Después de firmar el acuerdo de paz y de establecer las bases legales y constitucionales para su desarrollo, uno de los grandes problemas del postconflicto va a ser la política agropecuaria. Afortunadamente, la Misión Rural ha recorrido bastante terreno y puede adaptarse fácilmente para servir de base de un ambicioso programa de desarrollo rural.
Uno de los problemas que se tendrán que resolver va a ser el de la tierra.
El país no puede darse el lujo de disponer de enormes extensiones de tierra cultivable y no utilizarla para producir alimentos para el consumo interno y productos exportables porque un senador de izquierda no lo permite, ni de mantener indefinidamente en salmuera programas de promoción de la agricultura campesina y mayor acceso a la tierra porque unos momios, en el otro extremo del espectro político, opinan equivocadamente que los pequeños productores son improductivos.
La forma más promisoria de progresar en ese frente es desechar los dos puntos de vista y poner al frente del Ministerio de Agricultura a alguien que esté dispuesto a fomentar vigorosamente la economía campesina y a enfrentar decididamente a los enemigos de la agricultura comercial y a gran escala.
Uno de los grandes problemas que es necesario resolver es acceso regulado del pequeño productor a mayores extensiones de tierra de buena calidad. Pero esto no es suficiente.
Se necesita brindarles seguridad física y social, educación, asesoría técnica y financiera, crédito, riego, comunicación, comercialización y tecnología.
La agricultura de precisión, por ejemplo, ya está al alcance de los pequeños productores. Para determinar la calidad del suelo, sus nutrientes y el contenido de agua disponen de un radar penetrador de tierra (GPR por sus siglas en inglés).
Este radar usa pulsos de energía de una frecuencia de radio de amplio espectro que penetran el suelo y trasmiten información a un monitor que permite identificar los mejores sitios para sembrar.
Existe una máquina que esparce las llamadas cosechas de protección que se utilizan en agricultura orgánica (cover crop roller) y otra desarrollada por Oregon State University que calcula el material orgánico que necesita un determinado terreno.
En los cultivos modernos se prescinde del arado tradicional y se protegen las cosechas con herbicidas pero en la orgánica se recurre a métodos de control biológico.
El mayor progreso se ha alcanzado en técnicas para tratamiento del suelo y para cosechar cultivos orgánicos. La finca pequeña ya no es el sitio en donde se encuentra uno con el pasado. Ha evolucionado para convertirse en la puerta hacia el futuro de la agricultura orgánica que mezcla productivamente métodos del pasado con nuevas tecnologías.
En Perú, por ejemplo, se han recuperado métodos arcaicos de producción en los altiplanos andinos combinados con nuevas técnicas en el cultivo de papa y maíz en esas alturas. La Universidad de Cornell en Estados Unidos tiene un programa de tecnología para pequeña agricultura especializado en la utilización de computadores portátiles y teléfonos inteligentes para análisis de suelos y aplicaciones para evaluar el proceso y la rentabilidad de sus cosechas.