialismo imperial.
Cuando estudiaba ingeniería civil en la Universidad de los Andes, no había ni siquiera un curso, así fuera electivo, sobre túneles; eso era increíble en un país con la topografía y la geotecnia de Colombia. Y las cosas en lugar de mejorar parecen empeorar. La sede caribe de la Universidad de los Andes, ubicada en Cartagena, ciudad amenazada por la elevación del nivel mar, no tiene postgrados sobre ingeniería de protección costera. Cartagena es el mayor puerto Colombiano de contenedores y la sede caribe no tiene una maestría sobre logística en puertos y ciudades costeras.
Es realismo mágico que mientras Cartagena se inunda, la sede caribe de los Andes impulse postgrados apoyando el estado como supremo dador de todo derecho y el mantra de la “paz impune”. Vivir en realidad virtual y subjetiva es el signo de la actual educación superior, pública y privada, en la tónica del estado social-ista de hecho que estamos padeciendo.
Túneles y trenes impulsan el desarrollo; centralismo y colectivismo, inepto, ideologizado y corrupto, nos condenan a más subdesarrollo. Más científicos e ingenieros, bien preparados, y menos abogados y sociólogos es otro cambio de visión necesario.